Teófila Betancourt es una lideresa comunitaria que se autorreconoce como mujer afrodescendiente y rural. La figura de Teófila brilla en la costa del Pacífico caucano porque es un referente para las mujeres de Guapi y Timbiquí. Esto gracias a su liderazgo enfocado en el fortalecimiento de la soberanía y seguridad alimentaria, así como en la recuperación de la cocina tradicional, que se venía perdiendo en estos territorios del Litoral Pacífico.
Teófila Betancourt. Créditos Fundación Chiyangua.
Teófila fundó hace 30 años (en 1994) la Fundación Chiyangua, la cual lleva el nombre de un ingrediente insignia de la cocina tradicional de la Costa del Pacífico caucano. En palabras de esta lideresa:
“La Chiyangua es una planta medicinal que también se utiliza en la alimentación. En otros lugares se le conoce con el nombre de cilantro cimarrón. Esta planta se adapta a casi a todos los territorios. Antes de ser domesticada, ella esparcía sus semillas y en los espacios que llegaba se quedaba. Y si hablamos de cimarronaje este también hace parte de nuestro legado e identidad étnica”.
Por todo lo anterior, Teófila decidió nombrar a su fundación Chiyangua. Ella destaca que, al igual que esta planta, su objetivo fue expandir su agenda de incidencia a nivel territorial y consolidar una presencia fuerte en diferentes espacios para hacer resistencia.
La Fundación Chiyangua tiene como eje transversal la defensa de los derechos humanos y étnico-territoriales de las mujeres afrodescendientes rurales. En ese sentido, Teófila enfatiza que las mujeres rurales enfrentan mayores dificultades que las mujeres urbanas. Debido a lo anterior, su apuesta es visibilizar el rol de la mujer rural en distintos espacios y contribuir a la consolidación de diversos procesos organizativos en los que ellas sean protagonistas.
Al respecto, la lideresa expresa: “Podemos decir que hoy un 95% son mujeres rurales empoderadas en términos económicos, de participación, de incidencia y en la toma de decisiones, pensando en ellas y para ellas”.
Créditos: Fundación Chiyangua.
Teófila narra de manera anecdótica que todo comenzó cuando regresó a su territorio tras haber enfrentado diversas violencias relacionadas con el machismo y el racismo. Fue entonces, a través de su madre, quien vendía productos en 'La Galería', que comenzó a interactuar con otras mujeres y a conocer dinámicas organizativas que ya estaban surgiendo en Guapi.
En ese proceso, a Teófila se le dio la oportunidad de representar, por primera vez, a la Costa Pacífica del Cauca en un primer encuentro de mujeres cimarronas. “Me designaron y participé en el evento. Recuerdo que allí teníamos que hacer una presentación de 30 minutos, y casi todas las mujeres que estaban presentes eran politólogas o trabajadoras sociales. Teófila, a duras penas, había terminado el bachillerato, así que había mucha diversidad. Sin embargo, gracias a ese encuentro, identificamos muchas falencias y, a partir de allí, comenzamos a construir redes y a visibilizarnos como mujeres negras rurales”.
Esta experiencia le dio a Teófila las fuerzas necesarias para comenzar a construir un proceso de trabajo colectivo con otras mujeres y algunos hombres. Así fue como comenzaron a recuperar los cultivos de azoteas con plantas medicinales, aromáticas y condimentarias, una práctica que se había perdido en Guapi y en municipios cercanos como Timbiquí. Esta labor es esencial para el fortalecimiento de la soberanía y seguridad alimentaria, así como para la preservación de la identidad étnico-territorial de las comunidades afrodescendientes del Litoral Pacífico colombiano.
Créditos: Fundación Chiyangua.
Los cultivos en azoteas son estructuras elevadas donde se siembran plantas medicinales y aromáticas, que son esenciales para conservar las prácticas gastronómicas y la medicina ancestral, además de proteger semillas en vías de extinción.
Entonces, “empezamos a hablar de azoteas en cada comunidad y a construirlas, también a intercambiar semillas. Es así como resultamos trabajando en los cinco ríos*: Guapi Bajo, Guapi Alto, Napi, San Francisco, Guajuí. Teófila Betancourt
De la misma manera, Teófila expresa que: “Las azoteas nos volvieron un elemento político, porque a partir de allí empezamos a hablar de seguridad y soberanía alimentaria, medicina tradicional, defensa de los derechos humanos, también de etnoeducación y de la comunicación como un elemento transversal”.
Gracias a este trabajo articulado entre mujeres, Guapi se llenó nuevamente de azoteas. Esta experiencia fue tan exitosa que también se implementó en Timbiquí. Además, el colectivo de mujeres comenzó a comercializar en el mercado las plantas que cultivaban en sus azoteas.
