Mientras nos tienen entretenidos con los juegos macabros entre imperialismos, fascismos y capitalismos en el occidente asiático, llegan las cruciales elecciones del 13 de marzo en Colombia, en las cuales podría acontecer el mayor fraude de la historia.
Para nadie es un secreto que grandes contingentes de la población colombiana se mamaron del status quo, del narcoestado reinante, que solo nos ha traído injusticia e inequidad social, atraso, violencia, corrupción, inseguridad, caos… Tampoco es un secreto que ese narcoestado reinante del cual han hecho parte reconocidos criminales como Memo Fantasma y Ñeñe Hernández es el dueño de la Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría, la Registraduría, de todos los órganos de control.
También todos sabemos que la narco-oligarquía colombiana históricamente se ha caracterizado por ser demasiado mañosa y violenta. Le robaron las elecciones a Rojas Pinilla, asesinaron a Gaitán, a Galán, a Jaramillo Ossa, a Pardo Leal, a Pizarro.
Frente a esos magnicidios, las dinámicas merlanistas de compra y trasteo de votos, alteración del censo y actas electorales, coacción armada, amarre de contratos y componendas burocráticas serían apenas un juego de niños. Bien lo dijo el magnánimo Camilo Torres Restrepo “en Colombia quien escruta es quien elige”.
En estos días previos, esas dinámicas merlanistas deben estar funcionando a todo vapor especialmente en las regiones para las elecciones a la Cámara de Representantes, que son las más vulnerables al fraude y a la corrupción.
En el Atlántico, la casa Char, aprovechando la increíble impunidad que goza debe estar replicando con desbordada conchudez su modus operandi.
En el Cesar, el hijo de Jorge 40 debe estar robándole una de las curules de paz a las verdaderas víctimas, convirtiéndose en victimario, al igual que su progenitor.
En el Meta, Reinel Gaitán, el mayor deforestador de Colombia, debe estar aceitando todo para que su clan familiar obtenga la mayor cantidad de poder posible.
Y así, en La Guajira, los Santanderes, el Tolima, el Valle, el Chocó y en todos los departamentos, criminales enriquecidos con el narcotráfico, la ganadería y el lavado de activos se van tornando poderosos caciques electorales a partir del fraude, la corrupción y la violencia.
De nada nos sirve votar bien para presidente si permitimos que las mafias nos impongan nuevamente un Congreso podrido. Estamos en la era digital, la de las redes sociales y los youtubers, en la cual fácilmente con un celular con buena cámara y un paquete de datos, de forma casi instantánea, podemos tornar públicas prácticas que hace un par de décadas era complicado desenmascarar.
Nada garantiza que las denuncias sean atendidas, pues los organismos de control están cooptados por el narcoestado, y la comunidad internacional está entretenida con la tensión bélica en el occidente asiático.
Pero es necesario construir un abundante acervo probatorio que nutra los libros de historia. El pueblo y la juventud, en su infinita sabiduría y creatividad, sabrán cómo proceder. Entonces organice su parche de amigos y vecinos, sean veedores ciudadanos… registren, graben y divulguen el fraude…