No hace mucho caminaba por el centro de Bogotá cuando de repente me crucé con un grupo de personas que recolectaban firmas para que los habitantes de la calle tuvieran una vida digna. Conociendo la situación de algunos de esos habitantes decidí indagar por lo que parecía ser una noble y buena causa. Estaba con esfero en mano casi listo para firmar, hasta que uno de los voluntarios me explicó que la idea era mandar a todos esos desechables, indigentes, pordioseros, prostitutas y prostitutos a unos terrenos baldíos en los llanos orientales. Inmediatamente guardé el esfero y completamente indignado le reclamé por tremenda idea nazista y totalmente desconectada del modelo constitucional en el que vivimos. El voluntario no se inmutó y me explicó con un tono sínicamente compasivo, que la idea era darle derechos a esas pobres personas que han sido olvidadas y de paso limpiar las calles de Bogotá, que para él, estaban llenas de desechos de los indigentes.
Se trata de una iniciativa liderada por Regina Betancourt de Liska, más conocida como Regina 11, que fue candidata presidencial en tres ocasiones y senadora de Colombia entre 1991 y 1995. La noble causa de la ex senadora consiste básicamente en enviar a la fuerza a todos esos desechables, como ella les llama, a los llanos orientales, porque para ella, no sólo se están violando los derechos de esos pordioseros, sino que también se están violando los derechos de los transeúntes y del medio ambiente. En otras palabras, lo que la señora Betancourt pretende, como un gesto del más sincero amor, es aislar a los habitantes de la calle, es recrear campos concentración como los que existieron al principio de la segunda guerra mundial. Sólo para poner un ejemplo, Regina 11 en su página web cree firmemente en que: “Hay que pedirle al gobierno que despoje las calles de indigentes y sean trasladados al campo para rehabilitarlos y al tiempo adquieran el conocimiento para sembrar la tierra y con este procedimiento, se descontamina la ciudad y se enriquece el agro”.
Luego de intentar conservar la calma respecto a semejante iniciativa, pensé que ésta no tendría éxito y que en el estado actual de las cosas, con un Constitución de por medio y con plena convicción en los Derechos Humanos, muy pocas personas pensarían como piensa el grupo de Regina 11. Inmediatamente me di cuenta que no podía estar más equivocado. Sólo a manera de ejemplo, aún en algunos sectores de Bogotá, Cali y Medellín se reparten panfletos donde se advierte que se asesinarán a las putas, ladrones, transexuales y maricas. Es más, existe un grupo en facebook que tiene como propósito denunciar a los ladrones, en donde los ciudadanos suben videos pegando y amenazando de muerte a los ladrones que cogen en flagrancia. Sí, muchos colombianos aún creen que se debe aislar y matar a todos aquellos que de alguna u otra manera le hacen algún daño a la sociedad.
La limpieza social, las golpizas hasta hacer sangrar a los ladrones, y las ideas de Regina 11 esconden la misma problemática, una misma carencia de los ciudadanos de a pie. En efecto, ideas como las de la ex senadora, que buscan “devolverle la humanidad y derechos a los habitantes de la calle”, irónicamente, refleja la incapacidad que tenemos de reconocer al otro como un ser humano. Esos ideales desconocen que ya no vivimos en un Estado totalitario, sino que ahora nos encontramos en un Estado Social de Derecho, en donde se privilegia la vida, la dignidad, la libertad y la diferencia. Un Estado con un Sistema Constitucional erguido bajo la ideología de derechos humanos, donde la exclusión de cierto grupo de personas resulta a todas luces totalmente inaceptable.
Sin duda alguna, en lo único en que estoy de acuerdo con la señora Regina 11, es que sí existe una violación directa de los derechos fundamentales de los habitantes de la calle, y que ellos han sido olvidados no sólo por el gobierno sino también por la ciudadanía. En efecto, tal y como lo manifestó la Corte Constitucional en sentencia T-323 del 2011, los habitantes de la calle se encuentran en una situación de debilidad manifiesta, que exige que el Estado intervenga de manera inmediata. Efectivamente, la situación en la que viven los habitantes de la calle en Colombia no puede ser ignorada por el Estado y requiere soluciones prontas, precisas y eficaces, tales como las que está adelantado la alcaldía de Bogotá con los Camad.
Si bien el gobierno debe empezar con urgencia a reconocer los derechos de los habitantes de la calle y a implementar políticas de salud pública para ayudarlos, nosotros los ciudadanos también tenemos una gran labor. La solución en definitiva no es crear campos de concentración en Colombia, ni matar a aquellos que delinquen, la solución empieza en reconocer al otro como un igual, que veamos al habitante de la calle, no como un desechable sino como un individuo más, que es merecedor de derechos como cualquier otro colombiano. En definitiva, la solución comienza cuando nosotros los ciudadanos, en nuestras propias mentes le devolvamos la humanidad a quienes se las hemos quitado sin darnos cuenta.
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Nicolas_M0
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