La puja por conseguir votos ya no se lidera solo en las plazas públicas, se trasladó de las tarimas a las redes sociales; el afiche en la puerta de la casa con la imagen “inmaculada” del candidato perdió valor, ahora mostrar la simpatía por un aspirante es el simple hecho de poner una foto de perfil, un estado o hacer un tuit. Las redes por estos días se roban el protagonismo, tanto de los candidatos como de la ciudadanía en general; los medios más usados para esta actividad son Facebook, Twitter, Instagram y YouTube, donde se difunden desde cadenas hasta vídeos, ya sea propiamente de los candidatos o de aspectos de sus campañas.
Los pronunciamientos que allí se hacen preocupan a los entes de control, debido a que muchos de estos comentarios contienen tintes violentos y de discriminación hacia los detractores de un movimiento político. Es por esto que la Misión de Observación Electoral (MOE) se propuso realizar un análisis exhaustivo con el fin de darle al público un balance estructurado de la polarización que se da en una red social como Twitter.
Un caso que causó conmoción fue el de Julio César González, más conocido como Matador. El 3 de abril de 2018 recibió amenazas por parte de Ariel Ortega, en aquel entonces militante del Centro Democrático, quien posteriormente fue expulsado del partido. La intimidación se fundamentó en la inconformidad por las caricaturas que Matador publicaba haciendo referencia al expresidente Álvaro Uribe Vélez. Aunque este caso no posee relación directa con la contienda electoral, sí ayuda a contextualizarnos.
El análisis que se encuentra en la página oficial de la MOE y que fue publicado el 12 de abril titula: El 20% de la conversación sobre las elecciones en Colombia pasa por agresividad e intolerancia. Una cifra que puede parecer baja, pero que refleja la incapacidad de los ciudadanos para debatir acerca de sus preferencias políticas despreciando la opinión del opositor, y de paso, atacando un derecho consagrado en el artículo 20 de la Constitución Política de Colombia: la libertad de expresión.
Los contenidos de los comentarios en su gran mayoría reflejan groserías, agresividad, polarización e intolerancia; la Misión de Observación Electoral expresa el método empleado para hallar los factores más relevantes: “Estos mensajes se rastrearon a través de adjetivos calificativos y construcciones lingüísticas complejas propias del lenguaje colombiano en donde se identificaron este tipo de emociones”.
No hay que ignorar los datos suministrados por la MOE porque reflejan una división extrema en el pueblo colombiano a la hora de hablar de política, dos orillas distantes que las redes no ayudan a unir.
Las noticias falsas también son un dolor de cabeza para los usuarios que muchas veces se fían de ellas y las comparten en sus muros, son factor de constante confusión y son principal ocupación de la Registraduria Nacional del Estado Civil que toma medidas y crea un espacio en su portal para “identificar las noticias falsas sobre las elecciones del 27 de mayo”.
¿Qué hacen los candidatos?
Algunos candidatos no ayudan a calmar la situación. Gustavo Petro y Germán Vargas Lleras protagonizan las novelas de los trinos, donde aunque no presentan lenguaje ofensivo, sí activan discusiones entre los simpatizantes de cada bando.
La MOE presenta una comparación porcentual entre las veces que los candidatos atacan y las que son atacados por sus contendientes: Germán Vargas Lleras es quien más incurre con un 23 % de ataques propiciados y un 37 % de agresiones recibidas, en segundo lugar Gustavo Petro con 22 % de choques contra sus rivales y un 35 % de pullas recibidas. A falta de pocas semanas para que los colombianos salgan a las urnas, es casi lógico que las cifras aumenten, no solo en estos candidatos sino en todos los demás.
El 26 de abril los candidatos Iván Duque, Germán Vargas, Humberto de la Calle y Sergio Fajardo firmaron un pacto por la no violencia, en los puntos establecidos se encontraba el debatir sin estigmatización y utilizar de manera responsable las redes sociales. A pesar de que esto en algunos casos solo se ve en el papel, el ciudadano común también debería intentarlo para abrir un espacio al debate sano, constructivo y ético que le hace falta a la población, acabando de manera lenta pero concreta con la violencia que tanto ha divido a este país desde su emancipación.