Confieso que no sé si el rating actual de Betty, la fea es bueno o malo para RCN; voy a suponer que es bueno. Y como se ha vuelto popular en Colombia que la gente, incluso los periodistas, afirmen cosas sin tener evidencias, ni cifras, ni datos, ni hechos, quiero aclarar que realmente no me importa.
Con tantos problemas complejos que enfrenta el país, puede parecer banal que alguien escriba sobre una telenovela; pero en estos tiempos de crisis económica y confinamiento obligatorio, los medios masivos de comunicación tienen una responsabilidad enorme, sui generis, además de una oportunidad única para aportar a la sociedad, al mejoramiento de la salud mental de la población, a la educación de millones de personas en lugares apartados.
Pero no.
La propuesta de RCN fue repetir por quinta vez Betty, la fea, no sé si es la quinta vez o la cuarta, no me importa, hablo sin cifras a la mano y tampoco me importa, lo peor que me puede pasar es que me ofrezcan trabajo en Semana.
Mi ingenuidad no me imposibilita comprender que hay un mercado que se mueve en términos de oferta y demanda, de manera que un programa “educativo” en el prime time puede representar un reto para que se venda pauta.
Lo entiendo.
¿Pero pasar por quinta vez Betty, la fea en una franja de dos horas? ¿En serio? Antes de que me tilden de hipócrita, aclaro que me divierte esa telenovela y que como buen colombiano chauvinista hasta me siento orgulloso de saber que es una telenovela que se ha producido en un montón de países.
Para algunos, esta movida de RCN puede tratarse de una genialidad: ahorran plata, van a la fija, consolidan un clásico, etcétera.
Pero incluso en el marco de la producción televisiva, ¿no es cuestionable que los grandes medios no estén pensando en proyectos que favorezcan la economía de los actores y actrices del país?, ¿no están desaprovechando una oportunidad para ser audaces en términos artísticos, escénicos, cinematográficos, de transmedia?
Ni siquiera sé qué significa transmedia y no lo voy a investigar, pero lo grave no es mi cinismo declarado, sino que a los grandes medios no les importe saberlo y ni siquiera den muestras de querer intentarlo, una suerte de cinismo silencioso.