Las universidades en general, muy concretamente las de EE. UU, se han burocratizando a pasos agigantados. En el país del norte, en las universidades públicas los burócratas superan a los profesores por un fator de 2.2 a 1; y por un factor de 2.7 a 1 en las universidades privadas. (En Harvard, donde emplean a mas de 7.500 burocratas, la relación es 3.1 a 1) ¿Qué ha llevado a esa proliferación de burócratas? Básicamente son dos la razones: la primera es el énfasis en dar cumplimiento a la la ola “woke” y de “corrección política” que hoy se impone en las mayoría de las universidades estadounidenses y que ha permeado en buena parte de las instituciones de alta educación en el mundo, incluyendo Colombia. Esta burocracia llega con el mandato de imponer exclusivamente una sola pauta de conducta, dándole rienda suelta a conductas protofascistas que, entre otras, impiden la entrada a los campus universitarios de todo aquel que no se ajusta a la ola “woke’ o que pueda ser considerado “politicamente incorrecto”. En Colombia, recientemente la Universidad Javeriana le prohibió acceso al politólogo argentino Agustín Laje. Por otro lado, La Universidad de Los Andes descalifica a los “medios masivos de comunicación” porque “han venido haciendo uso de supuestas condiciones de salud mental o cognitivas del presidente Petro para explicar conductas cuestionables sobre su desempeño público”. Un segundo factor que ha incidido en la multiplicación de los burócratas es la tendencia de nombrar subordinados que a su vez nombran a más subordinados y que justifican no solo su autoestima, sino los altísimos salarios que devengan. Un reciente estudio de la Universidad de Ohio afirma que en general de cada 1.000 burócratas, sobran 400, cuyo despido puede conllevar a lo una disminución en el costo de la matrícula de un 20 por ciento.
Pero a la hora de la verdad no es la burocratización el principal problema que enfrentan las universidades, sino su propia relevancia.
Instituciones, principalmente en el campo técnico, ofrecen formar profesionales con rigurosas aptiudes prácticas a un costo infinitamente inferior al de una universidad convencional inundada de burócratas y no de profesores
Un reciente artículo del Economist señala varias instituciones, principalmente en el campo técnico, que ofrecen formar profesionales con rigurosas aptiudes prácticas a un costo infinitamente inferior al de una universidad convencional inundada de burócratas y no de profesores. El artículo cita, entre otras, una institución creada por Sir James Dyson, el fundador de los revolucionarios implementos de hogar como las aspiradoras. Según las estimaciones del propio Dyson, para el año 2020, solo en ese país, el sector de ingeniería demandará un millón de profesionales más de los que existen en la actualidad, que demuestren competencias en software, hardware y electrónica. En asociación con la Universidad de Warwick, el programa de estudio del instituto ofrecerá un grado de formación en ingeniería, de cuatro años de duración. Los estudiantes, que no deberán pagar ninguna matrícula, serán empleados en Dyson, recibirán un salario por su trabajo y participarán junto a mentores y personal de investigación en los proyectos en curso. En Colombia gradúan al año 5.400 ingenieros, cuando requiere entre 80.000 y 100.000. El país saca cada año 13.000 abogados, de los que sobran 10.000.
Es buena hora que las universidades despierten y se den cuenta formar autómatas “políticamente correctos”, que al final del día tienen mucho más contacto con un burócrata que con un profesor, y que muchas veces lo que terminan es alimentando el ejército de desempleados, no es el camino correcto. El mundo necesita es a jóvenes que sepan enfrentar los problemas del mundo real y que sean capaces de adaptarse a circunstancias laborales cada dia más cambiantes.
