El pasado 26 de septiembre, aproximadamente 200 personas de la localidad de Usme participaron en una protesta pacífica que tenía el objetivo de concientizar a la comunidad y a las instituciones sobre los problemas que está generando el relleno de Doña Juana. La caminata de las luces de las 3R (reducir, reciclar y reutilizar) inició en la estatua Usminia, ubicada en la vía al Llano, y terminó en la entrada del relleno. “Ni un solo papel más al basurero”, gritaba la gente mientras invitaba a los vecinos a unirse a la marcha.
Cuando las personas llegaron a la entrada del basurero los esperaba el Esmad, a pesar de que en ningún momento se había presentado algún disturbio. Sin embargo, al ver que no hubo ningún enfrentamiento y las personas estaban protestando pacíficamente, el comandante del Esmad y el jefe de seguridad de la Secretaría de Gobierno se acercaron sorprendidos al grupo y los felicitaron por la forma en la que llevaron a cabo la marcha.
El problema en el relleno de Doña Juana tiene dos caras. Por un lado, a la mayoría de la gente que vive en Bogotá no le importa lo que está pasando en el relleno porque no se está viendo afectada directamente por los malos olores, moscas y roedores que afectan su salud. Según estudios hechos por la comunidad en el hospital de Usme y Villahermosa, los dos principales problemas son bronquiorespiratorios y visuales. Tampoco existe una cultura del reciclaje porque las personas no tienen un sentido de pertenencia de sus barrios. Incluso, de acuerdo con Ricardo Delgado, líder comunal y activista ambiental del barrio Buenos Aires, “las personas argumentan que para qué reciclar si el camión bota todo en el mismo lugar”.
Pero el problema también es responsabilidad de las instituciones, especialmente de la administración distrital. Desde hace más de 10 años existe una propuesta con la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos para enseñarle a las personas cómo deberían reciclar en sus casas. Sin embargo, al día de hoy no se ha avanzado ni siquiera un 1% y la UAESP dice que ese proyecto no existe. Además, el distrito lleva cerca de 14.000 toneladas de basura diarias, a pesar de que el relleno solo tenía vida útil hasta el 2014. En ese año amplió la vigencia hasta el 2022 y ahora, de manera irresponsable, hoy está comprando predios para su ampliación y prolongación hasta el 2050, sin importarle el bienestar y la salud de los habitantes de las localidades aledañas al relleno.
El distrito también ha sido muy permisivo con las empresas privadas como Ecoeficiencia, propiedad de los hijos de Álvaro Uribe, Aseo Capital de Alberto Ríos, esposo de Darcy Quinn y Prosantana, hoy operando con el nombre de Proactiva; quienes han sido los más beneficiados económicamente por el negocio de las basuras.
El 26 de septiembre en la caminata de las luces las personas tenían una propuesta clara: las plantas de tratamiento de residuos sólidos y la pedagogía de las 3R. Con las primeras, es necesario que la alcaldía distrital y la UAESP implementen las plantas con las que se podrá transformar, por ejemplo, el plástico en un sustituto del cemento tradicional; también se podría llegar a reciclar hasta 4.600 toneladas de papel, equivalentes al 30% de la basura que se lleva diariamente al relleno. Además desde la planta de tratamiento se podría sacar gas domiciliario, electricidad y abono de los residuos orgánicos.
Finalmente, la pedagogía de las 3R. implica una política pública ambiental que se implemente continuamente para que genere una cultura del reciclaje y responsabilice a las grandes empresas privadas e industrias que son las que más producen desechos contaminantes que terminan en el relleno de Doña Juana y en las quebradas.
Doña Juana no es un relleno sino un basurero y aun sabiendo que es muy difícil cerrarlo por los intereses individuales de los grandes poderes, es necesario transformar su manejo para el beneficio de toda la comunidad.