El río Magdalena, la arteria fluvial más grande e importante de Colombia, enfrenta actualmente diversas problemáticas ambientales derivadas por la acción del hombre que ponen en riesgo la calidad de sus aguas, la fauna, vegetación y biodiversidad del ecosistema acuático.
La adopción de modelos económicos por parte del gobierno colombiano que propenden por la extracción y explotación de recursos naturales así como la implementación de políticas minero-enérgicas han centrado su mirada y accionar sobre el Magdalena, constituyéndose en una amenaza para el afluente y los pobladores que depende de él.
Privatización de la cuenca
En el año 2009, el presidente Juan Manuel Santos suscribió un convenio entre Cormagdalena, la empresa Estatal Hydrochina y la Agencia Presidencial para la Cooperación Internacional, con el fin de formular el Plan Maestro de Aprovechamiento del río Magdalena, que fue entregado a los chinos y cuyo estudio fue dado en año 2014.
El Plan Máster, anunciado como la panacea para la recuperación de la cuenca, le apuesta a la navegabilidad, generación de energía, protección ambiental y aprovechamiento de recursos pesqueros y zonas ribereñas que deberá estar listo para el año 2030.
Un plan de extracción de recursos de la cuenca y todos sus afluentes --que proyecta consolidar y mejorar las vías terrestres y fluviales, convirtiendo al río en una gran hidrovía para la movilización de contenedores con petróleo y carbón-- que incluye la construcción de diecisiete centrales hidroeléctricas que van desde el Macizo Colombiano, pasando por Tolima hasta Cundinamarca.
“Un atentado contra la soberanía nacional y el derecho de las comunidades a decidir sus proyectos de vida. Se trata de la privatización del Río Magdalena en el marco de los Tratados de Libre Comercio para entregar nuestro recurso hídrico a los intereses de las corporaciones trasnacionales”, sostiene el docente e investigador Miller Dussán.
La cuenca comprende diecisiete departamentos, setecientos veinticuatro municipios, trece autoridades regionales y cuatro autoridades ambientales urbanas 273,459 Km2 que constituyen el veinticuatro porciento del territorio colombiano.
El setenta y siete porciento del total de la población del país, es decir 32,5 millones de personas, se asientan en el río Magdalena y dependen de sus aguas y suelos para la producción de alimentos, aire limpio y otros servicios. Por tanto, los más afectados con la implementación del Plan Maestro serían los pobladores ribereños, quienes no han sido consultados y cuyos territorios serán trasformados drásticamente, ¿Qué opinan las comunidades locales? ¿Eué impactos está generando ellas?
Absalón Arias, miembro del comité ambiental de norte del Tolima, considera que el Plan Maestro es la privatización de la vida, “es el significado de más represas para generar riquezas a multinacionales. Es un negocio de dos o tres por encima de los derechos colectivos de todo un país. Las represas, la megaminería y proyectos viales a lo único que nos conduce es a la destrucción, contaminación y pérdida de nuestros recursos y bienes naturales”.
Se acabó la subienda
El río Magdalena aporta más del cincuenta porciento de la pesca de agua dulce en Colombia. Su producción ha venido en declive, pasando de ochenta mil toneladas de captura a ocho mil en los últimos quince años. La subienda --ciclo migratorio de los peces que por décadas se ha constituido para poblaciones ribereñas en fuente de alimento e ingresos económicos-- se acabó. Así lo aseguran pescadores de Villavieja, Hobo, Ambalema y Honda.
Rodrigo Lavao, nacido y criado en el municipio de Hobo, trae a su memoria lo que ha significado el río Magdalena en los sesenta y dos años que lleva de vida. Para él y los demás ribereños la cuenca es fuente de alimento, inspiración, cultura, herencia de los ancestros y parte de la historia del país. “Fui criado en Puerto Momico, rodeado de atarrayas, chinchorros y canoas. Mi padre me enseñó el arte de la pesca y cuando existía la subienda era algo muy bello: nuestro río vivo nos daba peces de gran valor como pejes, bocachicos, patalos, cuchas, moinos, sábalos, dentones, guabinas, jachos. Todo eso lo desaparecieron las represas aquellas que nos iban a traer cambios en nuestra vida. Y vea que nos la cambió, pero para mal”.
El río, fuente de vida
La cuenca proporciona el cincuenta porciento de la pesca continental, de la cual dependen cuarenta y cinco mil familias. Además, produce el ochenta porciento del Producto Interno Bruto en Colombia y genera el setenta y cinco porciento de la producción agropecuaria.
Para la población de Ambalema, el río es su mayor riqueza, aquella que en los últimos años se ha visto amenazada por factores como el deterioro ambiental, la sedimentación, contaminación y alteraciones del sistema hídrico, sumado a la construcción de represas que impiden el ciclo migratorio de los peces: la subienda y la bajanda.
“La pesca ha disminuido y de la subienda no volvimos a saber” expresa Cesar Augusto Gonzales Ambalemuno de pura cepa, quien asegura llegó a la pesca por herencia cultural “en época de subienda nuestros padres nos llevaban al río a pescar era algo muy natural ¡no! para nosotros acá”. La pesca artesanal la ha realizado durante cincuenta y dos años; es enfático al decir que la subienda era la que los mantenía “con la construcción de represas en el río se acabó el ciclo de vida de los peces, se corto su ciclo vital y de paso el de nosotros también pues hemos tenido que dejar la pesca para dedicarnos a otras labores”.
