Ana Bolena Rodríguez Obregón es una mujer negra de Buenaventura que, durante más de dos décadas, ha dedicado su vida a luchar por los derechos de las personas afrodescendientes en condición de discapacidad y de las mujeres que se dedican a labores de cuidado.
Ana ha transitado su vida en el activismo. Sin embargo, su lucha se transformó cuando su hijo, Juan Sebastián Mosquera Rodríguez, fue diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y comenzó a enfrentar barreras de acceso a derechos fundamentales, como la salud y la educación. En ese momento, ella sintió que su propósito de vida debía enfocarse en trabajar para restablecer los derechos de esta población que pertenece a comunidades afrodescendientes. Por eso, creó la Fundación Asesorarte.
Con respecto a lo anterior, ella manifiesta: “Supimos del autismo cuando Sebastián tenía dos años; en ese momento, en Buenaventura no se hablaba de esta condición. Nos tocó investigar por nuestra cuenta, hacer una especie de 'estado del arte' sobre el autismo. Este proceso también nos permitió conocernos mejor como familia”.
De otro lado, es importante destacar que la Fundación Asesorarte tiene un enfoque étnico. En palabras de Ana: “Nuestras apuestas de liderazgo van hacia las mujeres negras que realizan labores de cuidado y hacia las personas negras en condición de discapacidad. Algunas personas dirán: pero, ¿qué importa? La discapacidad atraviesa de igual manera a todas las personas, ya sean negras, mestizas o de cualquier otra población. No. Cuando uno se pone a observar más de cerca, se da cuenta de que las condiciones de vida de las personas negras con discapacidad están muy por debajo de las condiciones de vida de otros grupos poblacionales”.
La Fundación ha observado que, en Buenaventura, las mujeres afrodescendientes, que viven con alguna condición de discapacidad o con hijos(as) que tiene discapacidad suelen vivir en los barrios más vulnerables, donde los índices de violencia son elevados y los servicios básicos son escasos o inexistentes.
Lo anterior les dificulta el acceso a derechos fundamentales y limita su participación en procesos de liderazgo o en la vida social de sus comunidades, lo que acentúa las inequidades estructurales. Como resultado, tanto ellas como sus hijos e hijas se ven aún más marginalizados de los recursos y oportunidades, perpetuando su situación de precariedad.
A propósito, las labores de cuidado, según ONU Mujeres, son esenciales para el bienestar de las personas y constituyen un derecho tanto para quienes las reciben como para quienes las proveen. Sin embargo, los estereotipos de género han hecho que sean mayormente las mujeres quienes asuman esta responsabilidad sin remuneración, limitando su acceso a ingresos, oportunidades laborales y participación en la vida política y social, además de excluirlas de la protección social.
“En América Latina, las mujeres dedican entre 6.3 y 29.5 horas semanales más que los hombres a trabajos de cuidado no remunerados. Esto representa un total de 8.417 millones de horas semanales dedicadas al trabajo de cuidado no remunerado por parte de las mujeres en la región”. Organización Internacional del Trabajo, 2024.
“Vivimos en territorios complejos. La mayoría de las mujeres negras que tienen hijos con discapacidad no cuentan con empleos que les ofrezcan garantías ni condiciones de vida dignas. En su mayoría, dependen de subsidios estatales. Por eso, nos enfocamos especialmente en apoyar a esta población”. Ana Bolena.
Precisamente, en su proceso de comprender los comportamientos disruptivos de su hijo y de luchar por una mejor calidad de vida para él, Ana comenzó a conocer las realidades de otras familias que estaban pasando por situaciones similares a las suyas, como la vulneración constante de sus derechos. Fue así como ella se armó de valor para crear la Fundación Asesorarte hace 20 años.
Hoy, la Fundación trabaja con 20 familias y su misión es asesorar, apoyar y acompañar a personas en condición de discapacidad, así como a sus familias y comunidades, en la construcción de mejores condiciones de vida, libres de prejuicios.
Ana también es enfática al afirmar que su propósito es lograr que las personas en condición de discapacidad en Colombia gocen de autonomía y tengan acceso a un sistema de atención y protección social inclusivo y equitativo, en el marco de una sociedad que las reconozca y respete desde la diversidad.
Por otra parte, esta valiente lideresa comunitaria manifiesta que “la lucha debe ser antirracista, pero también anticapacitista”. Con esto, quiere expresar que las agendas de incidencia y las reivindicaciones de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, deben incluir a las personas en condición de discapacidad, ya que sus vidas están, incluso, más precarizadas que las de otros grupos que forman parte de estas comunidades étnicas.
Según el Ministerio de Salud (2020), “el 15% de la población con discapacidad pertenece a una comunidad étnica, de los cuales el 26,8% se autorreconoce como persona negra o afrodescendiente”.
Además, Ana resalta la importancia de utilizar un lenguaje respetuoso e inclusivo, tanto en las dinámicas organizativas como en los diversos ámbitos de la sociedad. Ella señala: “Nos tratan con conmiseración, ‘¡ay, pobrecita ella, que tiene su hijo enfermito!’. Aclara que no busca inspirar lástima; por el contrario, su objetivo es que la sociedad, y en particular los procesos organizativos de las comunidades afrodescendientes, sean más empáticos con sus luchas, incorporándolas y visibilizándolas en sus agendas para generar sistemas de apoyo efectivos.
La Fundación Asesorarte es una de las 58 organizaciones territoriales que hacen parte del ecosistema de trabajo colaborativo para la justicia étnico-racial de las comunidades afrodescendientes del Pacífico colombiano, liderado por Pacífico Task Force. Su presencia en este espacio ha posibilitado su participación en diversos programas y proyectos orientados a fortalecer su agenda de incidencia.