A diferencia de las aves que viajan libremente por los aires, Dios ha dado a las personas el mundo por hogar
Brillante. Accesible. Sencillo. Así es Sami Naïr, el autor de esta monumental obra que se lee en un abrir y cerrar de ojos por la fluidez de la narración y la impecable utilización de sus fuentes.
En este análisis buido y penetrante, Naïr propone un catálogo de soluciones, viables, para contrarrestar el mayor drama de la historia de la humanidad: la de los refugiados; aquellos que huyen de la guerra, la violencia y la persecución.
A las costas de Europa llegan, todos los días, seres humanos que arriesgan sus vidas y las de sus familias buscando un lugar para reubicarse y emprender una nueva vida: Proceden de Siria, Afganistán, Irak, Eritrea, Paquistán y Somalia, principalmente.
Entre la batería de propuestas que da el autor en esta obra, se encuentran: “Aumentar el número de entradas legales, pactar con los países emisores, incentivar políticas de desarrollo local mediante la cooperación descentralizada, instaurar documentos de ida y vuelta para facilitar la libertad de circulación y de trabajos temporales; cooperar con la creación de mercados regionales en la vecindad europea, favorecer la creación de empresas locales generadoras de puestos de trabajo, poner en marcha un gran plan para el desarrollo de África y ayudar a los países del entorno del mediterráneo a solucionar sus conflictos para que sean capaces de crear una cooperación Sur-Sur”.
Bien valdría la pena que los gobiernos del Club de los 28 hagan un listado de las necesidades de puestos de trabajo en la Unión Europea para que, asimismo, de acuerdo a los requerimientos laborales que existan en cada país miembro de la eurozona puedan, de esta manera, acoger a los refugiados, que en su gran mayoría, pertenecen a la clase media, personas que tienen algún nivel de estudio, y, que podrían suplir la mano de obra que requiere una Europa envejecida.
En síntesis, Refugiados es una radiografía donde se entrelazan elementos políticos, económicos, sociales, y, medioambientales, causas generadoras del desplazamiento de millones de personas alrededor del mundo.
“Cayó el muro de Berlín y se levantó otro más alto, el de Shengen”, afirma Sami Naïr. Yo, humildemente y desde mi mirada de emigrante, añadiría, que aparte de estos dos grandes muros existe uno más alto y más ancho: los muros mentales, y, ante esto sólo corazones y mentes abiertas podrían coadyuvar a implementar las múltiples propuestas que este filósofo, politólogo y catedrático francés, de origen argelino, expone magistralmente, en este documento de consulta para los interesados en el tema de los refugiados y de la inmigración.
¡Lo recomiendo a ojo cerrado!