Reforma tributaria, paro nacional y campaña electoral

Reforma tributaria, paro nacional y campaña electoral

"La participación multitudinaria es la que va a imponer las formas de lucha, las consignas, los tiempos y los espacios para controvertir el bloque de la oligarquía"

Por: Tiberio Gutiérrez Echeverri
julio 19, 2021
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Reforma tributaria, paro nacional y campaña electoral
Foto: Las2orillas / Leonel Cordero

El 20 de julio, día de la celebración de la independencia de Colombia, se abre el segundo semestre del 2021. Este promete una caja de sorpresas económicas, políticas y sociales en el desarrollo del último año de gobierno de Uribe-Duque. Fanfarria como para alquilar balcón por los interesados en el estropicio del país, empezando por la reforma tributaria del gobierno que no pasa de ser un parto de los montes, no solamente por sus alcances coyunturales para apagar el incendio neoliberal agravado por la pandemia, sino también como la tragedia de un barco que se hunde sin salvación en el fondo del mar.

El proyecto anuncia gastos para las 7 millones de familias vulnerables ampliando la cobertura a 200.000 familias en condición de pobreza extrema que hoy no reciben ningún beneficio del gobierno, y prolongando el ingreso solidario hasta diciembre de 2022.

El aumento de la tarifa de renta para los empresarios y la sobretasa para el sector financiero aseguran un mayor recaudo pero deja incólume las tarifas para la tributación de las personas de ingresos más altos. El proyecto propone llenar este vacío con la lucha contra la evasión, la elusión, y la corrupción, persiguiendo a los que no pagan lo que deben, que no deja de ser un canto a la bandera como ha sucedido siempre con la historia de las reformas tributarias.

Temas para el futuro serán la tributación de personas naturales y una mejor estructuración del IVA, en otras palabras, para cuando haya un gobierno popular que promulgue la reforma tributaria estructural y democrática.

La que se propone es una colcha de retazos que se va a dedicar a tapar huecos temporalmente, mientras recauda los ingresos fiscales para poder cumplirle a la población vulnerable el ingreso solidario que le venía dando de 140.000 pesos mensuales.

Van a ampliar hasta diciembre del 2021 el programa del subsidio a la nómina de las empresas de menor tamaño (menores de 50 trabajadores), y que incluyen a empleadores personas naturales generadoras de mínimo dos empleos.

Van a destinar mayores recursos para la matrícula de estudiantes de instituciones de educación superior pública, así como alivios a las personas que tengan obligaciones con el Icetex. Además habrá estímulos e incentivos para la contratación formal, especialmente de jóvenes, de un 25% de un salario mínimo, unos 250.000 pesos.

Proclaman una mayor austeridad en el gasto público y en la eficiencia del Estado, así como la lucha contra la evasión y la elusión con el fin de recaudar la suma para cumplir con los programas sociales del gobierno. No se va a gravar a la clase media con impuestos adicionales, no se modificará el impuesto a la renta ni se gravarán las pensiones ni tampoco se modificará la estructura del IVA.

Los ingresos tendrán las siguientes fuentes: Una reducción del 50% en el beneficio tributario que permite descontar el ICA del impuesto de renta para las empresas; un incremento a la tarifa de renta de las empresas de 30% 35% a partir del 2022 hasta el 2025.

El recaudo total esperado asciende a 16 billones de pesos con un gasto incremental el año entrante para los programas nuevos que se amplían para mitigar los efectos de la pandemia que asciende a cerca de 9 billones de pesos.

“De la austeridad en el gasto y del control de la evasión va a depender el 30%, 40% de la financiación de la nueva propuesta tributaria. Se realizaron foros en 8 ciudades, se tuvo en cuenta el contexto socioeconómico actual de mayor desempleo, pobreza y caída de la clase media como consecuencia de la pandemia, tanto para la fijación del impuesto y metas de recaudo, como para los programas más importantes a cumplir en el año entrante” Como quien dice todo un ejercicio democrático a favor de las mayorías de Colombia. “Ojalá esta propuesta sí tranquilice a las calificadoras en cuanto al panorama fiscal inmediato” (Nuevo intento de reforma tributaria, El Colombiano, 15-7-2021).

El proyecto tiene el respaldo de las mayorías del gobierno y de los de los empresarios del país por lo cual se da por sentado que saldrá como pepa de guama a “pupitrazo limpio” del establo parlamentario. ¿Será que el gobierno de los empresarios va a sacar una reforma tributaria para aliviar la crisis de las mayorías nacionales? ¿O será una “reforma social” para apalancar las ganancias de los grandes empresarios? ¿Una “Reforma Social” para crear empleo digno, formal, estable, y duradero?, ¿o para continuar fomentando el empleo informal de miseria, a través del decreto 1174 con puestos de trabajo por horas y salarios de hambre? ¿Una reforma que van a cubrir con el control de la evasión y con los impuestos a las rentas de las empresas del gran capital?

