Refundar la patria: el gran proyecto de Uribe

Refundar la patria: el gran proyecto de Uribe

"Esa fue su estrategia para terminar con el largo proceso de resistencia social que pervivió al magnicidio de Gaitán y al exterminio oficial de su movimiento político"

Por: Julio Enrique Forero
julio 15, 2020
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Refundar la patria: el gran proyecto de Uribe
Foto: Leonel Cordero - Las2orillas

En el último capítulo de Matarife, la serie sobre Álvaro Uribe, su creador, Daniel Mendoza Leal, camina meditativo por la carrera séptima de Bogotá. En el fondo resuena la garganta encendida de Jorge Eliécer Gaitán. Al llegar al sitio donde el dirigente popular cayó asesinado, Mendoza se detiene frente a las placas conmemorativas incrustadas en lo que ahora es un sitio de memoria. Gaitán lo acompaña con su voz: “¡Detestamos a esta gente que odia al pueblo y cree que a la raza colombiana se le pueden volver las espaldas y que el país político puede jugar con los dados de su actividad sobre la túnica de nuestro patriotismo!”.

La refundación de la patria fue la estrategia trazada por Álvaro Uribe para terminar con el largo proceso de resistencia social, tanto civil como guerrillera, que pervivió al magnicidio de Gaitán y al exterminio oficial de su movimiento político que, en la década de los cuarenta, estuvo ad portas de alzarse con el poder. Buscaba ampliar, de manera obscena, y lo alcanzó, el poder de terratenientes, empresarios, banqueros y grandes transnacionales. Lograrlo requería pacificar al país, para lo cual contó con el apoyo de grandes narcotraficantes y grupos paramilitares.

Empezó entonces por tejer un relato distorsionado sobre el pasado, que negara las causas reales del conflicto, salvara de la responsabilidad histórica y material a sus perpetradores y le imprimiera legitimidad a su ultraderechista discurso reformador.

La memoria de ese pasado, el cual había que aniquilar, se mantuvo siempre vivo en las tareas de la Casa-Museo Jorge Eliécer Gaitán y era, sin duda, un palo en la rueda para el ideal de refundar la nación. Su destrucción implicó la ejecución de un trabajo metódico para borrar su presencia, que, por su honda persistencia en el alma popular, se mantenía como bandera izada capaz de unificar el descontento social, masificar la participación ciudadana y despertar lo común del pueblo colombiano.

El psiquiatra Luis Carlos Restrepo fue el ideólogo de la cruzada contra el gaitanismo. La estrategia la plasmó en 1988, en el artículo La sangre de Gaitán, en el que invita a enterrar la memoria del líder popular. Considera que “cuando una cultura empieza a convertirse en campo de difuntos insepultos —que nos acechan con su hedor (sic) para que derramemos de nuevo sangre y saciemos sus anhelos de venganza— se hace imprescindible aclimatar la profesión de enterradores”. Restrepo fue comisionado de paz de Álvaro Uribe y huye desde 2012, año en que la Fiscalía le imputó cargos por un falso positivo en el que escenificó la desmovilización de un frente guerrillero.

Para solapar la cruzada contra el gaitanismo, Uribe buscó una institución aliada que gozara de prestigio, para transferir la administración y los bienes de la Casa-Museo y en general del Exploratorio Nacional, que se alza en su contorno y cuya misión es despertar la participación ciudadana y orientarla al alcance de una democracia directa. ¡Horror! En la Universidad Nacional encontró un gran socio.

Moisés Wasserman, quien fue rector de la institución, una vez posesionado pareció sumir la Casa-Museo en el abandono. A partir de entonces todo cambió en el sitio que fue por más de setenta años el corazón del gaitanismo. Las guías a los visitantes, que en los días dorados versaban sobre la grandeza del pueblo colombiano y el legado emocional e ideológico del gran líder popular, se transmutaron en un lenguaje fúnebre, en donde lo que adquirió importancia fueron los tres balazos que acabaron con la vida de Gaitán el 9 de abril de 1948.

Liquidar la entidad, sitio de culto del gaitanismo, para entregarla a la Universidad Nacional, requería una sólida justificación. No dudó en elaborar una triquiñuela a través del agente liquidador, que resonó en los oídos de la opinión pública. Gloria Gaitán, hija única del caudillo, en cuyas manos estaban las riendas de la institución, fue acusada de malos manejos. Le entablaron 44 demandas, administrativas, fiscales y penales. Quince años después, ninguna fructificó.

Hoy la Casa-Museo está cerrada y sus muebles y objetos se pudren en unos sótanos mohosos que sin contemplación están acabando con el inapreciable patrimonio histórico de la nación. La Universidad Nacional, cual Pilatos, se lava las manos.

Pero Gaitán es un hombre demasiado grande para ser borrado de un plumazo. Su ascendencia social y el respeto por su integridad personal están sólidas en la memoria colectiva. Es el referente moral y democrático por excelencia del país,

Lo saben los departamentos de propaganda de las organizaciones criminales aliadas con el gobierno de Álvaro Uribe. En 2008, un nuevo grupo paramilitar, conformado por antiguos militantes de las Autodefensas Unidas de Colombia, con el propósito de sacar réditos políticos a la grandeza de Gaitán y a la vez desorientar a la población, se autodenominó gaitanista. La idea tuvo que parecerle genial a Uribe, ponía a Gaitán de su lado. Nadie en el gobierno levantó la voz para detener la afrenta, ni en el siguiente ni en este. Ha sido ardua la tarea de la familia Gaitán para detener el crimen. A regañadientes voceros de las instituciones del Estado y medios de comunicación empiezan a dejar referirse al grupo delincuencial con el nombre que apropiaron. La persistencia ha dado algún fruto, ante la presión el gobierno ha decidido llamarlo Clan del Golfo.

El año pasado, Enrique Peñalosa, cercano al uribismo, cedió en comodato la Casa-Museo a la Universidad Nacional, pues aunque el ente académico la administra, el bien figura a nombre de la alcaldía. La familia y los seguidores de Gaitán claman porque el inmueble sea devuelto a sus legítimos herederos. Por ahora cursa una solicitud para que la alcaldesa Claudia López rescinda el comodato y tome la administración del inmueble en manos del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Se busca impedir que el genocidio al pueblo gaitanista, el magnicidio de su líder y el posterior memoricidio se fundan integral e irremediablemente, como lo planeó el matarife.

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