Es conveniente recordar que Colombia tiene prohibida la aspersión aérea con glifosato o cualquier otro herbicida para combatir los cultivos ilícitos. La Constitución Nacional de 1991 establece su prohibición en los artículos 79 y 81 del Capítulo III de los Derechos Colectivos y del Ambiente; precepto este aceptado por la Corte Constitucional.
En ese sentido, el vicepresidente del gobierno de turno anterior, general Naranjo, así lo comunicó a los Estados Unidos. Existe ya suficiente experiencia, tanto en Colombia como en el mundo, de que el glifosato no acaba con los cultivos de coca por una sencilla razón: las plantas de coca, marihuana y amapola no son hierbas, son arbustos. Y contra estos nada hizo la poderosa bomba química y biológica que se utilizó durante 37 años a dosis diabólicamente inconcebibles (Roundup: glifosato activado con POEA, Cosmoflux y Cosmo In-d) a dosis de 60 litros al 44% por hect. + Paraquat, Tebuthiuron, el hongo Fusarium Oxysporum, de lo que no se informaba a las autoridades y menos a la población. Y los resultados fueron negativos, pero con el lastre de las enfermedades no transmisibles (ENT), como lo afirma el gobernador de Nariño.
Un estudio estadístico realizado por un grupo de médicos de Santa Marta, asesorados por la Universidad del Valle, entre el año 1 al 5 de este siglo 20, en la población existente entre la Sierra Nevada y Santa Martha, inundada de coca y marihuana, encontró la escandalosa cifra que a nadie le llamó la atención: 500 casos de cáncer por 100.000 habitantes y por ese estilo las demás patologías no transmisibles. Cultivos estos que luego se extendieron al Tolima, Huila y regiones aledañas, presumimos que con los mismos resultados. Comparando esta cifra con los 97 casos de cáncer x 100.000 habitante encontrados en nuestro estudio estadístico realizado por nosotros en el departamento del Meta, en el último de los diez años de dicho estudio, de 1985 a 1995. En este departamento no existían cultivos de coca, por lo que solo se fumigaba con Roundup ultra, sin los demás elementos para combatir, estas sí, las “malas hierbas” en los cultivos de arroz, soya y sorgo, a dosis de tres litros al 1% por hectárea. De las ENT solo menciono el cáncer para ser breve.
En el estudio bioquímico del glifosato, resumiendo, encontramos que este actúa a nivel de la mitocondria celular, disminuyendo la generación de moléculas energéticas de Adenosín Trifosfato (ATP), con ruptura del equilibrio funcional del tejido, debilitando el sistema inmunitario del mismo y desplazando del Ciclo de Krebs la vitamina B2, reduciendo con ello la generación de energía, que va a ser reemplazada por los Radicales libres, generadores de las ENT, como el cáncer. De esta manera, se logra comprobar práctica y bioquímicamente que el glifosato da lugar al síndrome metabólico, de donde surgen las enfermedades no transmisibles, por lo que en caso de duda debe acudirse, responsablemente, al principio de precaución. Aquí no hemos hablado de sus efectos ambientales y sociales que dejamos para otra ocasión.
Creo que está en mora la realización de un debate entre los defensores del uso indiscriminado de estos productos y quienes a ello nos oponemos con argumentos científicos, para una mayor información de la población, la que sufre las consecuencias.