Lo que necesitamos para el año entrante es un gobierno que se encargue de una verdadera reforma tributaria, que tenga en cuenta la real estructura socioeconómica del país, con los criterios de progresividad, equidad, sostenibilidad y transparencia para la distribución del ingreso nacional; una reforma tributaria que se estructure con los impuestos de las 4.000 personas más ricas de Colombia; que grave el capital improductivo y parasitario que no produce empleo, como los bancos, las multinacionales, los terratenientes y latifundistas propietarios de las mejores tierras productivas, hoy improductivas como lotes de engorde en las ciudades y en campo colombiano. No hay que tener esperanza en el control de la evasión ni en el harakiri de los grandes empresarios para salir de la crisis del pueblo colombiano. Solo con la lucha organizada por el poder político se podrá realizar la verdadera reforma tributaria estructural tantas veces aplazada por los gobiernos de la oligarquía dominante.

II

Las jornadas de protesta del 28 de abril ha dejado toda una escuela de enseñanzas que se deben asimilar para corregir errores y cambiar las tácticas y las formas de lucha en consonancia con la estrategia del gobierno de agotar, dividir, estigmatizar y reprimir con la violencia, el terrorismo y la muerte, las manifestaciones legítimas y pacíficas del pueblo y de los trabajadores colombianos.

Los bloqueos prolongados y aislados de las masas, solo le sirven al gobierno para justificar la violencia terrorista contra el movimiento popular y para aislarlo de la opinión pública que está de acuerdo con sus objetivos de lucha, pero rechaza la violencia de los grupos disociadores que le hacen el juego al gobierno de turno.

La espontaneidad de los diferentes sectores mayoritarios que participaron en un comienzo en las movilizaciones, fue adquiriendo con el correr de los días formas de organización y de conciencia política que permitieron prolongar en el tiempo y en el espacio la dirección de la protesta popular, de tal manera que obligó al gobierno a militarizar la rebelión popular desarmada y pacífica, y a la protesta juvenil a organizarse en un movimiento nacional de tal manera que hoy podemos hablar de encuentros nacionales de las resistencias, como ocurrió el domingo 11 de julio en la ciudad de Cali con delegados provenientes de las principales ciudades y áreas metropolitanas de Colombia.

No solo han comenzado a crear una organización nacional nombrando delegados regionales y municipales sino que también se han dotado de un programa con objetivos que apuntan a los cambios democráticos. Han acordado las etapas y las formas de organización que les permitan continuar con la vigencia del movimiento haciendo énfasis en las asambleas populares para la evaluación y la educación política del movimiento con el análisis de la coyuntura y proponiéndose tareas democráticas viables para poder avanzar, sostener y desarrollar el movimiento, llevándolo a un nivel político superior, al punto de que ya están entablando diálogos, conversaciones y acuerdos con las autoridades locales y regionales en varias ciudades del país, en torno a puntos programáticos del movimiento juvenil.

Es más, ya se está hablando de la posibilidad de participar en la campaña electoral para el Congreso de la República y en las elecciones presidenciales del 2022, sin olvidar la participación en las manifestaciones de protestas masivas y multitudinarias, con asambleas permanentes que sirvan de escuelas de educación política teórico-práctica, de tal manera que en este segundo semestre del 2021, seguramente se van a presentar los desarrollos políticos en medio de las movilizaciones por la democracia, y de la campaña electoral por un nuevo poder, expresado en un gobierno democrático y popular, como escenario para la segunda etapa de la escuela política del movimiento juvenil popular colombiano.

Desde luego demos aprender y asimilar las enseñanzas de la experiencia del Paro del 28 de abril, principalmente en lo que tiene que ver con la unidad de acción de la dirección política del movimiento, de sus objetivos programáticos, de los niveles de organización y formas de lucha, así como de las etapas y de las consignas frente a la estrategia del gobierno en estos meses que le quedan de ejercicio con vistas a las elecciones presidenciales del 2022.

Otra hubiera sido la situación si hubiera existido una sola organización unitaria de las centrales obreras, si hubiera un sindicalismo de industria con un alto porcentaje de sindicalización de los trabajadores, si no tuviéramos una economía informal de un 50% de los trabajadores, con una sindicalización del 4%, como producto de la reforma laboral que acabó con la organización sindical, amén de la violencia institucional y sistemática contra los dirigentes sindicales y de la división del movimiento sindical en tres centrales obreras, circunstancias que hacen que en estas condiciones sea muy difícil la organización política y gremial de la clase obrera para que se pueda constituir en dirigente real no solo de los trabajadores sino también de la mayoría de la sociedad colombiana.

