Por fin algo está uniendo a la sociedad colombiana honesta y trabajadora: el asco frente a lo que está pasando con la política colombiana que se refleja claramente en los oscuros y denigrantes episodios de la contienda electoral actual. Desde el intelectual más refinado hasta el personaje, hombre o mujer, más sencillo, siente repugnancia por lo que estamos viviendo actualmente. Mientras los indicadores económicos son positivos, y se observan algunas mejoras en los índices sociales, la política está destrozando a este país. Contradicción mayor no habíamos vivido en esta convulsionada Colombia.
Pareciera que toda esta degradación que se había venido manifestando desde tiempo atrás en esos partidos políticos desacreditados, llenos de corrupción, vacíos de propuestas y sobre todo sin autoridad moral para atacar los graves vicios de los cuales muchos han sido alcahuetas, hizo metástasis en esta campana presidencial. No hay límites y todo ha sido permitido en esta loca obsesión de llegar al poder a toda costa, a todo precio.
Sin duda, el método Uribe contaminó a todos, porque en el fondo lo han considerado exitoso y como la justicia cojea, se han venido legitimando las chuzadas, las calumnias, el odio y la división agresiva entre las familias que han dominado el poder en el país. Estilo Pinochet y de muchos de los dictadores del Cono Sur. Lo que nos faltaba. Pero además nada más perverso que la reelección que también se la debemos al expresidente Uribe. Esto del candidato presidente no funciona en este país y debe surgir un llamado nacional a acabar con esta modalidad que le abrió paso a todas estas acciones perversas que hoy vivimos. Este país no se merece este tipo de gobernantes.
Por todo esto surge de nuevo la opción del voto en blanco que no debe interpretarse como una oposición a la paz. Todo lo contrario. Todo colombiano o colombiana sensata, que debemos ser la mayoría, se la juega por la paz y no por la guerra y por ello votar en blanco no quiere decir apoyar a estos belicosos irresponsables que están en primera línea. Pero es inaudito que tengamos que ser manejados por esta forma de hacer política.
Y también le cae agua sucia, muy sucia al sector privado. Y más aún, a ese 1 % de la población que tiene el 30 % de los ingresos del país. Sus reacciones van más dirigidas al tapen, tapen, que a pedir claridad para conocer la verdad. Eso de solicitar mesura en estos momentos donde es la democracia colombiana la que está en juego como dice el fiscal, es inadmisible. No es hora de ser suaves y prudentes. A reclamar transparencia señores y señoras de los sectores privilegiados, porque no estamos dispuestos a que nos vuelvan a echar la mugre debajo de la alfombra.
El voto en blanco es la señal de protesta de los demócratas que asumen su compromiso de votar como todo ciudadano responsable pero que quiere ver otra dirigencia, otra política, otra sociedad. Se imaginan el mensaje si el voto en blanco, para ser realistas, ocupa el segundo lugar en la primera vuelta? Cómo sería la segunda ronda. Un remezón político de profunda trascendencia se daría en ese país. Por eso nunca como ahora debemos dejar de protestar con los mecanismos que nos da la democracia: el voto en blanco.
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