Relato de un paseo ficticio por el Mundial de Brasil

Relato de un paseo ficticio por el Mundial de Brasil

"La final era entre Brasil y mi selección Colombia"

Por: Marlon Martínez Martínez
junio 11, 2014
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Relato de un paseo ficticio por el Mundial de Brasil

Tenía tantas ganas de ir a Brasil a verme la final del Mundial. Así que hice el Balotelli; conté con mucha suerte porque me lo gané. Me hice Millonarios en un instante. Compré un tiquete en la aerolínea de vuelos Lahm y pronto estuve en la tierra de la samba y las garotas.

Cuando arribé, decidí ir a conocer un poco. Me fui caminando y sin saberlo, llegué a una de las favelas de Sao Pablo. Me di cuenta que varios tipos me venían siguiendo. Aceleré el Passo pero me alcanzaron; me dijeron que si les compraba un kilo de Drogba y Jô les dije con un tono directo que no iba a comprar ninguna Drogba. Entonces me rodearon y me sacaron varias Navas. Uno de ellos era Moreno y tenía el pelo Crespo, me dijo que le diera el Black-Barry.

–– No me Robben, no me Robben –– Les rogué.

Un hombre que pasaba por esos lados vino a Inter-venir para que no me molestaran. Al parecer era Cristiano; hablaba y vestía como un Pastore de esos que siempre van a Alaba a las iglesias.

–– Muchachos, ustedes son la Juventus de hoy y el futuro de mañana –– les dijo el hombre que parecía Cristiano ¬–– Tomen el camino del bien.
Uno de los ladrones, que tenía un Persie en la Nasri, le dijo:

–– No sea Pato, viejo, y mejor váyase antes que le saquemos Kaká por Elano.

Un pelado que estaba parado en el tiro de esquina comenzó a gritar: - ¡Saquensela, jodanlos a los dos! – y Jô le respondí: - No seas tan Carbonero, pelado -. Entonces el pelado me contestó: - Carbonero será tu Modric- y Jô le grité: - ¡La tuya, Goycochea!

Otro de los delincuentes me instó para que le diera rápido el Black-Barry.

–– I ker pasa si no te lo doy –– le dije.

–– Ah, no me lo vas a dar ¬–– me dijo con una voz amenazante.

Entonces me pegó una trompada en la cara. Me dejó el ojo Morata y por un momento quedé vIsko. Eso me sacó de Casillas y le devolví la trompada. Salí corriendo y me metí a un Callejón sin salida. Los hombres me alcanzaron y me llevaron a un Rincón. Jô le comencé a rezar a la Virgen Di María y a todos los Santos de Brasil y de todo el mundo y, como que escucharon mis plegarias porque llegó un Soldado con un fusil y una Granada y me rescató. Le di las Grecias al Soldado y me fui de ese lugar.

Paré un Carrick marca Honda. Le dije al conductor que me llevara a un lugar agradable. Cuando íbamos por el centro, frenó en Dzeco. Le pregunté por qué había frenado en Dezco y me respondió que había visto cruzar un gato negro y, como estaban en tiempo de Quaresma, los consideraba aves de mal Agüero.

–– ¿Me dijo que quiere ir a un lugar agradable? –– Me preguntó.

–– Sí ––le contesté.

Me llevó donde las putas. Pero qué putas de lindas. Me fui con una bien sexy a un motel. Cuando llegamos me comenzó a besar en la Boca Jr. Se comenzó a desvestir; primero se quitó el Brasil y le vi la Arteta. Luego se quitó el pantalón y los pantis y quedé absorto en ese Japón, era el Japón más grande que había visto. Me quitó toda mi ropa y me agarró La Copa del Rey.

–– Uy, papi, Tevez rico, Tevez Sabroso –– Me dijo –– Se la voy a chupar para que Götze.

Jô le dije –– Mami, usted es muy bella. Debería estar en una agencia de Moledo y caminando en una Passarella.

Ella me lo comenzó a chupar; cuando estuve Parolo, me lo mordió y se echó a reír. La verdad eso a mí eso no me hizo ninguna Grecia.

–– Por qué me lo muerdes –– Le pregunté.

–– Ay, papi, es que te sabe a Bianchi.

Se tiró en la cama y no me gustó mucho cuando me abrió las piernas. Tenía la Bocanegra. Pero tenía una vagina grande, enorme, parecía una vagina de Bacca.
Ella se cansó de estar arriba, así que hicimos un Cambiasso. Me pidió que la Levante pero no pude. La puse, entonces, contra un Muriel y comencé a darle tan Fuerte que casi le Quito la Vidal.

–– Uy, papi, tú eres un Tigre. Pero más suave, muñeco, cuidado me Mata –– Dijo.

Cuando terminé, me pidió que le tirara la Elche en la cara para hacerse una mascarilla. Nos quedamos tendidos en la cama y soltó un Teo. Eso me dio rabia porque el Teo era bastante hediondo.

Me Levante de la cama. Busquets mis pantalones y, al no encontrarlo, le pregunté dónde estaban y me dijo que los había metido en el Klöse. El Klöse era Cuadrado y con un diseño antiguo; estaba muy oscuro, así que tuve que encender una Lampard. Luego le pregunté por mi cartera y, señalándome con el índice, me dijo: –– Ayala puse.

Me preguntó que si ya me iba y Jô le dije que primero tenía que ir al baño porque me atacaron unas ganas de Kagawa. Cuando terminé me miré al espejo y me peiné. Me dejé un Copete en el pelo que se me veía bien.