No obstante las anteriores limitaciones, la protesta del 28 de abril deja enseñanzas que se deben asimilar por parte de la mayoría del movimiento popular y de los partidos y organizaciones sociales alternativas al modelo de acumulación neoliberal.

Hay que comprender que las condiciones para la indignación y la protesta continúan vivas, que los objetivos programáticos del Pliego de Emergencia siguen vigentes mucho más ahora que en el “primer ensayo de la insurrección popular”; que toda esta multiplicidad de fuerzas y del acumulado histórico de la rebelión popular ha estallado sin la suficiente unidad de la clase obrera y del pueblo colombiano, pero que la tendencia es a corregir las falencias de la unidad en la dirección del movimiento, a desarrollar toda la potencia del movimiento de masas para poder enfrentar la estrategia de muerte y división del movimiento popular, por parte del bloque dominante de la oligarquía colombiana.

La mayoría de los jóvenes y de la gente que participó directamente en las manifestaciones o que apoyó con su simpatía la justicia de los objetivos del movimiento, no estaba por tumbar a Duque como lo hacían creer algunos comentaristas de opinión, pues no había la organización que representara a todos las múltiples manifestaciones de la protesta, y además porque la correlación de fuerzas y la conciencia política de las mayorías no da todavía para una insurrección popular de esta magnitud.

La oligarquía y el imperialismo están preparados en estos momentos para aplastar el levantamiento del pueblo, y están buscando precisamente este enfrentamiento para justificar un gobierno autoritario en las próximas elecciones presidenciales contra el cambio democrático que necesita el país, como en efecto lo podrían estar explicando el “autoatentado” del presidente en el helicóptero y la bomba a la 30 Brigada del Ejército en Cúcuta, o con los informes mediáticos sobre el crecimiento del ELN, de las disidencias de las Farc, y del Clan del Golfo, o como lo están haciendo algunos precandidatos presidenciales preparando psicológicamente a la opinión pública contra el paro del 20 de julio a través del miedo y la mentira como lo hace un precandidato del uribismo: “Mindefensa, el director de la Policía, y el anterior secretario de seguridad de Bogotá han advertido de que habrá infiltración subversiva en las protestas y que se sabe de instrucciones para hacer ataques terroristas.

Un portal al que no se le puede señalar como de derecha, lasillavacia.com, trae una confesión de uno de los líderes de la “primeras línea”: “como la policía ha boleado bala, también nos van a apoyar guerrillas como para equilibrar las fuerzas”, dice. Y otro anuncia que “ese día va a haber un combate épico”. A confesión de parte, relevo de prueba” y más adelante agrega: “Preocupa que haya alcaldes que no aclaren si es verdad que han llegado a acuerdos secretos con estos grupos y que han prestado instalaciones públicas para que sus integrantes duerman y se entrenen para “el combate”. Acá ya no estaríamos enfrente de comportamientos omisivos, de tolerancia con los vándalos y violentos, sino abiertamente cómplices.” (El Colombiano-18-7-2021) Más claro no canta un gallo. “Medellín en alerta por posible accionar del ELN este 20 de Julio (…) “El gobierno nacional nos ha alertado de que es algo serio y preocupante”, dijo el mandatario.

Hay algunos comentaristas que critican el “legalismo” de algunos sectores del CNP por la entrega de la iniciativa política al gobierno con la presentación de los proyectos de ley que recogen algunas exigencias del Pliego de Emergencia, como la renta básica, la matrícula cero y la ayuda para las micro, pequeñas y medianas empresas, para ser presentados el 20 de julio y discutidos en la nueva legislatura del congreso, después de haber levantado el paro y de haberlos asumido como una nueva táctica para continuar la lucha, asegurando que se ha entregado al gobierno el escenario de las negociaciones a tal punto que está imponiendo la forma de las protestas, tal cual lo propone en el proyecto conocido como Ley Antidisturbios, que dará nuevas herramientas a la fuerza pública para enfrentar las manifestaciones de la protesta social, que se espera sean pacíficas, desarmadas y multitudinarias.

Obviamente este punto de vista corresponde a algunas fuerzas políticas que se mueven al interior del CNP, y corresponden a la realidad objetiva que estaba viviendo el movimiento en la primera semana de Junio, con los bloqueos prolongados, el cansancio y agotamiento de las mayorías que venían participando desde el comienzo del paro, el porcentaje del 80% de la opinión pública que estaba con el paro pero que rechazaba los bloqueos, la estrategia del gobierno de las “conversaciones” interminables con el CNP y de llamar a algunos sectores de los protestantes para “negociar los acuerdos” independientemente, con el fin de agotar y dividir el movimiento, lo que hacía indispensable una salida decorosa y realista de conformidad con la correlación de fuerzas del momento.