Sabemos que al construir las represas las zonas pasan a ser de empresas privadas por lo tanto no vamos a tener acceso; ahora como tabla de salvación nos venden la idea de capacitarnos para desarrollar proyectos turísticos cosa que ni siquiera sabemos el manejo que le puedan dar pues teniendo las empresas el control nosotros los pescadores que papel vendríamos a jugar.
Ambalema es un municipio privilegiado desde el punto de vista geográfico al poseer cuatro ríos: Magdalena, Recio, Venadillo y Lagunilla para el geógrafo Julio Enrique Flórez la construcción de grandes represas significa la perdida de vida biológica sin contar con todos los problemas sociales que esto genera como la afectación de múltiples comunidades que viven a las riberas de los ríos pescadores, jornaleros, partijeros y pequeños productores los cuales sobreviven de la pesca y de pequeños cultivos de pan coger como yuca, plátano o maíz.
Escasea el maná ribereño
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, doscientas veinti cinco especies de peces endémicas del río Magdalena se encuentran en alguna categoría de amenaza. Especies que son explotadas como recurso pesquero, ornamentales y migratorias de gran valor comercial.
Los pescadores consideran que la escasez de peces se deriva por problemáticas como: el cambio climático, la contaminación, la pesca indebida y la construcción de represas. “En los últimos años el río ha estado con muy bajos caudales, la contaminación de la cuenca por aguas residuales y riego, así como la falta de compromiso del pescador a lo largo del río al no respetar la talla ideal, ¡pero hombre! es muy difícil pues al no haber peces grandes nos toca coger los pequeños porque sino como sobrevivimos es decir si cogemos un bagre que no da la talla no lo podemos devolver al agua porque ese es el desayuno, almuerzo y la comida y es la única riqueza que tenemos para poder sobrevivir”.
El pescador Raúl Rodón Conde señala con el dedo índice al horizonte tratando de encontrar rastros ocasionados por la represa de prado en la ola invernal del año 2011, la apertura de las compuertas causo inundaciones río abajo “el agua destruyo mas de ciento cincuenta viviendas y afectó a más de mil familias en el municipio de Honda, cuando nos avisaron era demasiado tarde el agua venia de una forma incontrolable destruyo las viviendas y causo daños ecológicos.
Soy pescador, hijo de pescador y uno ve con mucha tristeza la problemática que tenemos hoy en día. Con la Asociación de Pescadores de Honda estamos haciendo cualquier cantidad de gestiones en la parte baja del Río Magdalena para recuperar las ciénagas y recobrar la pesca.
Toda la vida me la he pasado en río y lo que más recuerdo de él son las subiendas algo emocionante ver la cantidad de personas cogiendo pescado; todo el municipio se beneficiaba cual mas compraba era algo muy social que servía incluso para comunicarnos con los municipios aledaños venían a pescar amigos de Mariquita, Fresno, Guayabal, Alvarado, Lérida e Ibagué una forma de rebuscarse ingresos económicos, esas son de las cosas que hoy en día uno añora ojala algún día el río se recupera y tuvieramos la oportunidad de volver a ver las subiendas que anteriormente habían.
Entre Crecidas y Mermas
La piel trigueña de Isaac Mozos es testigo de las largas jornadas de pesca, su vivienda está ubicada a orillas del rio Magdalena allí la cuenca separa el municipio de Aipe con Villavieja parte norte del Huila como vocero del grupo de pescadores de Ato Nuevo, Villavieja y La Victoria desde hace diecisiete años viene haciendo el llamado para que las problemáticas que enfrentan como gremio sean reconocidas.
“Arrancamos con quinientas veinte familias de Golondrinas hasta la represa de Betania cuando se fundó el grito del pescador de ahí para acá hemos seguido tocando puertas aquí nadie se ha fijado en nosotros nos ha llegado el agua con las avalanchas más grandes que han habido”; con la ola invernal la represa de Betania llego a su tope y les toco soltar el agua inundándonos todo.
“Venimos soportando cantidad de problemáticas como las crecidas y las mermas, nosotros invertimos veinte mil o cuarenta mil pesos en material: anzuelos, alambres, carnadas para calandrear cuando el rio esta bajito ponemos anzuelos lo que se conoce como pesca de rancheada, pero al momento lo perdemos todo cuando sueltan la bombada de agua más de diez brazadas que aumenta en playa desaparecen los alambres y perdemos todo el material”.
“Volvemos y organizamos otra cuerda y la ponemos a la altura que esta el agua a la hora o dos horas queda todo en lo seco esa es la problemática en la que nos encontramos con la repesa de Betania es algo muy verraco; ni que decir cuando le hacen mantenimiento a las turbinas el agua se pone cristalina por el químico que aplican ese día no se siente ni un pescado”.
“Soy pescador desde los doce años y puedo decir que nací bajo una piedra porque me crié y me estoy volviendo viejo en el arte del río”. Su casa huele a pescado, sus hijos han sido criados a punta de los frutos del río y de su pesca dependen más de siete personas “me toca buscar la manera de hacer ciento veinte mil pesos para que a cada uno le quede veinti cinco mil. Para nosotros lo mejor es la pesca y poder trabajar libremente. Ahora vienen a privatizarnos el río y a quitarnos el derecho de vivir de él. Qué nos vamos a poner a hacer todas las quinientas cincuenta familias que subsistimos de la pesca desde Golondrinas hasta la represa de Betania. El río Magdalena es nuestro empleo, nuestra bendición. Al represarlo acaban con nuestro trabajo, acaban con nuestra vida".