Redes para manipular con el miedo
Opinión

Redes para manipular con el miedo

Instrumentar campañas por las redes sociales no solo requiere de noticias falsas. La clave consiste en despertar sentimientos, ojalá de ira y temor, hacia quienes piensan diferente

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noviembre 06, 2017
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Que Timochenko va a ser presidente y Humberto de la Calle le carga ladrillo a las Farc y que Colombia se convertirá en una nueva versión del castrochavismo y que nosotros lo advertimos, fueron consignas que se trinaron y reprodujeron centenares de miles de veces en las redes sociales la semana pasada. Cualquiera, de afuera, podría creer que las Farc van a ocupar el Palacio de Nariño, que de la Calle es Diosdado.

Los canales de difusión de las especies del miedo son twitter, facebook, youtube, whatsapp, medios de comunicación que hace rato desbordaron a los tradicionales, estén o no digitalizados.

La diferencia entre hoy y hace tan solo doce años: cualquier persona puede crear contenidos, sin pedir permiso a nadie. Antes del 2005, pese a la maravilla de internet, éramos consumidores pasivos de lo que otros publicaban. Hoy, escritos, videos, audios, caricaturas, memes,  pueden crearse en minutos y reproducirse en redes con un clic.

Si comunidades, organizaciones e individuos cuentan, en potencia, con ese poder de expresión, se esperaría que en el terreno de los asuntos públicos y del debate político debiéramos contar con ciudadanos mejor informados y, por ende, mas participativos en política a partir de la discusión con argumentos.

Es ya lugar común referirse al impresionante impacto de las tecnologías de la información en la educación, la salud y en otros campos. Que gracias a internet móvil, al Iphone y sus seguidores de todas las marcas, al mercado global de aplicaciones, sea posible, en principio, participar desde Túquerres, Nariño, en un curso ofrecido por Harvard;  o que estén al alcance los diagnósticos por la vía de la telemedicina. Son saltos cuánticos hacia un mejor nivel de vida. Sin embargo, no es claro que seamos mejores ciudadanos gracias a las nuevas tecnologías, incluyendo las redes sociales.

El fenómeno no es exclusivo de nuestros platanales políticos.

Otro campeón de la manipulación por la vía del miedo, Trump, se da el lujo de enfrentarse al New York Times y a CNN porque no requiere de su intermediación. Tiene la bobadita de 43  millones de seguidores frente a 40 millones del NYT y  53 millones de CNN. Es portador, según él mismo, de la verdad frente a los monstruos que fabrican y difunden las noticias falsas. Miedo a los inmigrantes, portadores potenciales del ADN del terrorismo, desprecio a los afros, exaltación del supremacismo blanco, acusaciones a los demócratas, a un clic, sin necesidad de estar informado mas allá de los noticieros por cable.

Las campañas exitosas de los movimientos de extrema derecha en Europa como la del AfD en Alemania, o la del Partido Popular austríaco, que culmina con un primer ministro de 31 años que advierte sobre los riesgos de la inmigración deben a la instrumentación del miedo por las redes sociales parte importante de su auge.

 

En el mundo actual las redes están ni que mandadas hacer
para consolidar la polarización política

 

En el mundo actual las redes están ni que mandadas hacer para consolidar la polarización política. Se crean verdaderos ecosistemas alrededor de polos de opinión, uno de cuyos ejes, tan solo uno, podría ser “derecha” o “izquierda”. Otras posibilidades incluyen, por ejemplo en España, unidad nacional vs. separatismo catalán, polos en los que pueden coincidir, en uno y otro lado, izquierda y derecha.

El cuento de la política con argumentos está mandado a recoger, así como la ficción de acuerdo con la cual somos ciudadanos libres que opinamos en las redes.  Considerar que, durante una campaña electoral  los potenciales electores tomarán partido por uno u otro a partir de sus propuestas no es más que una ilusión. La gente está inmersa en uno u otro ecosistema, se casa con los clichés respectivos y, al margen de la calidad de las fuentes de la información que recibe, “crea” y reproduce lo que los verdaderos promotores del ecosistema pretenden. De modo que la afiliación es un factor determinante en el bajo sentido crítico con el que digerimos y transmitimos información política. Si mi admirado jefe calumnia a un periodista diciéndole violador de niños, seguramente tiene razón.

Instrumentar campañas por las redes sociales no solo requiere de noticias falsas. La clave consiste en despertar sentimientos, ojalá de ira, hacia quienes piensan diferente.  Como lo dijo el gerente de la campaña del No, Juan Carlos Vélez, del CD, el año pasado: “Estábamos buscando que la gente saliera a votar verraca”. Rabia, miedo y también humor ridiculizante cuando se trata de empequeñecer al adversario.

No hay salida, excepto la de promover no tragar entero.

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