Hablemos de hechos y porcentajes y de objetivos contra resultados. Hablemos desde la misma comisión de expertos que contrató al rector de la universidad de Antioquia, Mauricio Alviar, para evaluar el nuevo examen de admisión reformado mediante el Acuerdo Académico 480, hoy suspendido y con visos de ser medianamente modificado y quizá revivido en los próximos días bajo algún tipo de argucia.
Se le dijo, se le advirtió, se le volvió a decir, pero no hizo caso el Rector; se hizo el de la vista gorda negándose al diálogo para la construcción, y apelando solo a socializaciones de lo que ya estaba hecho. Desde diversas orillas se le advirtió lo que iría a pasar: profesores, directivos y estudiantes le advertimos que ese cambio al examen de admisión no iba a traer buenos resultados para los sectores sociales más desfavorecidos, yendo así en contravía de la responsabilidad social de la universidad de Antioquia que es «servir a los sectores más vulnerables de la sociedad»; que tampoco iba a combatir la deserción, ni mucho menos a mejorar la calidad de los estudiantes con ese Acuerdo. (Algunas advertencias: 1 – 2).
Antes de abordar algunos de los resultados de aquella comisión, conviene hacer un alto y preguntarnos sobre por qué solo se hizo la investigación en la Sede Medellín y con los aspirantes que presentaron la prueba de forma regular, dejando a un lado a las comunidades indígenas, negras y raizales, y aquellos que obtuvieron algún tipo de beca o estímulo, y por supuesto a las diferentes sedes regionales. ¿Hay algo más allá de la simple razón de hacer más práctica y quizá sencilla la investigación y tabulación de los datos? ¿Tendrán algo que ocultar?
No queda de más mencionar que los expertos expertos aquellos obtuvieron privilegios en la obtención de los datos para hacer la investigación, cosa que no sucedió con estamentos la comisión transitoria del AA480: «…a la Asociación de Profesores solamente se le entrega la base de admitidos desde la cohorte 2013-1, mientras que a los expertos contratados por las directivas se le entrega una base de datos con los aspirantes (admitidos y no admitidos) desde la cohorte 2010-1. Además, en la base entregada a la Asociación de Profesores se omite la información del estrato socioeconómico de cada uno de los admitidos, así como la información completa con la identificación de los programas a los que aspiraron en primera y segunda opción cada admitido» (ver comunicado). Además, suspendieron la transmisión cuando se iba a pasar al punto del debate. Dicho lo anterior, voy al plato fuerte de este texto, exponiendo algunos de los resultados y a su vez comentando sobre los mismos. (Ver informe de expertos: video –PDF):
- Desde el 2010/1, el 2016/1,en donde se implementa el AA480, fue el año que menos aspirantes admitió, y que sin embargo, tuvo un número de aspirantes casi igual al de los del 2010/1, con una diferencia de 12 aspirantes más (ver tabla 1 y gráfico). Redujeron los cupos. Dicen los expertos, respecto a otra tabla (ver), que «a grandes rasgos se observa que en la cohorte 20161 el factor de probabilidad sobre oferta alcanzó el nivel más bajo observado para el estrato uno y el más alto para los estratos cuatro y cinco» (pág. 23). De hecho, para no hacer la hacer comparación con semejante hueco en la historia, observen las cifras de las últimas dos admisiones de las cohorte 1: el 10,2% de los aspirantes en el 2015/1, pasaron a la Universidad, mientras que solo el 8,8% de los aspirantes del 2016/1, pasaron. ¿Cobertura, dónde? Importante anotar también, que como dijo el profesor Rhenals, no hubo admisiones en 12 de los 72 programas, datos que también están esbozados en el documento de los expertos, y cuya reducción de cupos a todas luces va en contravía de lo que tanto pregona MinEducación de cobertura en la educación superior, y eso sumado a las escandalosas cifras de deserción que más adelante anotaré, cosa que también en contravía de lo mismo. Adopto entonces la pregunta del profesor: ¿Qué pensará el ministerio? (Ver análisis del profesor).
