Hasta el próximo 28 de abril estará abierta la convocatoria para que los representantes de las personas que prestan servicios sexuales, se inscriban y puedan participar en la reglamentación de esta actividad.
Es indignante que mientras en el mundo se realizan toda clase de esfuerzos para abolir la prostitución y la explotación sexual, en Colombia se esté buscando reglamentarla y dignificarla como trabajo. La prostitución no es un servicio, es la forma de violencia contra la mujer más antigua que existe. Por supuesto, esta iniciativa no podía venir sino de un hombre.
Las causas, las circunstancias en las que se desarrolla y las secuelas están más que documentadas alrededor del mundo, ¿Cómo es posible que legislemos para perpetuar una cultura patriarcal que deja siempre en desventaja a la mujer y la diversidad sexual? ¡Vaya manera de avanzar!
Hay estrategias que funcionan como la de Suecia, castigar fuertemente a quien la consume y brindar alternativas, protección y garantía de derechos a quienes la padecen y la sufren, en su gran mayoría, niñas, mujeres y población LGBTI, sin descartar aunque con menor presencia, o por lo menos eso se cree de niños y adolescentes.