El resultado de la histórica movilización del 31 de octubre pasado por parte de los universitarios de la Uniatlántico, las privadas y los estudiantes de secundaria, es la incipiente emancipación de la juventud Barranquillera o, como diría el fundador de Uniatlántico, Julio enrique Blanco, el pueblo costeño está alcanzando la mayoría de edad gracias a la educación, por la cual luchamos hoy. Esta fue una respuesta contundente en contra de la arbitrariedad y antitética del saliente rector, Carlos Prasca, y una cuenta de cobro a la incompetencia e incumplimiento del desorientado gobierno nacional de Duque. Conseguimos colocar nuestra lucha en el lente de la prensa y en la opinión pública nacional, porque además de ser multitudinaria, creativa y diversa en su participación, fue totalmente pacífica, entre otras razones, porque no hubo presencia “preventiva” del Esmad.
Se dedicaron varios editoriales, columnas de opinión y notas de televisión local y nacionalmente que enaltecieron la lucha del movimiento universitario, alentado también por la sociedad civil. Pero lo más importante, es que en medio de la marcha conseguimos que el indigno Prasca anunciara en medios su dimisión de la rectoría de la UA, aunque con la mañosa acción de solicitar dos vacaciones pendientes y que su renuncia se haga efectiva al término de estas, es decir, el 17 de diciembre. Sin embargo, esta renuncia constituye la mayor victoria de un movimiento liderado por estudiantes en Barranquilla, sumándose a la conseguida por los estudiantes de Uniautónoma cuando lograron la salida del entonces rector, Ramsés Vargas.
El CSU decidió encargar por el término de 45 días —lo que duran las vacaciones de Prasca— al actual jefe de Postgrados, Phd Jorge Restrepo, con el propósito de recobrar la normalidad y tranquilidad de dentro del alma máter. Nadie pone en duda que fue una conveniente decisión designar a Restrepo por su excelente trayectoria, las buenas referencias sobre su actitud conciliadora, por no tener ninguna tacha y porque, aparentemente, no tiene afiliación partidista a ningún grupo de presión que, parafraseando a Kalmanovitz, privatizan de facto la universidad mediante la captura burocrática y financiera. Sin embargo, esto no es suficiente para desmontar el paro que adelantamos los estudiantes, pues la otra condición es que se reformen urgentemente los estatutos, prioritariamente, lo concerniente al proceso y mecanismo de elección de rector.
Para estos efectos —aclarando que esto solo refleja mi opinión individual— la hoja de ruta para que haya un acuerdo en aras de retomar la normalidad es que mediante una negociación con el CSU y el rector se acuerde la instalación y desarrollo de una mesa de reforma estatutaria o, como algunos llaman, una “constituyente universitaria” con la participación de todos los estamentos de la universidad y las autoridades de gobierno universitario, además, con plenas garantías académicas y políticas para todos los actores. La única forma de dar tranquilidad a la partes es que el CSU, con previo acuerdo y mediante una resolución, establezca la instalación y desarrollo de la mesa, sus objetivos puntuales, un cronograma específico de trabajo, las garantías mencionadas anteriormente, un compromiso para acoger con urgencia la reforma parcial sobre elección de rector en propiedad, luego, todas las reformas producto de la mesa y, por último, que se prorrogue el encargo de Restrepo hasta que se designe rector en propiedad mediante el mecanismo que resulte de la mesa.
Es importante que la electa gobernadora del Atlántico y próxima presidenta del CSU, Elsa Noguera, se comprometa a respetar y garantizar lo acordado; es tarea del gobernador Verano resaltar como importante estos aspectos en el proceso de empalme. Una vez instalada y en actividades esta mesa, existirán todas la voluntades para retomar la normalidad en la Universidad del Atlántico. La responsabilidad es de todos.