Reflexiones sobre el perdón de Petro

Reflexiones sobre el perdón de Petro

La clase política piensa que no se deben reconocer errores. Eso tendría un costo político alto, por tanto, no están dispuestos a correr semejante riesgo...

Por: Germán Peña Córdoba
julio 25, 2024
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Reflexiones sobre el perdón de Petro

ES UN HECHO INIMAGINABLE Y EXTRAÑO ver a una rutilante figura de la política colombiana reconocer sus errores. La clase política colombiana se acostumbró a embaucar con la mentira y ese paradigma hoy se les derrumba. Todo aquel que actúa en contra de esa normalidad establecida, es mirado como un ser de otro planeta. ¡Nos normalizaron la mentira! 

Muchos de ellos (la clase política), piensan que por estrategia no se debe reconocer errores. El reconocimiento del error, es una metida de pata y tendría un costo político muy alto, por tanto, no estarían dispuestos a correr semejante riesgo.

Me encanta el canal institucional y el noticiero RTVC. Ilustra y culturiza. Cuando me senté el sábado en la tarde 20 de julio a observar la tradicional trasmisión de la instalación del Congreso, por el canal Institucional de la paz, lo primero que me impactó fue la sorpresiva solicitud de perdón del presidente Gustavo Petro. ¡Su actitud me dejó perplejo! Se refería el presidente a su responsabilidad por haber nombrado a Olmedo López en el cargo de director de la UNGRD. Olmedo para mí es un tipo desconocido, para otros el autor de un caso por todos conocido.

No reconocer el error, es connatural al ejercicio de la política en Colombia. El cálculo prima sobre la sinceridad y la hipocresía gana la partida, la búsqueda de chivos expiatorios es recurrente. El cálculo político es una actuación intrínsecamente vinculada a la mentira y la mentira se convirtió en una poderosa arma política que destruye vidas, trayectorias, estabilidades laborales y cuando logra penetrar en la vida íntima de las personas acaba con amores, que súbitamente convierte en desamores.

Hace más de 500 años Nicolás Maquiavelo nos decía: lo que no se puede conseguir con la fuerza de los argumentos, se puede conseguir fácilmente con la mentira. La mentira se convirtió en un programa político, que va de la mano de la promesa incumplida y esta, a su vez, conduce a la perdida del mayor tesoro político: la credibilidad.

Regresemos al negacionismo frente al error.

En muchas ocasiones, es necesario apelar al espejo retrovisor, para contextualizar y comprender en su verdadera dimensión lo que hoy nos sucede. Un ejemplo claro de lo anterior, fue el caso del internet para las escuelas publicas, ubicadas en sitios recónditos de la geografía nacional y donde tradicionalmente no llega la mano del estado. El escándalo de Centros Poblados. Se buscaba una noble causa: la conectividad de las escuelas e integrarse a los avances tecnológicos actuales para un mejor nivel educativo. En este caso puntual, se desaparecieron recursos importantes del erario público que suman casi el doble del caso de los carrotanques. Con esa misma intensidad no se salió a denunciar.

Nadie quiso hacerse responsable y el sub-presidente de aquella época, su silencio cómplice fue más elocuente que su palabra. Todo el mundo siguió tranquilo en su puesto de mando. ¡Nadie renunció! En redes Sociales se estableció el neologismo "abudinear" y eso ayudó a visibilizar el caso. En este triste episodio que hoy cae en el olvido de la fragil memoria colectiva, la Procuraduría no fue tan diligente y la Fiscalía de aquel entonces mucho menos. Casos como Odebresch, Reficar, Chambacu, Dragacol, la Sae etc, duermen el sueño de los justos. Así las cosas, los medios y órganos de control actúan selectivamente.

La más difícil palabra que tendría que pronunciar un político colombiano, es decir: ¡me equivoqué! Todo lo niegan, hacen rodeos, mienten, se aferran al error y lo defienden hasta los estertores de la muerte. De una manera emocional y desesperada buscan culpables y chivos expiatorios a quien endilgarle el ostensible error cometido. Ellos nunca son culpables de nada. Personalmente me parece que el pedido de perdón del presidente Gustavo Petro fue un acto valiente, que se enmarca dentro de su bizarra personalidad. Reconocerlo es una actitud honesta e incluso osada.

Pero, volviéndonos un poco agudos y perspicaces, se podría preguntar: ¿se puede asegurar si esta actitud produce réditos políticos? o simplemente se queda en una acción pedagógica y noble. La nefaria derecha tiene unos códigos diferentes de comportamiento. Pedir que la derecha mafiosa y corrupta haga lo mismo es medio infantil y romántico. ¡Nunca lo harían! ni Trump, ni Uribe ni Santos ni Pastrana lo harían.

Es muy bonito y romántico lo del perdón, pero un avezado opositor podría pedir, que ese reconocimiento no solo se quede en pedir perdón y ya, si no, que se traduzca en su renuncia. Un Laureano Gómez Castro que tumbó al presidente Marco Fidel Suarez (1918- 1921) antes de cumplir su mandato que finalizaba en 1922 Laureano lo defenestro por haber realizado un préstamo, para repatriar a su hijo fallecido en Estados Unidos víctima de la pandemia de "Gripa Española". Lo más seguro era que Laureano Gómez en aquel entonces capitalizaría ese pedido de perdón del presidente Petro. Laureano no era el Chisgarabis de polo Polo, el Chiquilicuatre de JP o el tontito nieto de Julio César Turbay Ayala. Laureano era tenebrosamente inteligente.

Un escenario hipotético.

Laureano apodado "El Monstruo" por sus habilidades políticas y su accionar podrían salir con esto:

-Ya que ud tan noblemente reconoce su error de haber nombrado a Olmedo, ud tiene una responsabilidad política, por lo tanto, renuncie".

Y seguiría

-Ud reconoció su error, su responsabilidad es renunciar.

 ¡Ojo pelao!

Otra vez cito a Maquiavelo: hace más de 500 años Nicolás Maquiavelo dijo que la política no tenía nada que ver con la moral, ni con la ética. Petro de bobo no tiene un pelo, el sabrá por qué lo hace y creo le nace del alma, pero Gustavo Petro es un político y dicen que los políticos no tienen alma ni amigos.

Quizás lo hizo para adelantarse a algo o cualquier otra estrategia. Lo cierto es, que a Petro es de los pocos políticos que le creo. Pero ahí les dejo mi reflexión.

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