A raíz de la discusión de las tesis políticas para el XXIII Congreso del Partido Comunista Colombiano se vienen presentando una serie de documentos, artículos y apreciaciones sobre el carácter de la revolución colombiana, la fuerza motriz de la misma, el contenido del programa, la situación política, la coyuntura del momento, la correlación de fuerzas, la caracterización del gobierno actual, el estado de la lucha de masas, y las tareas de la unidad en el nuevo escenario político creado por los acuerdos de La Habana, con vistas a las elecciones del 2022.
En estos diversos temas vuelve a sobresalir la discusión sobre la relación dialéctica que debe existir entre reformas y revolución, democracia y socialismo, es decir, hasta qué punto “la política del PCC es gobiernista o revisionista, o corresponde a una caracterización objetiva, científica, en relación a la vía para avanzar hacia la nueva sociedad que queremos, si tenemos claro cuál es el sujeto revolucionario de hoy, cuando la clase obrera ha pasado a un segundo nivel en cuanto al número de asalariados, cuando los hechos políticos son generados por otros sectores de empleados de las clases medias, de los estudiantes y de algunos grupos o sectores que sólo luchan por sus reivindicaciones e intereses”.
“(…) lo cierto es que nuestro objetivo final, el socialismo, la lucha de clases y la transformación de la democracia burguesa en democracia socialista, el llamado a derrocar el Estado de la clase dominante han pasado a un segundo plano, hemos colocado el centro de nuestra lucha, (en) las reivindicaciones sociales, la lucha por los derechos económicos de los trabajadores, el llamado a la solución de los problemas de la salud, la educación, la vivienda, diversidad sexual, y priorizando la lucha política sobre la educación de los trabajadores y sus organizaciones.” (Luis Fernando Rivera, La lucha ideológica, el reformismo, el etapismo en el movimiento comunista internacional, julio 31-2020).
Al respecto es necesario definir y caracterizar, no solo desde la academia, sino sobre todo desde el punto de vista político práctico, el nuevo tipo de Estado, la nueva forma de gobierno, y el nuevo modelo de desarrollo económico, para la etapa de transición hacia una democracia avanzada en el pos-acuerdo, cuyo expresión más relevante tiene que ver con el programa, que no es otra cosa que la expresión de la correlación de fuerzas que permitan su realización práctica, su implementación y sostenibilidad en el tiempo y su defensa ante el embate de los fuerzas reaccionarias auspiciadas por el imperialismo.
La experiencia del Partido del Trabajo (PT), con Lula da Silva en Brasil; del Movimiento al Socialismo (MAS), con Evo Morales en Bolivia; del Movimiento Pais (MP) con Rafael Correa en Ecuador; y la defensa de Cuba Socialista y de Venezuela frente al bloqueo económico de los EE.UU., están diciendo muy bien cuál es la correlación de fuerzas necesaria y cuál la conducción política, programática y organizativa que el gobierno de transición debe de adoptar en Colombia si quiere llevar a efecto su misión de un nuevo país democrático.
Estamos hablando de la primera etapa de la revolución socialista, la revolución democrática, en las condiciones políticas, económicas y sociales de la actual correlación de fuerzas, donde su contenido programático tiene que ver con la solución de los principales problemas de las mayorías nacionales y populares: salud, educación, vivienda, trabajo digno, reforma agraria integral, reformas del Estado, (justicia, sistema electoral, ordenamiento territorial), siempre teniendo en cuenta la hegemonía popular en el manejo y dirección política del Estado, que será en últimas la que va a asegurar el proceso de transición de la democracia burguesa a la democracia socialista.
Para los revolucionarios marxistas, las reformas democráticas no son un fin en sí mismas, sino el medio para avanzar hacia la conquista de los principales medios de producción, distribución, cambio y consumo para todo el pueblo, nunca un fin en sí mismas; este fue precisamente uno de los grandes errores de los gobiernos llamados progresistas de las dos primeras décadas del siglo XXI en nuestra América Latina; se estancaron en la misión programática; conservaron las viejas relaciones de producción feudales y capitalistas neoliberales; el viejo aparato de dominación del Estado burgués; no fueron capaces de competir o demoler el poder del establecimiento mediático; dejaron tal cual el sistema de justicia; no tocaron para nada el aparato represivo de las Fuerza Militares y de Policía, de Inteligencia y Seguridad; se convirtieron en gobiernos asistencialistas, abandonando la política “de las masas a las masas”.
Teniendo en cuenta estas experiencias, es preciso avocar el conocimiento de lo que podría ser un gobierno pluralista de transición hacia la democracia popular avanzada en las elecciones del 2022, en las condiciones Colombianas. En este sentido, y a propósito del Séptimo Congreso de la Unión Patriótica, es necesario estudiar el discurso de Gustavo Petro: “Es hora de un encuentro social y un pacto por el cambio” (publicado por Pacocol, el 27 de julio de 2020).
