“Yo acabo de salir de la cárcel y podría estar robando, pero prefiero trabajar honradamente”, decía el hombre de rostro huesudo en el transporte público con una caja de dulces, mientras en la pretina de su pantalón se asomaba con poco disimulo el mango del puñal oxidado, como fino recordatorio a la solidaridad. Esa imagen regresó a mi mente cuando el entonces presidente del senado Juan Manuel Corzo pronunció: “Prefiero no robar al Estado y que me paguen la gasolina”, esto en medio del escándalo que suscitó al revivir el subsidio de gasolina a los congresistas. Con un salario de senador se hizo tristemente célebre la frase: “No tengo cómo pagar gasolina de dos vehículos”. Colombia en uno de esos pocos casos de castigo electoral no lo reeligió en el año 2018. Pero perder el apoyo popular no significa dejar de estar adherido a la ubre pública, así en el año 2019 fue designado embajador de Colombia en Cuba. Con un salario, según Decreto 33 de 2008, de 8900 dólares (sin contar primas, vacaciones, gastos de representación, auxilios y bonificaciones).
De forma similar alrededor del servicio diplomático se han encontrado casos como los siguientes: hija de Noemí Sanín - cónsul en Londres, hermana de Paloma Valencia - cónsul en Miami, esposa de César Gaviria - embajadora en Egipto, hijo de Fabio Valencia Cossio - embajador en Indonesia. Tradicionalmente estos cargos pasan desapercibidos para la mayor parte de la población hasta que llega una pandemia, momento en el cual se espera salgan a relucir todos los dotes de los que hacen gala en sus hojas de vida.
Esta inesperada coyuntura ha desnudado las falencias de las personas designadas a estos menesteres. Tal fue ese el caso de la cónsul en Argentina María Clara Rubiano, quien respondió de la siguiente forma a una colombiana que buscaba acceder a un vuelo humanitario: “Esta es una experiencia difícil… espero les deje la enseñanza a los jóvenes que creen que con estudiar alcanza”. Su desafortunada respuesta y el registro que quedó de ella llevó a que el presidente Iván Duque la retirara de su cargo. ¿Cuál debería ser entonces la medida a tomar con el embajador y el cónsul de Colombia en Cuba?
Mientras desde países como Estados Unidos se han coordinado más de 20 vuelos, México 9 y Perú 5, de La Habana a la fecha ha salido un único avión con destino a Colombia desde que se cerraron los vuelos internacionales; aquel en el cual estuvo involucrado el senador Gustavo Petro, hecho que pudo ser un factor para dinamizar el proceso. Desde aquel momento se ha prometido un segundo vuelo que ha sido cancelado en más de cuatro ocasiones.
Ante la poco eficaz labor de los diplomáticos, los connacionales trasladaron sus esperanzas al reinicio de los vuelos internacionales en el mes de septiembre, pero estos han sido pospuestos nuevamente sin una fecha segura en el horizonte. De esta manera, la suerte de los colombianos que se encuentran en Cuba recae nuevamente en una gestión que a la fecha deja mucho que desear, hasta que el gobierno central tome cartas en el asunto.