Si bien es cierto que una cosa es negociar con el gobierno en el escenario del congreso con mayorías a su favor compradas con la “mermelada”, otra muy distinta es escoger el escenario y el momento de la negociación para lo cual se necesita una correlación de fuerzas favorable, que no depende de la voluntad individual de ningún dirigente en particular. Análisis concreto de la realidad concreta.

La sentencia de que la continuidad del paro la deciden las mayorías que están participando en el mismo, y no las minorías que persisten en la lucha aisladas de las masas, consulta plenamente el acierto de levantar temporalmente el paro con el fin de reagruparse, evaluar las formas de lucha, precisar las consignas, aprender las enseñanzas del “ensayo general” y preparar las condiciones para continuar las movilizaciones multitudinarias a todo lo largo y ancho del país.

No es productivo pontificar diciendo que no habrá otro 28 de abril, que la lucha continuará pero mediante las manifestaciones marginales por fuera del escenario del “primer ensayo Insurreccional” debido en gran parte a que el CNP está liderado y dividido interiormente por fuerzas de centro que se aprestan a “institucionalizar el paro” presentando proyectos de ley este 20 de julio, colocando el movimiento de protesta a la cola del congreso, “condicionándolo en sus tiempos y formas legislativas”, es decir, acabando en cierta forma con las manifestaciones multitudinarias en las calles de Colombia.

“Además Duque intenta ahora apropiarse de las exigencias del paro con una reforma tributaria que “por primera vez va a ser pagada por los empresarios”, y además con otras políticas sociales que hacían parte de las peticiones del Pliego de Emergencia”, afirma el comentarista, como si en realidad la reforma tributaria avocará la solución estructural de los grandes problemas de pobreza, miseria, desigualdad y desempleo de las mayorías, como si se estuviera olvidando intencionadamente que el CNP vuelve y convoca a una protesta masiva y multitudinaria, para apoyar las demandas y los proyectos de ley favorables a la mayorías populares que cursan en el Congreso de la república, sabiendo ciertamente que “oponerse a estas iniciativas sería llevar a las fuerzas democráticas, progresistas y de izquierda a aislarse del conjunto de la sociedad que quiere paz y tranquilidad para superar la pandemia”. Lo que se requiere es organización, unidad y lucha para una salida democrática y popular a la crisis nacional

III

“Petro quedó fuera de lugar porque si insiste en las movilizaciones multitudinarias va a complicar su campaña electoral”. De nuevo las generalidades pasando por encima del análisis concreto de la realidad concreta. Se puede pensar con base en la realidad que a partir del 20 de julio se van a desarrollar toda una serie de movilizaciones masivas reclamando paz, justicia y democracia, en armonía y coherencia con la campaña electoral de las fuerzas políticas y sociales alternativas, que luchan por el cambio del modelo neoliberal hacia una democracia avanzada en las condiciones colombianas.

¿Cómo sería este cambio? Necesariamente tendríamos que contar con tres factores fundamentales: la unidad de la clase obrera, de los trabajadores, y de las capas medias en torno a un programa democrático que asegure el bienestar de las mayorías nacionales y donde los sectores populares y sus organizaciones tengan el protagonismo en el manejo del nuevo modelo de economía, del nuevo estado y de la las nuevas relaciones políticas. Con esta nueva estrategia del movimiento popular podríamos tener la convergencia y la unidad para un nuevo poder, pensando en los mecanismos democráticos para la escogencia de un candidato para la primera vuelta presidencial.

Nos toca definir el enemigo principal (el fascismo), neutralizar a las capas medias vacilantes e indecisas que son manejadas por el miedo, los sentimientos, las pasiones y las emociones; acercar y unificar a los amigos y simpatizantes que aún no han salido de la timidez y de la ingenuidad política, para llevarlos a la lucha por un nuevo poder democrático.

Manejar el criterio de la lucha de masas es fundamental para proyectar la participación ciudadana a partir del 20 de julio hacia las elecciones del 2022, teniendo en cuenta la participación de las juventudes rebeldes populares en las asambleas generales, como escuelas de participación política independiente de los partidos tradicionales, y como forjadoras de un gran Frente Amplio que sea la herramienta política para los cambios democráticos que necesita el pueblo colombiano.

Es la participación multitudinaria de masas la que va a imponer los criterios, las formas de lucha, las consignas, los tiempos y los espacios, para controvertir políticamente con el bloque de la oligarquía dominante. Por supuesto, esperamos que el 20 de julio sea el comienzo de una nueva edición, corregida y aumentada del 28 de abril. Amanecerá y veremos.

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