- En cuanto a la deserción precoz, desde MinEducación se dice que existen tres tipos de deserción, todas -diría yo- igual de preocupantes, a saber: deserción precoz, temprana y tardía, que consisten respectivamente en abandonar el programa académico sin siquiera haberse matriculado, en los primeros semestres y en los últimos. En el informe de los expertos, posterior a la intervención de estos, la cuestión de la deserción precoz brilló, y no precisamente por su ausencia. En el punto de preguntas, el decano de Medicina expresó su preocupación por la deserción en instrumentación quirúrgica, que además de que el 98% pasaron por segunda opción, ya hay un 40% de deserción, es decir, que según el decano, 14 de los 37 admitidos no se matricularon (aunque en las tablas del informe, dice que había 32 cupos). Esto último teniendo en cuenta que ese programa nunca había tenido ese inconveniente (ver tabla. Nota: RCP es ranking con preferencia sobre la primera opción, o sea con el modelo admisión anterior).En la exposición de motivos del susodicho acuerdo, se dice que uno de los objetivos es disminuir la deserción, cosa que evidentemente no está sucediendo ni va a suceder; por el contrario, está aflorando la deserción precoz no solo en ese, sino en varios programas en donde pocas veces sucedía como se evidencia en la tabla referenciada en el párrafo anterior. En Nutrición y dietética, el director de esa escuela también expresó su preocupación: de 1008 aspirantes solamente recibieron 1 por primera opción, y de los admitidos por segunda opción, ya hay una deserción precoz del 60%, de las cuales solo se matricularon 6 y ya 2 han pasado por la oficina del director a pedir cambio de programa. Esta ha sido la cohorte, que en los últimos años ha recibido más estudiantes por segunda opción, incluso llegando a duplicar el porcentaje de varias de las cohortes anteriores (ver tabla). Es menester anotar que es totalmente obvio que tiene menos probabilidades de desertar un estudiante que pasa por primera opción a un programa, que aquel que pasa a por segunda opción. El primero tendría más vocación, si en esos términos hay que hablar.En este orden de ideas, ¿Cómo pretende Mauricio Alviar combatir la deserción con más deserción? ¿Dónde está la lógica del rector? Así las cosas, la pretensión y objetivo de combatir la deserción con este nuevo examen en la práctica se le va cayendo. Mejor dicho, que empiece andar la crónica de un fracaso anunciado.
- En cuanto a lo de favorecer o no a los estratos altos con el AA480, si observan los resultados totales sí se favoreció a esos estratos altos, como alguna vez lo advertimos muchos sectores. Las gráficas en este aspecto son varias, por lo que recomiendo al lector revisar el numeral 3.3.2 (págs. 24 a 33) del informe de los expertos, quienes dicen que «los mayores puntajes se obtienen sobre los estratos más altos» (Pág. 24-25). Sin embargo, al final anotan que «un aspirante que pertenezca a un estrato alto no garantiza que obtenga, en cada una de las pruebas, un desempeño muy superior con respecto a aspirantes de estratos bajos. Igualmente, tampoco los aspirantes de estratos bajos están marginados a obtener bajo desempeño en alguna de las pruebas» (Pág. 31). Lo anterior puede ponerse en tela de juicio teniendo en cuenta que entraron menos estudiantes de estratos 1, 2 y 3 y más de estratos 4, 5 y 6; esto, en comparación con la admisión de 2015/1 (ver tabla). Ellos mismos lo dicen: «la proporción de admitidos con respecto a los inscritos por estrato, se aprecia (…) que las mayores tasas se presentan, en su orden, en los estratos 6 (en promedio 21 %), 5 (en promedio 19.6 %) y 4 (en promedio 18%)» (Pág. 19). Por su parte, el profesor Rhenals, en el mismo estudio que arriba cité, arroja los siguientes datos: admitidos estrato 1 y 2 en 2014/1: 61,2%; E1 y 2 en 2016/1: 55,6%; admitidos E4, 5 y 6 en 2014/1: 6,6% y E4,5 y 6, 2016/1: 9,9% que aunque tiene unas cifras que disiden del informe de los expertos, servirá al lector para que tenga un panorama general de lo que está pasando.
