Germán Bahamón, el nuevo gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros, Fedecafé, comenzó su gestión pisando dos veces con el pie izquierdo.
En primer lugar, como es sabido, por el recelo con que el propio presidente Gustavo Petro recibió su elección, y que ha llevado al Gobierno a no publicitar, en una especie de censura teledirigida, muchos de los aspectos positivos en que ha podido seguir trabajando con la Fedecafé, como en materia ambiental.
Y en segundo lugar, por la zozobra y el desconcierto que produjo entre los colaboradores de la Fedecafé un remezón interno reciente por el que salieron altos directivos de las áreas social, ambiental, de comunicaciones, alianzas nacionales y gestión de proyectos, entre otros.
En cualquier organización, al llegar una nueva cabeza, es predecible que quiera hacer nuevos nombramientos. Pero en el caso de la Fedecafé, fueron remociones precipitadas y unilaterales, sin dar a los involucrados la oportunidad de refrendar su apoyo a la nueva administración y poner a su servicio toda la experiencia de años de trabajo juicioso.
Un líder responsable lo que habría hecho es llamar primero a los involucrados y preguntarles si cuenta con ellos para seguir avanzando en sus nuevas prioridades de gestión, en lugar de sacarlos de buenas a primeras, sin darles oportunidad de confirmar su disposición a seguir trabajando en equipo.
Cabe recordar al nuevo gerente que él es solo el capitán del barco, pero no el dueño. Los dueños del barco son los propios caficultores, quienes cada año, en su congreso nacional, fijan la hoja de ruta y el rumbo a seguir para los próximos años.
Y esa hoja de ruta siempre se construye sobre lo construido, retomando y profundizando lo que se está haciendo bien, y simplemente apretando las tuercas de lo que haya que mejorar, pero no borrando de tajo la experiencia acumulada de años en la conducción del rumbo cafetero.
En lugar de sintonizarse con esta sabia tradición cafetera, el nuevo gerente general prefirió borrar de golpe la experiencia que esos directivos de Fedecafé habían acumulado en áreas críticas, dejando ahora asesorarse o endulzarse el oído por personas ajenas al gremio, traídas de afuera, que ya lo están induciendo a cometer graves errores.
Para muestra, un botón. Rompiendo con la tradición de transparencia que siempre ha caracterizado a la Fedecafé en la divulgación de estadísticas cafeteras, apenas a finales de junio, en lugar de a comienzos como era habitual, se publicaron las cifras de producción y exportaciones de café, como si algo se hubiera intentado ocultar o maquillar.
De modo que mucho ayudaría al nuevo gerente Bahamón volver a apoyarse en la experiencia de las propias áreas de Fedecafé y no seguir improvisando con tanto cambio cosmético.
Para poder dirigir el barco, son claves la credibilidad, la confianza y el liderazgo que uno inspire entre sus propios colaboradores, marineros curtidos que a fin de cuentas son esa tripulación que le ayudará a seguir sorteando vendavales, en lugar de valerse de tripulantes inexperimentados.
La Fedecafé siempre ha sido una sabia mezcla de tradición e innovación. Es esa la fórmula que le ha permitido mantenerse vigente por más de 95 años. Y bien haría el nuevo gerente general en no olvidarlo.