Las multitudinarias marchas ciudadanas por la defensa de la vida de los líderes y lideresas sociales y la vida de los y las exguerrilleras que firmaron los acuerdos de Paz, han conmovido la consciencia del país. Este 26 de julio hemos compartido en las calles del país y del mundo un sentimiento colectivo: queremos paz, que cese la política de la muerte. Hemos reafirmado que somos responsables de nuestro destino colectivo. Salimos a las calles de Colombia y del mundo a defender la vida de los seres más solidarios, las personas que dedican su vida al cuidado colectivo: los líderes y las lideresas sociales; y a defender la vida de quienes eligieron la Paz y el fin de la guerra y dejaron las armas.
Caminamos para defender el derecho a la vida, para defender el derecho a la paz, para defender el derecho a pensar y a actuar con libertad. Caminamos para cuidarnos colectivamente. Y para exigir del gobierno que detenga este genocidio y cumpla con los acuerdos de paz. Que si persiguen y asesinan a los líderes y las lideresas y asesinan a quienes buscan el fin de la guerra, nos están matando a todas, a todos, están haciendo invivible el país.
El gobierno tiene todos los instrumentos para detener esta matanza. Pero no se decide. Ayer el presidente caminó también. Pero en sus palabras de solidaridad redujo las causas sociales y políticas de estas muertes a una: el narcotráfico. ¿Y los reclamantes de tierras, y los líderes y lideresas de barrios, de juntas comunales, de sindicatos laborales, de naciones indígenas, de comunidades afro, de organizaciones de sustitución de cultivos de coca, y las y los exguerrilleros en paz, a todos los está asesinando el narco? ¿Y los que promueven el odio y la venganza? ¿Y los que no quieren la Paz completa y tienen en la violencia y la guerra el modo por excelencia de gobernar y de acumular latifundios y riquezas? No: reducir el conjunto de las causas a solo una es otra forma evidente de la negación. Con ello, de nuevo, el presidente niega las causas políticas y sociales de este genocidio, su sistematicidad. Como lo han hecho reiteradamente su ebrio ministro de Defensa, su ministra del Interior, su mentor, el senador Uribe, y lo proclaman los líderes de su partido político: hace un par de días, su exgerente de campaña, el señor Luigi Echeverri, dijo que los asesinatos a defensores de derechos humanos son producto de "estar metidos en cosas que no son", lo afirmó en la radio luego del evento político en que el presidente Duque le puso una medalla al escritor peruano y político de la derecha hispanoamericana, don Mario Vargas Llosa.
Pero ayer, 26 de julio de 2019, las marchas multitudinarias han revelado un cambio en nuestro sentimiento colectivo, en nuestra emotividad política: las marchas le han advertido al gobierno del presidente Duque, a su mentor, y a su partido: cambien de horizonte, terminen con la política de la muerte, no le pongan más obstáculos a la Paz, cumplan los acuerdos para que salga la violencia de la política y del arte de gobernar: somos una ciudadanía sensitiva, consciente, que sale a caminar con amor y decisión a las calles, a defender la Vida, a defender Paz.