Cuando usted aumenta ipso facto la intensidad horaria en un curso de artes o natación para su hijo lo hace con el fin de ver resultados más prácticos e inmediatos, ¿o no? Pues bien, eso esperan los maestros en este momento tras el anuncio del retorno a las aulas.
Sus hijos, a raíz del confinamiento por prescripción del gobierno, se encuentran aproximadamente desde el 16 de marzo (en medio del ostracismo) en un curso intensivo de valores, respeto, humildad, solidaridad, cultura política, ciudadana, preservación del patrimonio público y la naturaleza, utilización adecuada del baño, disciplina, uso significativo del tiempo libre, hábitos de estudio, lectura, autocuidado, lavado, planchado, cocina, organización de su cuarto, implementación de un lenguaje respetuoso y universal (buenos días, permiso, por favor, me equivoqué, gracias, disculpe, felicitaciones, reconozco sus esfuerzos y logros, también de usted aprendo), etc. Un curso en su propia casa dictado por los padres de familia. ¿Se imagina usted el paraíso en el que vivirán las escuelas y colegios cuando retornen de manera física sus hijos nuevamente a las instituciones educativas?
Los estudiantes no humillarán a sus compañeros por la marca del celular, ropa, reloj, cuadernos o por el sueldo y trabajo de sus padres, cuando suelen compararse. Saludarán, se despedirán, reconocerán sus faltas y habrá respeto por los compañeros, personal de servicios y maestros. No harán copialina, utilizarán adecuadamente los baños, no rayarán pupitres ni paredes, no dejarán el patio del descanso lleno de basura, vendrán abundantes en autonomía con todas las tareas hechas y con calidad y llegarán cada día al colegio con las lecturas preparadas y con un capital cultural adquirido producto del roce social con su respectiva familia. Traerán su maleta limpia, el uniforme bien presentado, y no se perderá un lápiz ni una sola aguja. Cargarán ideas maravillosas sobre cuidado del medio ambiente, recetas de cocina, cultura política y ciudadana.
Eureka, qué emoción esa "nueva normalidad" con la que los docentes se encontrarán, cuando de acuerdo a las medidas sanitarias de bioseguridad se pueda retornar de forma segura a las instituciones educativas. La vida impuso a los estudiantes de todos los colegios una nueva lógica, en un curso superintensivo donde padres y padrastros asumieron (o más bien continuaron) el rol de maestros, lo cual indica que sus hijos serán el reflejo de todo lo que ustedes les enseñaron durante más de siete meses de educación para la vida, donde el currículo se basó exclusivamente en la vida y el ejemplo.
Llegó la hora en la cual la escuela citará a los estudiantes con sus padres (si la situación lo amerita) e indagara por qué después de más de siete meses de curso intensivo en educación algunos llegaron a la institución con señales o indicios de envidia, inclinación por la trampa, discriminación, xenofobia, matoneo, bullying, falta de autonomía, poca humildad, ausencia de modales y expresiones de irrespeto por su otredad.
Sin embargo, de antemano la escuela sabe que eso no va a ser así, pues si algo nos enseñó la pandemia en la vida es que la familia es la primera escuela y los padres son los primeros maestros. De ese modo, el sueño "eternamente" aplazado en este narcoestado fallido y corrupto de construir un mejor país comienza sin duda alguna desde el seno de las familias, pues desde allí se enseña a veces lamentablemente a odiar, envidiar, hurtar, traicionar, competir y engañar, o en su defecto a amar, felicitar, compartir, ayudar, dialogar, solucionar, emprender, saludar, agradecer, pensar de manera crítica, vivir y dejar vivir (que es lo ideal).
¡No vayan a salir con cuentos chimbos papitos! Recuerde que lo que los profesores van a ver en el salón de clase cuando vuelvan a las escuelas será una fiel copia de lo que los estudiantes aprendieron y apreciaron con sus propios ojos en la casa de sus padres, porque ustedes fueron y siguen siendo los permanentes y directos responsables de un currículo familiar que desarrollaron de manera intensiva durante todo este tiempo de pandemia. La evaluación se verá reflejada en el ejercicio de la convivencia en las escuelas.
Por todo lo anterior, a mí personalmente la "nueva realidad" en las escuelas y colegios me genera muchas expectativas y una profunda emoción, por lo tanto: ¿hablar en la pandemia de una generación perdida?, ¡a otro con ese cuento!