Cuando concluí la lectura de la columna titulada La Marcha de Los Ignorantes quedé atónito; no tanto por el argumento de la misma (que no llevaba a nada en concreto) sino por la sevicia en las palabras del autor en las cuales se notaba el odio reprimido causado, tal vez, por la afinidad hacia algún partido político y la repugnancia hacia otro. Pensé al instante, con sobrada razón —por la bajeza del artículo como tal— que lo pudo haber escrito alguien sin un ápice cultural. Decidí, por lo tanto, que debería hacer caso omiso a las descaradas ofensas que desde allí se lanzaban a quienes marchamos sin ningún tinte político el pasado 2 de abril en contra de las malas acciones del gobierno actual. Únicamente se me grabó el nombre del columnista, Iván Gallo.
Días después, por mera casualidad, navegando por la red me encuentro con la sorpresa que el susodicho Iván Gallo ostenta el siguiente título: historiador, guionista, escritor y periodista. Todo un erudito, Dios mío. Y fue así que no quise quedarme con las ofensas proferidas a mi persona y decidí replicarle al dichoso periodista algunos puntos de su famosa columna.
Primero, obviamente, averigüé un poco de su vida y revisé su página de Faceboof y descubrí que es un furibundo antiuribista, principal razón por la cual el odio destila en sus escritos en contra de todo lo que tenga que ver con esa corriente política. Y escribe columnas muy ofensivas con las cuales levanta inmensos tierreros, e incluso ha llegado a recibir amenazas.
Doctor Iván:
Primero quiero recordarle que su trabajo como periodista consiste en descubrir e investigar temas de interés público, contrastarlos, sintetizarlos, jerarquizarlos y publicarlos con el debido respeto hacia el lector, para que con base a ello pueda elegir lo que considere más adecuado, y así mejorar el funcionamiento democrático de la sociedad. Y su columna está muy lejos de lograr ese objetivo.
Voy a tomar solo un pequeño trozo del párrafo inicial de su columna y le demuestro con hechos lo mal escritor, y pésimo periodista que es usted.
Esto escribió usted: “Me infiltré en la marcha y toqué su odio. Las consignas eran terroríficas y tenían un común denominador: la mala ortografía y redacción. Para marchar ayer había que cumplir con la condición de ser medio tarado y mala persona. Hay que ser medio tarado y mala persona para no estar de acuerdo con que a las víctimas del conflicto armado en Colombia no se les repare”
Primero ¿a quién le interesa la ortografía en una marcha? Un campesino sin mucha educación puede con un carbón y en un cartón expresar su inconformismo con una frase en una pancarta y salir a marchar. ¿Solo pueden protestar los cultos?
Segundo. En una manifestación no hay consignas. Si se refiere a lo escrito en las pancartas se llama mensaje. Las consignas son órdenes o instrucciones que nada tiene que ver en una marcha.
Tercero. Argumenta usted que la persona que marchaba cumplía con dos condiciones: tarado y mala persona. ¿cree usted que un periodista puede hacer semejante juicio tan desatinado en una columna de opinión? Le robaron el respeto y la ética en el estudio de sus cuatro profesiones.
Quinto. En su frase “Hay que ser medio tarado y mala persona para no estar de acuerdo con que a las víctimas del conflicto armado en Colombia no se les repare” Le sobra un no, mi estimado escritor. De lo contrario su frase tiene otro significado del que usted le quiere dar, y estaría aceptando que usted Si quiere que no se repare a las víctimas. Ojo con la sintaxis.
Como lo puede ver, son muchas las inconsistencias de una persona tan preparada como usted en un párrafo tan corto. No soy nadie para aconsejarle que se dedique a otra actividad, pero definitivamente con firmeza le puedo expresar que para este delicado oficio, usted aún no se encuentra preparado.
Muchas gracias por su tiempo, y note usted que en mi escrito no encuentra la mínima ofensa con que cualquier ciudadano respondería a su columna.
No soy ni escritor ni periodista pero leo y aprendo; y aplico los conceptos de urbanidad que me enseñaron en las aulas…y no soy ni he sido uribista.