Reforma tributaria, la reciente jugadita del uribismo

Reforma tributaria, la reciente jugadita del uribismo

"Es ahí donde deben poner sus ojos las ciudadanías decentes, no en los descaches del precio de una docena de huevos"

Por: omar orlando tovar troches
abril 20, 2021
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Reforma tributaria, la reciente jugadita del uribismo

Al igual que las mutaciones del SARS-CoV-2, corresponsable junto con la indisciplina social y la ineficiencia de Duque de la crisis que padece Colombia, el uribismo sorprende todos los días al ciudadano promedio con sus mutaciones políticas.

La última variante del uribismo, consistente en mostrarse ante el paisano de a pie (bajo el esquema policía bueno-policía mano), le ha servido al encargado de la presidencia de Colombia para presentar su última creación con el pomposo y descresta calentanos nombre de:

Infraestructura de equidad fiscalmente sostenible para fortalecer la política de erradicación de la pobreza, a través de la redefinición de la regla fiscal, el fortalecimiento y focalización del gasto social y la redistribución de cargas tributarias y ambientales con criterios de solidaridad…

Y aunque el mamotreto en sí mismo ha dado y dará para escribir miles y miles de palabras, la mayoría de ellas dedicadas a descalificarlo, la intención de esta nota está más bien dirigida a intentar poner sobre aviso a toda aquella desprevenida y, sobre todo, desesperada ciudadanía acerca de la agenda, ya no tan oculta, del uribismo, diseñada para sostener sus mayorías parlamentarias, vía untuosa, aunque vituperada, mermelada presupuestal, proteger a sus patrocinadores y jefes, los poderosos empresarios y de paso, legalizar uno que otro entuerto pendiente, de este deplorable ejercicio de gobierno de Duque.

La presentación oficial del texto oficial de la reforma ha dejado, ahora sí, en claro, que un muy alto porcentaje de la opinión pública de base está absolutamente en contra de tan inconveniente esperpento tributario. Sin embargo, y aunque parezca increíble, existe un sector, por ahora minoritario, que cree, defiende y defenderá las bondades de la reforma de rimbombante nombre y aterradoras consecuencias. Es acerca de este, por ahora minoritario, sector de la opinión pública, sobre el que esta nota pretende que el ciudadano desprevenido, centre su atención.

Esta deliciosa minoría que defiende y defenderá la reforma tributaria del uribismo es aquella conformada en primera instancia por el séquito de lambiscones y lambisconas amistades del mismo Iván Duque, hoy bien ubicados en los ministerios y altas consejerías presidenciales.

Una segunda línea de defensa de la famosa reforma la conforman un número indeterminado de recién graduados de economía, y otros que no lo son, pero se creen, que andan por ahí en los medios y las redes sociales, aún medio atarantados y superconvencidos de las bondades de la escuela de Chicago y de la justeza de los postulados de Hayek y compañía, que comparten junto con el ministro de Hacienda, Don Carrasquilla, una visión monetarista de la vida, en la que los pobres para lo único que sirven, es para enriquecer a los que tienen y que también cree que la especie humana se debe dividir entre los que tienen y los que pueden, ya que los demás son prescindibles.

Y en medio de este mínimo ejército de defensores de la reforma y del uribismo se encuentran los llamados a ser jueces del proyecto de ley de estrambótico nombre y funestas consecuencias; los congresistas afines y colaboracionistas del uribismo, quienes, desde ya, en cabeza de sus prestigiosas direcciones (Álvaro Uribe, por el C.D., Dilian por la U, Vargas Ll. por Cambio, Gaviria por Liberales, John Milton por las iglesias protestantes, los demás y Manguito) se presentan ante el sufrido y horrorizado pueblo colombiano como sus futuros defensores (policías buenos), ante el oprobioso ataque de los policías malos (Duque, Carrasquilla, los amigotes y amigotas de Duque en la burocracia y los Castro chavistas de la oposición).

Por ahí se los oye y se los ve donde Don Julio W, Don Néstor M. Blu, Don Vélez R.C.N., Doña Vicky Semana, Don Jorge Alfredo Caracol Noticias y Don Lozano RCN Noticias, diciendo que sí, que la reforma es odiosa, que es inconveniente, que es inoportuna, que los gremios la rechazan y que ellos mismos y mismas también, pero que mire que sostener los gastos del Estado no es fácil y que el pobre Duque ya no tiene de donde echar mano para seguir ayudando a los pobres, a los emprendedores, a los estudiantes, que lo del Ingreso Solidario, lo de los subsidios a la nómina, los auxilios a las mipyme, las matrículas cero, las tablets y los datos de internet para la semipresencialidad, las bonificaciones de los héroes y heroínas de la salud, los auxilios a los discapacitados, los eventos virtuales de los artistas y demás ayudas, no se pagan solos y que por tanto hay que dialogar y negociar la reformita sostenible y solidaria.

Ni que hablar de los honorables representantes a la Cámara, que tan mal les fue con el proyectico de alargar el periodo presidencial, de gobernaciones y de alcaldías. Ellos y ellas, que por la noche firman los proyectos y a la mañana dicen no estar de acuerdo, o que no sabían o que no los leyeron o que les ordenaron o que fue, que fue; ahí andan otra vez, de la mano de Fedemunicipios y Fededepartamentos, junto con los gremios, poniéndose a la orden para “humanizar” y “ablandar” la reformita, porque tal y como ya le han planteado a alcaldesas y alcaldes, gobernadores y gobernadoras amigas, la platica hace falta, mucho más ahora que estamos en campaña, no vaya y sea que las obritas se queden sin hacer y los contraticos sin otorgar.

Ahí está la reciente jugadita del uribismo, en su interpretación adaptada del Doctor Jekyll y el Señor Hyde, en buen chibchombiano: policía bueno-policía malo. Ahí es donde deben poner sus ojos las ciudadanías decentes, no en los descaches del precio de una docena de huevos, sino en la vigilancia extrema de las andanzas de representantes y senadores, de directores y directoras de partidos y movimientos políticos, que se presten para secundar la reciente jugadita del uribismo, puesto que, la decencia, pero sobre todo, el sentido común, indican que la tal reforma no debe ser ni siquiera discutida, debe hundirse de una, por lo que cualquier otra acción; debe considerarse como una alta traición y una grosería en contra de las buenas gentes de Colombia.

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