La formación y capacitación siempre han estado en función de la tecnología, ayer fue la observación directa sobre la naturaleza, hecha palabra, el primer instrumento de pedagogía del maestro para acercarse al aprendiz en su taller de artesano, tanto la primera como la segunda son algoritmos o productos tecnicobiológicos; el libro fruto de la imprenta, escenario primogénito para desestabilizar al maestro, según la cosmogonía minimalista de entonces; la tiza, el tablero y el retroproyector, como mediaciones al servicio del profesor frente al estudiante, fueron la centralidad técnica y tecnológica en la época moderna, y hoy, las TIC y las TAC son los paradigmas de la singularidad pedagógica, para los docentes y la gestante generación C —generación confinada o generación cuarentena— nicho poblacional entre los 15 y 24 años, según la OIT.
La inteligencia no es un algoritmo milagroso, necesita ser alimentada de conocimiento, como lo afirma la hipótesis de Steven Pinker; las fuentes alimenticias para el devenir cognitivo trascienden el panóptico intramural conductista, representado en la escuela del siglo XX, como espacios restrictivos para la libertad de espíritu y el pensamiento crítico de los discentes para escoger qué, cómo y cuándo aprender. La tecnología es el resultado del conocimiento humano, gestado en los espacios seculares de formación y capacitación de ayer, hoy y siempre. La formación y capacitación devienen en la Ilustración, a través de la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso, concluye Pinker. El desarrollo de la ciencia y la tecnología han escalado el progreso humano en todas sus disciplinas, incluida la conciencia, entendida ésta como la consiliencia neuronal, entre pares de la especie Homo sapiens, hacia el bienestar desde la salud, educación, confianza y seguridad civil, libertad de expresión, ocio, ejercicio crítico desde las artes, menor tiempo, en promedio, invertido para obtener el sustento diario, y mayor tiempo para una vida digna; en general, apropiarse de experiencias significativas, a partir del relacionamiento histórico e integral, con el otro y con la naturaleza.
En síntesis, el momento histórico inducido por la pandemia, no es tiempo para dicotomías pedagógicas, es tiempo para CREAR, a partir de las inmensas oportunidades que el Conocimiento de la Realidad, la Experimentación y el Análisis de los Resultados obtenidos, en contexto de la ciencia de datos y la IA; permitan una transformación de las estructuras actuales de la sociedad, y surja la epifanía educativa para encarar la pedagogía del siglo XXI en el contexto de las nuevas tecnologías con las especificidades humanas, liderada por la generación C pero, en ningún momento inferior al legado histórico del Renacimiento, que condujo a la humanidad a la Ilustración, posterior a la peste negra, y estar en la senda del Renacimiento e Ilustración, versión 4.0 del siglo XXI.
Por último, la gran reflexión y discusión a dar es: ¿cómo vamos a lograr la centralidad del humanismo en las profundidades de las tecnologías de la información, la comunicación, TIC, el aprendizaje y el conocimiento, TAC?