Desde los quince años empecé a fumar. Era el año 2000 y lo comencé a hacer para no quedarme atrás de mis compañeros de clase, pues el hecho de fumar se volvió algo que se aceptaba socialmente. Me sentía libre, rebelde y capaz de tomar mis propias decisiones, y fumar se convirtió en un hábito que me acompañó hasta diciembre del 2010, fecha en la que dejé el cigarrillo.
Cuando era fumador, me prendía un cigarrillo en cualquier parte, fumaba con gusto. Cuando estaba en la calle, botaba las colillas al piso, como si eso fuera lo más natural. Fumaba en espacios cerrados sin problema, ya que por esas épocas no había prohibiciones en ese sentido y la verdad nunca pensé que podía incomodar a alguien por el humo de mi cigarrillo.
Mi salud y aprender a vivir mi vida de otra manera me llevaron a tomar la decisión de dejar de fumar. Pensé que iba a ser muy difícil, ya que tenía el hábito de fumarme más de cinco cigarrillos al día, pero mi fuerza de voluntad me ayudó a dejarlo sin ningún problema y, al poco tiempo de hacerlo, empecé a notar mejoras en mi salud.
Ahora, cuando veo a las personas que están fumando y que botan sus colillas de cigarrillo a la calle, me molesta mucho y me siento mal porque yo también hice eso. Me da alegría ver a esos fumadores que con civismo usan las canecas de basura para botar las colillas o que antes de prender un cigarrillo le preguntan a sus acompañantes: ¿Les molesta si fumo? Y que cuando les responde que sí, se abstienen de hacerlo para no incomodar a nadie, algo que yo debí hacer.
Hoy entiendo que como fumador me comporté como aquellas personas que por estos días salen a la calle con el tapabocas mal puesto, cubriéndose solamente la boca o colocándoselo en la barbilla, y que cuando se les pregunta por qué lo hacen responden: porque me incomoda tenerlo en la nariz. Me disgustan ese tipo de respuestas egoístas que son como fueron las mías cuando era fumador, que incomodaron a muchas personas que querían que el humo de mi cigarrillo no los molestara más.
La actual coyuntura nos invita a hacer mejores ciudadanos y mejores personas, porque acatando todas las recomendaciones de las autoridades y siendo rigurosos con nuestro autocuidado protegeremos a los demás y superaremos más fácilmente la actual situación que estamos viviendo por el COVID-19. Por eso debemos aceptar con amabilidad y con tranquilidad los llamados de atención que nos hagan cuando no estamos siendo rigurosos con nuestro autocuidado.