“Nosotras empezamos a hacer grupitos de plantas para vender en el mercado. Cada día llevábamos de 5 a 20 ataditos, que vendíamos a 200 pesos cada uno. A veces se vendían y otras veces no, porque la gente había cogido la costumbre del Maggi. Entonces, comenzamos con más fuerza a hacer los talleres y los intercambios de cocina tradicional. Hacíamos comida en el parque y en el muelle donde arriban las lanchas. Así fue cambiando la dinámica. Hoy seguimos llenando el mercado de plantas”.
Créditos: Fundación Chiyangua.
Gracias a este empuje y resistencia de Teófila, junto a otras mujeres rurales, ella es hoy una embajadora de los saberes culinarios del Pacífico colombiano en importantes espacios a nivel nacional como el Festival de Música Folclórica del Pacífico Petronio Álvarez, también en eventos como Anato en Bogotá, la vitrina turística más importante del País. Su voz también ha llegado a otros países a eventos como Terra Madre Salone del Gusto en Turín (Italia), también ha visitado Perú y Marruecos, solo por mencionar algunas de sus experiencias.
El trabajo de la Fundación Chiyangua es invaluable, ya que ha logrado la recuperación de productos, semillas y recetas tradicionales que se habían perdido. Gracias a estos esfuerzos, la Fundación ha creado diversas publicaciones etnoeducativas que salvaguardan la identidad étnico-territorial de las comunidades afrodescendientes de la costa caucana. Un ejemplo de esto es el libro de cocina titulado “Desde las azoteas: recetario cultural. Reencuentro con la culinaria afrocolombiana en Guapi”, publicado en coautoría con la Universidad del Cauca.
Por otro lado, es importante recordar que la defensa de los derechos étnico-territoriales y humanos de las mujeres afrodescendientes rurales es un trabajo transversal de la Fundación. Esta labor ha permitido visibilizar la participación de las mujeres en la construcción de la paz. Además, Chiyangua hizo una contribución significativa en la elaboración de un informe especial de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) sobre las Violencias Basadas en Género (VBG) en el contexto del conflicto armado colombiano.
A propósito, Teófila afirma: “Hoy contamos con las azoteas no solo para cultivar plantas para la nutrición o la medicina, sino también como espacios que incorporan elementos políticos, de incidencia, defensa de derechos humanos y autonomía”.
Esta gran lideresa afirma que no se trata de ella, ya que hay muchas mujeres trabajando arduamente en sus comunidades. Lo que más la enorgullece es que muchas de ellas son mujeres rurales. Teófila siente que, gracias a este trabajo de 30 años, hoy hay más diálogo sobre igualdad y respeto en los hogares de su territorio. Además, muchas mujeres han fortalecido su autonomía económica. También enfatiza que algunos hombres están cada vez más conscientes del verdadero papel que desempeña la mujer en la familia, la sociedad y el municipio.
Créditos: Fundación Chiyangua.
Actualmente, la Fundación Chiyangua está articulada al ecosistema de trabajo colaborativo de Pacífico Task Force. Gracias a esto, la Fundación ejecuta un proyecto encaminado a seguir fortaleciendo los avances logrados. Esta iniciativa se denomina Azoteas de saberes y sabores: estrategia de fortalecimiento de la seguridad y la soberanía alimentaria de los niños, jóvenes y grupos de mujeres en el municipio de Guapi. Este proyecto beneficia a cuatro organizaciones y a tres escuelas de Guapi y sus zonas rurales.
La Fundación Chiyangua es una de las organizaciones territoriales (entre Consejos Comunitarios, organizaciones de base e instituciones educativas) del Litoral Pacífico que hacen significativos esfuerzos para conservar la biodiversidad en el territorio. Es por esto, que una de las grandes apuestas de la COP16, que se lleva a cabo en Cali, es lograr el reconocimiento de las comunidades afrodescendientes como guardianas de la biodiversidad.
Créditos: Fundación Chiyangua.
Valga destacar que el Litoral Pacífico es poblada en su gran mayoría por comunidades afrodescendientes que tienen una sabiduría ancestral en torno a la conservación de la naturaleza, y cuyas prácticas culturales están fuertemente arraigadas a sus territorios, y, por ende, a los ecosistemas que allí habitan, como los manglares, ríos y bosques.
A propósito, les invitamos a participar en el evento que organiza Pacífico Task Force en el marco de la COP16, titulado Pacífico Task Force: una apuesta interseccional por la justicia ambiental en Colombia, el cual se llevará a cabo el 24 de octubre a la 1:00 p.m., en la Cámara de Comercio de Cali. En este espacio, se presentarán tres experiencias de liderazgo comunitario que expondrán sus iniciativas para la conservación de la biodiversidad. Además, extendemos la invitación a conocer la programación abierta al público en la Zona Verde, donde encontrarán más iniciativas que destacan el liderazgo de las comunidades afrodescendientes en la defensa y el cuidado de las diversas formas de vida que habitan en sus territorios.
*Se refiere al trabajo con comunidades que habitan en las riberas de estos ríos.