'Regias reveladas: fotos contra la indiferencia'Retratar la miseria es muy fácil.
Es cierto, imagínese la situación: el ojo está bien entrenado para buscar esas imágenes predispuestas en nuestro imaginario (basura, miseria, dolor, hambre, etc.). El ojo espera encontrar esos elementos. Inmediatamente imaginamos la foto, un ángulo en picado para dar sensación de vulnerabilidad, un blanco y negro para producir más desolación (o al menos un tono azulado), un primer plano a la ropa rota o a cualquier rasgo que pueda indicar miseria.
No solo funciona con miseria, realmente se aplica a cualquier estereotipo: lo extravagante, lo étnico, lo exótico, básicamente lo que hace al otro tan diferente del yo. Registrar lo que todo el mundo ha dicho ya de esos sitios y comunidades es redundante, es continuar alimentando esos estigmas e imaginarios.
Claro, estas facetas no son del todo falsas, ni carecen de mérito. La fotografía como demanda, como memoria o como registro también es necesaria. El problema está en quedarse ahí, en una sola faceta. La actitud facilista de muchos de mostrar lo que todos quieren ver, reforzar esos imaginarios porque finalmente es lo que vende, sin reflexionar en cómo esto afecta a la comunidad retratada; pensar que la imagen es inofensiva es ingenuo y peligroso.
En el caso de situaciones de vulnerabilidad, la imagen que pretende generar compasión tiene efectos contrarios. Lo que estas imágenes logran (o la saturación de este tipo de imágenes) es un sentimiento de distancia con ese otro; una sensación de impotencia ante una realidad inalterable, el “así son las cosas”. Nadie espera nada diferente de estas personas retratadas.
Ajustar al otro en estereotipos tan marcados, ya sea por escrito o por imagen, tiene implicaciones graves. Volver a ese otro un personaje lejano, peligroso, inalterable y sin agencia termina por deshumanizarlo, por quitarle valor y finalmente descartarlo al grupo de los “desechables”. Ese es el poder de la imagen sin mayor contexto, sin las complejidades detrás de esas problemáticas retratadas.
Las fotos terminan hablando más del fotógrafo que del retratado. Realmente en cualquier intento de representación, visual o escrita, hay detalles que delatan al investigador (caras de confianza, cercanía a la gente, comodidad, tipo de datos, anécdotas, etc.). Durante mi trabajo, he tenido la suerte de estar junto a comunidades muy variadas. A pesar de las diferencias, encuentro algo común en mis retratos (escritos y visuales): el humor, la risa. Me recuerdan el momento con la persona, la relación creada y todo el camino y esfuerzos que llevaron a la sinceridad de esa sonrisa; la persona y su esencia. Una sonrisa real se delata más por los ojos que por la boca.
Creo que ha sido mi forma de ver a los otros, ver el lado más humano; más lo que nos une que lo que nos separa. Situaciones cotidianas, cosas con las que todos podemos identificarnos; cosas que a muchos se les olvida que pueden darse hasta en los más raros, lejanos o peligrosos lugares. Para llegar a esas representaciones hay que interactuar, crear vínculos, ser más humano y menos investigador/fotógrafo.
El investigador/fotógrafo debe dejar de esconderse tras el lente, debe humanizarse; interactuar y permitir que ese “otro” tan distante se acerque. Dejarse retratar, recordar que también es el otro desde la mirada opuesta. Dejar a un lado la cobardía de esconderse tras el lente, tras el diario de campo, tras el logo institucional, tras lo que sea que se use como forma de escudo frente a la comunidad con la que pretende trabajar, desnudarse ante ellos, mostrarse humano; vulnerable.
Trabajando con PARCES ONG hemos tenido encuentros amargos con la representación mediática, periodistas que editan nuestros discursos para sonar más dramáticos, fotógrafos e investigadores sin escrúpulos que nos buscan para sacar sus productos sin exponerse de más; buitres que se sienten decepcionados cuando la realidad que les mostramos es menos “gore” de lo que esperaban. Finalmente, con o sin nuestra intervención, muchos logran sacar sus productos, publicar sus tesis, fotos, artículos al mejor postor; a la comunidad no le queda nada, ni la noticia de dónde fueron a parar sus retratos y bajo qué titulares.
Pensando en esto, lanzamos un proyecto de auto representación, una exposición fotográfica tomada por una de estas comunidades. “Regias reveladas: fotos contra la indiferencia”, es un proyecto en el que mujeres trabajadoras sexuales se representan mediante la fotografía, exponiendo otras caras que el público desconoce. Espero que su trabajo le muestre al público una versión más integral de estas madres, amigas, hermanas, compañeras de lucha con las que tenemos el honor de trabajar en conjunto. Los invito a ver este producto, a ver qué tienen en común con ese otro, a veces temido o alienado, a tumbar esos estigmas.
Parafraseando a Robert Capa, si tus fotos no son buenas, no te acercaste lo suficiente.
“Fotografiar es apropiarse de lo fotografiado. Significa ponerse a sí mismo en una relación con el mundo que se siente como conocimiento y, por lo tanto, como poder”. Susan Sontag
* Directora de Asuntos Públicos – PARCES ONG
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