Cuando en un desliz inesperado, Claudia se anticipó a enterrar por tuit esta alianza, muchos como caímos en un profundo desconsuelo que nos llevó a pensar que las cartas de la renovación política también se enterraban ese día. Guardadas las proporciones reviví la desolación que sentí cuando asesinaron a Galán. Simplemente esa y esta vez también nos quedábamos en manos de los mismos, con las mismas, con los crespos hechos.
Afortunadamente personas cercanas a los protagonistas, empezando por Iván Marulanda y el propio Robledo salieron al ruedo para evitar que se terminara la confianza y se fueran cada uno por su lado. La generosidad de Claudia y Fajardo también fue clave, entendieron a tiempo que los errores, cuando son de forma y no de fondo, se superan. Dejaron atrás sus egos y en dos días alcanzaron los acuerdos que no había sido posibles en dos meses.
Faltó que se pudieran unificar las listas del Polo con las de Compromiso Ciudadano y Alianza Verde. Habría sido una bancada enorme, con gran fortaleza para enfrentar esa derecha que se está armando con el Centro Democrático, el Partido Conservador y todas las vertientes cristianas que se les unan.
Habría sido una bancada enorme,
con gran fortaleza para enfrentar esa derecha que se está armando
con el Centro Democrático, el Partido Conservador y las vertientes cristianas
Quiero creer que las dificultades legales para armar coaliciones fueron las causas, puesto que el líder del Polo Democrático demostró tanta amplitud en los acuerdos que no creo que los impedimentos para unir estas listas se hayan debido a ninguna objeción política. Quedaron sí en un mismo equipo los representantes de Fajardo y los de la Alianza que ahora deberán jugársela por separado con el Polo, disputando votos que deberían ir hacía un mismo lado.
La otra estrategia que no se logró fue la de ir con listas cerradas. Hay la tendencia a creer que cuando se trabaja con voto preferente los candidatos de la lista trabajan más… podría ser, sobre todo cuando se trata de la vieja política, esa que no se apoya en partidos, ni creencias, la del personalismo y la clientela. Esa que le funciona muy bien a los politiqueros, pero que va en contravía de conformar bancadas sólidas e identificadas en el propósito de renovación.
Eso fue lo que demostró el Centro Democrático que se presentó por primera vez hace cuatro años, sin historia política y poquísima recordación y logró un resultado muy importante, pero además fue lo que le permitió a Uribe mantener una bancada de oposición cerrada, impenetrable. Habría que ver qué hubiera pasado si esos votos fueran conseguidos por cada uno de los 17 senadores del CD. Estoy segura que muchos habrían caído en la mermelada y se habrían dejado arrastrar fácilmente hacia las mayorías del gobierno.
Los beneficios de una lista cerrada son muchos. No importa si quien se atrevió a usarla fue Álvaro Uribe, que ahora desconfiando de su propia estrategia y hizo el ejercicio contrario del voto preferente o lista abierta. Esperemos a ver cómo le resulta esta bancada.
Pero ya las cartas están jugadas y nos fuimos a las parlamentarias con dos listas que podrían haberse unido y con la operación avispa dentro de cada una. Esa operación de la que hablaba López Michelsen, que en un momento de crisis, para salvar al Partido Liberal estableció que era mejor el “sálvese quien pueda” y por ese camino se fue deteriorando tanto la ideología liberal que dio paso a figuras tan antiliberales como Viviane Morales. Ojalá no le pase eso al Verde o al Polo y tengamos bancadas coherentes respaldando a Fajardo.
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