Hace meses atrás leí una nota en un portal web acerca de la historia de una persona con una discapacidad cuyo rostro no estaba dentro del rango de estereotipo de "belleza" que el mundo de hoy nos quiere imponer.
Su imagen había sido tomada por usuarios de la aplicación TikTok para asustar a niños por sus malos comportamientos, sin importarle a los primeros quién era este ser humano, que además de lo que le ha tocado vivenciar en esta vida tiene que soportar las burlas de una sociedad "perfecta".
Esta persona de la que hablo es una mujer que nació con el síndrome de Freeman-Sheldon, el cual es un trastorno genético óseo y muscular que afecta la cabeza y cara, de modo que se presentan defectos en manos y pies, además de contracturas múltiples y malformaciones esqueléticas.
A pesar de lo grotesco de la mofa en contra de una persona que cargará el grillete de una enfermedad hasta el final de sus días, resulta realmente muy valiente de su parte, exigir como activista de derechos de personas con discapacidad y escritora independiente, el respeto de su dignidad como ser humano.
En un escrito Melissa Blake deja ver el sentir de un ser humano estropeado por una sociedad sádica que ha sabido sobreponerse al maltrato de un mundo de enanos morales. En sus palabras manifestó lo siguiente: "Quiero ser clara: me siento violada, cada palabra, cada fotografía, cada provocación, cada palabra cruel es una clara violación a mi dignidad y valor como ser humano. Y cada vez que estas plataformas fracasan en tomar acción, están mandándome un mensaje de que todo este bullying está bien. Muchas personas con discapacidades nos hemos acostumbrado a ser objeto de burlas por nuestra apariencia. Eso es algo a lo que nunca deberíamos acostumbrarnos".
No me resulta lógico cómo, a pesar de tantas luchas para reivindicar derechos y toda la amplísima información gracias a la era del internet, sigamos comportándonos como sicarios de la dignidad humana de las personas, sin importar las consecuencias negativas que se siembran en cada individuo.
El caso de Melissa Blake es uno entre millones, pero desafortunadamente cuando nos toca es cuando nos duele. Es allí donde dimensionamos todo el perjuicio que se ocasiona cuando se coloca al escarnio público la imagen de una persona, quien por las vicisitudes de la existencia le correspondió afrontar la vida de un modo diferente. Y hablo de la diferencia no desde la percepción de la discapacidad o de la lástima, sino de la diferencia impuesta por los obstáculos que trazan quienes dicen ser "normales" y que les imposibilita a aquellos señalados como "diferentes" el libre desarrollo de sus capacidades.
¿Por qué debemos esperar a que nos llegue el turno para reaccionar? La sociedad en la que vivimos se construye día a día con nuestras acciones, no podemos seguir permitiendo el linchamiento social y menos en redes sociales, solo porque X o Y persona no es "normal", o no tiene la vida perfecta que usted disfruta. El hacerle frente y combatir este tipo de agresiones en procura de hacer respetar al otro es una obligación humana que comienza desde el mismo seno del hogar, recuérdelo.
Para terminar, ¿si el sujeto de burla fuese un familiar o un allegado suyo, y este estuviese en una situación de discapacidad o de "fealdad", también lo compartiría para ganar aceptación en una realidad virtual?