En este documento analiza el papel de la mentira como arma política de las clases dominantes; el tema de la salud preventiva como eje central del programa de gobierno; la salud como negocio privado y su relación con las EPS (“cada enfermedad tiene un mercado, y por tanto las ganancias dependen de la cantidad de enfermos, mercado y negocios en salud van en contravía de la prevención”); la importancia del voto como principal forma de lucha en estos momentos (“con el voto recientemente los bogotanos debilitaron no solamente su sistema de salud, sino también su educación, su metro poderoso, su oportunidad de una mejor calidad de vida. En Colombia ha sido peor: con el voto se detuvo la paz, se escogió al verdugo, al quebrador de empresas, al genocida”).
El candidato presidencial dice que ha explicado su programa democrático y progresista de Colombia Humana a lo largo y ancho del país. ¿Cuál es el contenido esencial del programa democrático y progresista de Colombia Humana?
En ese programa, por ejemplo, la salud es fundamental, indudablemente y a partir de nuestra experiencia, el eje de un fuerte sistema de salud pública preventiva y ligada al hogar es vital.
Vital significa que, de no hacerse, la sociedad colombiana seguirá inmersa en el rentable negocio de la enfermedad, sumergida en las muertes que son evitables.
(...)
La salud preventiva, la extensión de la cobertura de la educación superior pública y gratuita a toda la juventud que quiera acceder a ella, como primer pilar de la sociedad de conocimiento y sin la cual no hay industria y producción en el siglo XXI; el cambio de matriz energética a energías totalmente limpias; la electrificación del transporte; la liberación de la economía Colombiana del carbón y del petróleo a una economía productiva con ejes en la agricultura y la industria; la fibra óptica para el conjunto de la población; el empoderamiento de la mujer; la construcción de relaciones laborales justas que permitan hacer crecer los ingresos laborales dentro del ingreso total del país; la tributación productiva; las redes de trabajo libre, asociado y global, etc.
Es resumen: la paz y la democracia. Propusimos una democratización política y económica del país.
No obstante el carácter estructural y avanzado del programa democrático de Colombia Humana, Gustavo Petro no se cierra a la banda:
Aún con la certeza de nuestro programa, no nos cerramos a una discusión programática con otras fuerzas. De hecho nuestras propuestas de salud preventiva, aumento sustancial de la cobertura de la educación superior pública y metro poderoso y subterráneo fueron discutidas con la candidata del Partido Verde a la Alcaldía de Bogotá, que ella al fin rechazó.
Hay que hacer un nuevo intento más complejo y nacional. Un acuerdo programático dentro de un pacto histórico que lleve a Colombia hacia la paz duradera y la democracia.
¿Y cómo vamos a hacer este pacto? Preguntamos.
Para hacer este pacto no puede haber vetos de entrada que no sean los que imponga la ética pública.
Humberto de la Calle, en varias de sus columnas, ha propuesto algo similar y le he dicho públicamente que estoy en disposición de aceptar su propuesta.
Hecho un acuerdo programático, se impone una gran lista al congreso que cambie sustancialmente la institución donde se harían las leyes. Con un Congreso con estos niveles de corrupción y clientelismo comprador de votos, no se podrían hacer las reformas.
El electorado debe comprender muy bien que, si se quiere un presidente que transforme la situación lamentable que vive el país, este necesitará un congreso capaz de poner a Colombia en otra era. Con corruptos esa tarea es imposible.
Continúa Petro:
Por ese camino la sociedad condenará al presidente que elige a un golpe de estado o a un asesinato, o a su cooptación por parte de la casta política tradicional del Congreso. Si se quiere cambiar sustancialmente el gobierno hay que cambiar sustancialmente el Congreso.
Sería necesario para este pacto histórico (…) un gobierno de coalición pluralista pero centrado en la ejecución del acuerdo. Creo que por la magnitud de la tarea implicaría (…) un pacto de varios gobiernos que serían sucesivos, si el electorado los elige. Creo que la discusión pospandemia debe centrarse en la discusión pública de los programas a concertar de tal manera que el electorado sepa qué es lo que en realidad (…) le proponemos: una nueva época para el país, sacar al país de la ruina económica, social y moral. Este programa será defendido por un candidato a la presidencia que surja de la decisión misma de la ciudadanía en una consulta popular, entre las varias personas que aspiren. Una candidatura así, será invencible, poderosa por el mandato popular que representa.
(...)
Hemos sentido un centro político aún en definición y temeroso. Llega a la idea de cambiar a Uribe, pero no el uribismo. Aún no dimensiona que no se trata solamente de poner un presidente diferente a Duque, que de hecho, sucederá, sino de cambiar el rumbo del país.
Ese cambio de rumbo no será el fruto de un discurso retórico e insípido, sino que será fruto, en realidad, de un pacto social. Un pacto social que es un pacto histórico, no simplemente un pacto político de personalidades, como si se tratara de una obra de teatro. Se trata de todo un proceso histórico de una parte sustancial de la sociedad que se encuentra en su propia diversidad. Una sociedad sustancial que se encuentra a sí misma.