Cuando me iba le pregunté cuánto era y me dijo que mil dólares. Qué Varanne, le contesté y le pagué con puro billetes de cien. Observó uno cuidadosamente y me preguntó si era falso. Jô le dije, no te preocupes, Nani, es Real.

Cuando Abrí la puerta para irme, me dijo desde la cama:

–– ¿Mi Vidic, cuándo Welveck por acá?

Jô le respondí sin mirarla:

–– Uno de estos Díaz, Reyna,

Como todavía la noche estaba joven, decidí ir a un Bartra. Llegué a uno bastante sofisticado y moderno. Cuando me dirigía a la barra brava, se me armó tremendo Lío porque tropecé y le hice derramar su cerveza por accidente a un man como de dos metros de alto y contextura gruesa; se parecía a Hulk, el increíble. El tipo me miró fijamente y su Boca retorcida denotaba ira. Me señaló el líquido en el piso y me dijo:

–– Ahora la lames del suelo.

–– ¡Qué! –– Le dije.

El me alzó por el cuello de la camiseta y me dijo con un tono más imperativo:

–– ¡Lamela, Goycochea!

–– Jô me zafé rápido y le respondí como acostumbramos en la Costa Caribe:

–– ¡No voy a lamer una Mundial!

El gigante me sacó un revólver, me apuntó y apretó el gatillo, pero nada. Luego sacó una pistola calibre 22, la puso en frente de mí, la accionó y nada. Se levantó la Botta del pantalón y sacó un 38 corto, pero nada. “Este man es un Arsenal ambulante”, pensé. Como ninguna de sus armas tenía Ballack, me sacó una Navas. Pero esta vez iba preparado para jugar a la defensiva; así que también me Armero y le saqué una Navas. Caminó con decisión y me tiró un viaje que logré esquivar. Jô aproveché, le tiré fríamente con la Navas y lo Piqué en la espalda. Jô creí que la herida había sido contundente y bajé la Guardiola. Pero el tipo se abalanzó rápidamente y trató de puyarme en la barriga, y me Puyol. “Un poco más adentro y me jode los Quiñones”, pensé. Pero me repuse de inmediato. Levante la Navas y lancé otro viaje nuevamente contra mi Rivaldo, pero la Pelé y el man me golpeó fuertemente en la espalda y caí lesionado.

Me Levante y no me dieron ganas de seguir con esa Perea absurda. Me Lavezzi la herida con alcohol. El barman al verme de espalda me dijo: Dante la vuelta para ver esa herida. Jô me di la vuelta y volvió a decirme: Ponte hielo para que no te Arda.

Cuando me senté otra vez en la barra brava, llegaron unos Estudiantes de la Plata, Huila. Le dije a uno de ellos que se mandara una fría y me dijo que estaba Peláez. Jô les dije: –– ustedes valen Mundial. Vienen acá a Brasil y vienen sin plata––. Uno de ellos me ofreció un yogurt, pero al verle la fecha de vencimiento le dije que no que eso estaba Benzema.

Miré a una Messi y una joven rubia me estaba Miranda fijamente. Decidí entonces ir a hablarle. Le pedí un Thiago de ginebra al barman, lo tomé y traté de concentrarme. Me dije a mí mismo: “Coentrao, Coentrao, Mauro”. Llegué a su Messi y me di cuenta que estaba comiendo una ensalada de Cevallos. Jô encontré un Ramos de rosas y se lo ofrecí. Cuando iba a hablarle, me atacaron los nervios y comencé a hablar Gago. Pero tomé confianza nuevamente y me dije:

–– Tu sonrisa es como la ‘Joya’ más hermosa y el tesoro más Preciado del Palacio de mayor excelsitud en el mundo.

Ella pareció sonrojarse. Me miró y trató de exaltarme:

Te vi combatir cuerpo a cuerpo con ese grandulón –– Me dijo –– Pereaste como un verdadero Guerrero.

La invité a bailar una ragga y ella accedió. Cuando bailábamos esa canción que dice “Pepe, Pepe, Pepe…” se me paró la Copa del Rey y sentí vergüenza. “Khedira está hembra si se da cuenta, pensé, ¿Khedira, que soy un enfermo?” Cuando nos sentamos otra vez le conté un chiste y ella me dijo que Jô era buen Buffon. Luego llegó el novio; era un tipo alto y flaco, parecía estar en los puros huesos. Parecía un Scheloto, estaba Rakitic. Asi que me dije: “Uyy esto no es conmigo, Jô mejor me Pinto de colores”.

Me fui para mi apartamento. Cuando desperté me senté en el balcón a contemplar el paisaje de Brasil: observé el Alba, la Ribéry, la Villa, toda la Costa, las Montaños, las Torres, el River…

Luego vino un empleado del hotel y me brindó una taza de Cafú y unas galletas. Dejó el resto del desayuno. Jô lo observé un instante y, al analizar su uniforme, le dije sarcásticamente:

–– Pareces un Militar.

–– No, señor –– Me respondió seriamente –– Jô no Milito en ninguna parte.

Miré el reloj y me di cuenta que era un poco Tardelli; la final era ese Díaz y había que estar temprano en el estadio. Cuando salía del apartamento noté que había una Biglia encima de un atril, la miré de soslayo y sentí un poco de desconcierto porque soy Mateo.

Llegué al estadio Maracaná. La final era entre Brasil y mi selección de Colombia. Sin embargo, algo ocurrió porque olvidé por completo quién se coronó campeón. Es más, no sé si en realidad estuve en Brasil o si solo fue un sueño ilusorio.

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