Reinventar la mente: ¿una tarea posible?

Reinventar la mente: ¿una tarea posible?

"Si estás deprimido estás viviendo el pasado. Si estás ansioso estás viviendo el futuro. Si estás en paz estás viviendo el presente". (Lao Tse)

Por: DIEGO MARIO ZULUAGA OSORIO
noviembre 14, 2023
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Reinventar la mente: ¿una tarea posible?

Caminamos frente a una jornada en donde nuestro pensar, actuar, habitar y hasta cuidar de la vida, requieren de un cambio sustancial pero sin romanticismos ni instrumentalización, sino dentro de una propuesta de un cambio de paradigmas sin límites y en busca de la transformación del modo en que llevamos nuestra existencia, en donde podamos tener conversaciones extensas con el interior del ser humano (Villamizar, 2023), identificando eso que ocupa el espacio y el tiempo, adaptarnos a esos nuevos mandatos del pensamiento vital, para cuidar la complejidad en que se ha convertido la permanencia en este universo.

Para entender ese fenómeno hay que decir, que todos hemos sido condicionados por nuestro entorno, social y familiar para comprender la vida de una manera determinada, de ahí que la mente esté encarcelada dentro de ese invisible conceptual, que ha permeado precisamente el concepto de verdad, sabiduría y amor; elementos fundamentales para edificar esa espiritualidad que tiene que ver con el creer, con el experimentar y el universo nihilista parte integrante del ser humano.

Y es que “el verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con ojos nuevos” (M. Proust), pues al nacer, nuestro cerebro no está del todo desarrollado, no podemos valernos físicamente ni ser autosuficientes, precisamente tendrán que pasar los años para madurar esa consciencia y ser capaces de autodeterminarnos, autoobservanos para poder conquistar ese diálogo interior, generando un proceso de sanación y transformación para recolectar todos esos elementos que permitan reconectarnos con nuestra verdadera esencia, para demostrar esa influencia liberatoria y trascendente, para conscientemente poder sobrevivir.

Un recordatorio en la sociedad de la vanidad

La guerra entonces es cómo concebir el otro potencial, ese que se convierte en enemigo del hombre, ese que indisciplina, que es irresponsable y nos quita el compromiso permanente de fluir para el cuidado mutuo y ese potencial que nos vincula con el valor del individuo, aquél que domina el ego que se lleva ese comportamiento racional, dejándonos con el sufrimiento de no conseguir lo que queremos.

El impulso salvífico que reacciona automáticamente frente a la perturbación, generando por un lado una victimización y por el otro alimentando al inconsciente para la defensa, hacen que la respuesta de la mente no observada sea percibida equivocadamente o con una realidad de ilusiones, de trampas y engaños para superar; llevando a que el cerebro y la mente son dos cosas diferentes. El primero es un órgano tangible y material, mientras que el segundo es intangible e inmaterial (Vilaseca). La mente entonces es un instrumento que percibe, que intercepta, que evalúa, que reflexiona, que memoriza y que imagina, teniendo al cerebro como ese empaque o contenedor desde lo neurológico, con el que podemos fantasear, pensar que algún día la humanidad tendrá contacto directo con esa civilización que se ha perdido y que intentamos recuperar, teniendo como base la historia y su evolución.

El mundo se ha convertido en esa pantalla en la que proyectamos eso que llevamos dentro y también en ese enrome espejo en el cual reflejamos lo que hay en nuestro interior.  Una dicotomía que hay que entender, ese mecanismo de proyección (ley del espejo) que muestran lo que somos, del cómo nos comportamos con el otro, lo que queremos desde nuestro hacer, saber y actuar.

Desadaptar esas emociones que a veces son imposibles de sostener como: soledad, tristeza, miedo, melancolía, envidia, soberbia, vanidad, inseguridad, cobardía, ansiedad, angustia, culpa y otras tantas que nos conducen a la desesperanza, no dejan actuar eficientemente a la hora de enfrentar los retos y nos convierten en seres torpes existencialmente, atascados en el tráfico experiencial que influye en nuestra forma de pensar.

“No en vano, todo el sufrimiento tiene su origen en la mente” (Borja Vilaseca), en vez de juzgar y condenar a la mente, hay que aprovechar ese malestar como lo que verdaderamente es: Un despertar de eso de lo que estamos dormidos, o mejor superar ese parásito psíquico que convierte ese sufrimiento en fuente de amargura, en algo que podamos hablar compulsivamente con aquello que nos distingue de lo animal: la lógica y la razón.

“Si estás deprimido estás viviendo el pasado.

Si estás ansioso estás viviendo el futuro.

Si estás en paz estás viviendo el presente.”

Lao Tsé

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