Por otra parte, una de las partes más interesantes del informe es cuando los expertos hacen un análisis de escenarios, en donde abordan la cuestión de la doble opción y la influencia de la tercera prueba sobre los estratos.
Entre los varios escenarios se establece uno en donde se excluye la prueba específica, y nos dicen que los estratos 1, 2 y 3 hubieran tenido más presencia dentro de la Universidad (como era de esperarse), pese a que los 4, 5 y 6 hubieran tenido menos presencia en la misma (ver tabla). En este sentido, es correcto afirmar que les están cerrando las puertas a muchachos de las clases más vulnerables de la sociedad, esos que no tienen dinero para pagar preuniversitarios y escasamente cuentan con maestros ocasionales en sus diferentes asignaturas en los colegios. Por otra parte, con la prueba específica los estudiantes de colegios oficiales casi no fueron admitidos: «Se observa una disminución en la proporción de admitidos para los colegios oficiales al incluir la prueba específica» (pág. 35), cosa que sin ella no hubiera ocurrido (ver tabla). Estos dos puntos tienen todo el sentido cuando miramos que a nivel nacional en todos esos rankings que hacen para medir los colegios, incluido el Saber 11, le va mejor al sector privado que al sector público de la educación precedente a la universitaria.
En otra tabla, que ya había referenciado arriba, se ve un paralelo que ilustra qué porcentaje de estudiantes con segunda opción hubieran ocupado las sillas de los diferentes programas para el 2016/1 con el esquema de selección anterior (RCP) y los resultados son espantosos (ver tabla). Y que no salga Alviar con que no se podía prever eso, porque sí se podía hacer y así lo dicen los expertos en las conclusiones (Pág. 45). También recomiendan preguntarse sobre si este alto flujo de admitidos por segunda opción en algunos programas no aumentará el número de deserción, cosa que, repito, ya lo habíamos advertido y cuya respuesta es evidente.
Si esto anterior no fue improvisar, experimentar y ensayar con los aspirantes a una de las universidades más importantes del país, entonces qué es. Alviar y todo su equipo de trabajo deberían de hacerse a un lado y abrir paso a una administración abierta al diálogo para la construcción y no para la simple socialización, y no importa que sea esta de derecha o izquierda, pues la capacidad de diálogo no debe ser propia de ninguna corriente política en específico, sino de todas las corrientes y de todos los seres humanos. Necesitamos una administración que goce del respaldo de toda o al menos buena parte de la comunidad universitaria.
La solución para frenar la actual crisis del alma mater es que el Rector renuncie y que la administración de la UdeA haga metamorfosis y se transforme en una abierta a la construcción con la comunidad universitaria, y no en una destructora de la misma.
Ahora, metiéndome ya con arena de otro costal pero de la misma finca, es menester hacer un llamado a la reestructuración y transformación de la Asamblea General de Estudiantes, que cada vez pierde más legitimidad y reconocimiento por parte de quienes representan. Este espacio se ha estado reduciendo a un espacio al que solo se va a votar por un paro o un no paro, y no un espacio de razón, lo cual no quiere decir que no sea un espacio de debate, pero recurro a Thoreau, quien haciendo alusión a los legisladores sentenciaba que «amamos la elocuencia por sí misma, y no por la verdad que pueda pronunciar; o el heroísmo que pueda inspirar» ya relacionando esto con los líderes estudiantiles de la asamblea de que hago mención. No la dejemos morir que aun la tenemos viva.
Alviar y la administración que venga deben entender sin vacilación que un rector de una universidad, que si bien es elegido no por la comunidad universitaria sino por un CSU manejado a antojo del Presidente de la República y los intereses del sector productivo, debe de administrar para la comunidad universitaria así esta no la haya elegido.
@TiiagoMolina