Que el presidente de Colombia haya sido invitado a dormir en el palacio de Buckinham es a todas luces un honor para nuestro país, así a muchas personas esto les duela o les de rabia. Ni siquiera el nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, recibió una invitación de ese tenor, que se reserva la corona para Jefes de Estado que representen un país verdaderamente importante para el Reino Unido.
Me dirán que precisamente eso puede estar buscando Inglaterra, hacer negocios con Colombia. Si así fuera, ¿qué tendría de malo? El crecimiento de una nación está directamente relacionado con las inversiones y los flujos de capital. Entonces si la invitación está acompañada de un guiño a los empresarios británicos para que inviertan aquí, pues eso bienvenidos, así toque alojarlos en Anapoima.
Me dirán que Santos se lagarteó esa invitación. Cosa risible, porque no me imagino a nuestra canciller llamando a la reina a decirle: Chavita, ¿qué tal si pasas un fin de semana con nuestra pareja presidencial? Eso no es con lagartería, las relaciones internacionales no se tramitan así o de lo contrario ya debería haber dormido en ese palacio cualquier lagarto con plata, como por ejemplo Berlusconi en su época dorada.
Me dirán que lo invitaron porque se ganó el Nobel de Paz. Puede ser. Pero eso también es un honor. ¿Qué tal que en lugar de esa invitación lo hubieran cogido preso como le pasó a Pinochet que al llegar a Gran Bretaña lo detuvieron por asesino? En cambio, a nuestro presidente lo respetan, lo tratan de igual a igual, le brindan todos los espacios para que explique la situación de nuestro conflicto y le ofrecen inversiones y ayuda para el posconflicto.
Parece que nunca ha sido tan cierto ese dicho de que aquí nos morimos más de envidia que de cáncer. Eso se nota en algunos dirigentes incapaces de ocultar la profunda molestia porque Juan Manuel Santos está en una gira exitosa, recibiendo todo tipo de respaldos y reconocimientos por su esfuerzo para lograr la paz.¿
Las palabras de Álvaro Uribe
dejaron claro
que el rencor lo está consumiendo
Eso es lo que dejan entrever las declaraciones de Álvaro Uribe cuando supo lo que Santos había dicho en el parlamento británico para explicar las razones de que el No ganara el plebiscito. Sus palabras dejaron claro que el rencor lo está consumiendo. No puede creer que se le reconozcan méritos por cosas que para él son traiciones o entregas al castrochavismo.
Ganar el Nobel de Paz, el otro Nobel de la Iglesia Católica, dormir en el palacio de Buckinham, hablar ante el Parlamento, son honores que engrandecen a Colombia frente a la comunidad internacional. No le pasa esto a Maduro, ni a Correa, ni a Evo, ni a ningún presidente latinoamericano.
Grave sería lo contrario, que fuera cuestionado por autoritario, por ladrón, por violador de los derechos humanos. Grave la mirada que se tenía de Colombia hace 10 años, grave, que los países recomendaran a sus ciudadanos no visitarnos. Grave que a las giras internacionales las acompañaran protestas. Grave eso que pasaba en las épocas de Uribe.
Para que la envidia y la rabia contra Juanma siga creciendo solo faltaría que de este viaje real salga el noviazgo del príncipe Martín Santos con alguna de las nietas de la Reina Isabel y quedemos emparentados con la nobleza. Eso sí que le dañaría la digestión a más de uno.
Conste, que no estoy lagarteando para que me inviten ni siquiera a la Casa de Nari, esa a la que se puede entrar hasta por el sótano.
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