Mientras usted lee estas líneas, están agonizando y muriendo colombianos, consecuencia de un aterrador sistema. Si bien soñáramos con encontrarlo entre los mejores como se afirmó recientemente en un maniqueísmo de la llamada posverdad … si podría asegurar que es uno de los que más gente mata en el mundo.
Es fácil decir: con la vida no se juega y tampoco se negocia, nada más lejano de la realidad, algunas de las empresas prestadoras de servicios de salud EPS e IPS en Colombia, no solo negocian con la salud, si no que también la secuestran y asesinan.
Cuando a usted le privan de la libertad, su vida entera se detiene, no hay vida social, no hay viajes, se interrumpe el estudio, se truncan los sueños.
Y al otro lado se secuestra una familia entera, que ante la ausencia del ser querido, ve con impotencia como crece su rabia y descontento contra un estado incapaz de protegerle. Familias cuyos recursos, ahorros, propiedades y esperanzas se van disipando ante las falsas expectativas de libertad.
Tal y como le sucede a Rosa Liliana Betancourt Martínez y familia, una mujer diagnosticada con un agresivo cáncer en el pulmón izquierdo que además ha hecho tumores metastásicos en diferentes partes de su humanidad.
Esta circasiana, administradora financiera de 41 años de edad, madre de dos hijos, está siendo secuestrada por las directivas de Cafesalud. Su movilidad se encuentra totalmente reducida, ya no tiene vida social, toda posibilidad de estudio y de trabajo está truncada. Además, ahora por sus dolencias es incapaz de hacerse cargo de sus hijos.
Un crimen que no se perpetra en una pesca milagrosa, ni surge como caso fortuito de la delincuencia común o la insurgencia, ¡NO! El secuestro de la salud de los colombianos es masivo, consecutivo y sistemático, con el agravante que durante toda nuestra vida profesional y laboral lo financiamos hasta con el 12.5 % de nuestro salario mensual.
Liliana sobrevive cual secuestrada apegándose a cualquier luz de esperanza en la espesa selva de intereses económicos de quienes orquestan y permiten privaciones de servicios, medicamentos y diagnósticos. De quienes en lapidarias palabras asesinan y masacran de manera silenciosa a cientos de colombianos.
Mientras tanto, Rosa Liliana en su penoso cautiverio, espera día a día la respuesta de atención por la EPS Cafesalud quien a pesar de haber autorizado las radioterapias y quimioterapias ante Oncólogos de Occidente en la ciudad de Armenia- Quindío, continúan sin dar la prestación del servicio debido a la falta de renovación del convenio con la E.P.S, según lo expresado por las directivas de la IPS.
Su familia al otro lado de la cama busca con desespero mediante acciones de tutela señales de supervivencia. Como la recibida recientemente cuando una Juez municipal ordenó a Cafesalud y Oncólogos de occidente brindar de manera inmediata el tratamiento requerido por la paciente.
Pero como cualquier señal de supervivencia, el júbilo llegó cual inyección sanguínea oxigenando y alimentando una anémica esperanza. Pronto su efecto se ha disipado entre fotocopias, trámites y disculpas.
Pareciendo que ni siquiera la ley tiene potestad y autoridad sobre el viciado sistema.
Esperamos una inmediata liberación de la salud de Rosa Liliana que no sea un asesinato más, silencioso e indiferente del Régimen Contributivo de la muerte en Colombia.