Colombia Humana representa una parte de esa sociedad, la excluida, la juvenil, la femenina, la trabajadora, la que se quiere emancipar. Esta parte de la sociedad necesita encontrarse con otras, la de los dueños de medios de producción nacionales, la del intelecto, la de las libertades individuales, la de las creencias, la de la clase media hoy empobrecida, para acordar el camino del cambio del país.
Esa diversidad indudablemente tiene sus fuerzas políticas, sus organizaciones sociales y sus personalidades a las que convocamos, no en torno a nosotros, sino en torno a un pacto de cambio. Es hora entonces del encuentro.
Perdonarán los lectores la cita tan larga, pero era absolutamente necesaria, por su claridad y precisión, para esclarecer la relación entre reforma y revolución, entre democracia y socialismo. Es decir, estamos hablando de la unidad popular en el nuevo momento político a partir de los acuerdos de La Habana, y de las nuevas realidades políticas, sociales y económicas creadas a partir de la pandemia del coronavirus.
En esencia se plantean cuatro problemas sustanciales: la construcción del programa democrático; la lista unitaria al Congreso de la República con voto preferente; la consulta popular para elegir el candidato presidencial, y la posición de Colombia Humana en la construcción del nuevo poder.
¿En este proceso democrático cuál es papel del PCC y la UP? ¿Cuál es la línea política que debemos adoptar para contribuir a la construcción de un gran movimiento de masas que podríamos denominar como frente amplio democrático, que además es una consigna sostenida por los recientes congresos del PCC? ¿Si será que hay duda frente a si “nuestra política es gobiernista o revisionista?, ¿o corresponde a una caracterización objetiva, científica? Esto en relación a la vía para avanzar hacia la nueva sociedad que queremos, si tenemos claro cuál es el sujeto revolucionario hoy, cuando la clase obrera ha pasado a un segundo nivel en cuanto al número de asalariados, cuando los hechos políticos son generados por otros sectores de empleados de las clases medias, de estudiantes y algunos grupos o sectores que solo luchan por sus reivindicaciones e intereses.” ¿Si será que hay duda entre una política gobiernista o revisionista y una política objetiva y científica?
De la misma afirmación sobre la caracterización del sujeto revolucionario se desprende el nivel de la correlación de fuerzas sociales y políticas, y del grado del contenido político de los movimientos gremiales y sociales, de la conciencia de clase y del nivel de organización de los sectores populares que participaron de las jornadas de protesta hasta la aparición de la pandemia del coronavirus.
El estado actual del movimiento popular no da para plantear la toma del poder para la realización de una revolución socialista, es decir, para la nacionalización de los principales medios de producción, en manos del pueblo a través de sus organizaciones, no hay la correlación de fuerzas necesarias para esta empresa, ni la clase dominante ha caído en la situación de que no pueda gobernar como antes, ni el movimiento popular está en condiciones de no querer seguir siendo gobernado como antes, es decir, las condiciones de la crisis política, social y económica, siendo profundas y con tendencia a agravarse todavía mucho más, no han llegado aún al estado de una situación revolucionaria que nos permita interpretar la línea política del PCC, a estas alturas del paseo, como vacilante entre una posición gobiernista y revisionista, o una interpretación científica de la realidad objetiva y subjetiva del proceso revolucionario, en su etapa de acumulación de fuerzas para el asalto al poder de la revolución socialista.
Desde luego que el objetivo final del socialismo, la calidad de la lucha de clases, la transformación de la democracia burguesa en democracia socialista, y el llamado a derrocar el Estado de la clase dominante, han estado en un segundo plano, porque sencillamente la situación real de las fuerzas económicas, políticas, sociales y culturales del cambio, no han madurado lo suficiente para permitir que estas consignas se materialicen en un movimiento de masas que tome el poder político y las lleva a la realidad de su implementación práctica.
En estos momentos, en esta etapa del movimiento democrático y revolucionario en Colombia, estamos, a mi modo de ver, en la etapa democrática de la revolución, donde el PCC y la UP deben de jugar con la suficiente habilidad política, sin renunciar jamás a los principios de la revolución socialista, para no dejarse aislar del movimiento que crece todos los días por un nuevo poder para el cambio democrático.
Por eso los planteamientos de Gustavo Petro, de Colombia Humana, están en la cresta de la ola que mueve las corrientes de la política democrática en Colombia, corrientes de las cuales no se puede aislar el PCC ni la UP, so pena de incurrir en un suicidio político. Llegó el momento de colocar en el centro la lucha por el poder político, es decir, la lucha por un gobierno de transición hacia la democracia avanzada, que implemente las reformas que le abran la puerta a la construcción de una sociedad socialista.
Somos dialécticos (método), tenemos una posición de clase y un punto de vista político, una historia nacional y el conocimiento del movimiento político práctico actual, de tal manera que no hay que temerle a que se abran muchas flores en la pradera y que compitan mil escuelas filosóficas, todo lo contrario, entre más amplio el espacio democrático, entre más se respire el oxígeno de la democracia, mucho más podremos avanzar con el pueblo hacia la construcción de una sociedad socialista.