En las Universidades Públicas la figura del rector representa un referente importante, su ascendiente va ligado a las potencialidades de su liderazgo, sostenido en la integralidad de su formación. Con sus competencias ejecutivas debe incidir en la proyección externa de su institución, forjando primero procesos a su interior con capacidad resolutiva para tratar los desacuerdos, creando una cultura del cambio permanente de la mano de la comunidad universitaria para superar sus preocupaciones mas acuciantes, con victorias tempranas y de larga data que incentiven el desarrollo del que hacer académico, como eje central de su accionar.
El planteamiento anterior se encuentra sustentado por Abril Acosta Ochoa investigadora dedicada a estudiar el rol que deben desempeñar los rectores universitarios. Uno de sus más recientes estudios se focalizó en tres universidades mexicanas, con diferentes niveles de problemáticas, razonablemente parecidas y distintas a la Universidad.
La validez de su tesis lo sustentan los siguientes consideraciones: 1) los factores que dominan los problemas universitarios de Instituciones de Educación Superior públicas estudiadas; 2) la descripción de los resultados del desempeño de los rectores tomando como perfil un académico, un académico administrador y un administrador.
Es necesario resaltar que en los rectores recae la gran responsabilidad de la toma de decisiones, un proceso integral que depende en gran medida de la disposición de recursos, así mismo, de la optimalidad con la cual se utilizan, del conocimiento de las áreas sensibles de la institución y de su experticia, para sortear situaciones complejas.
La "investigación muestra que los rectores con perfiles administrativos, más que con perfiles académicos, propician condiciones favorables para una gestión satisfactoria y en general para la gobernabilidad institucional" afirmó Abril Acosta Ochoa.
Desde esa perspectiva se podrían identificar diez paradigmas que un rector debe reunir para tomar las riendas de una universidad del Estado.
1. Alto sentido de la Democracia Universitaria con capacidad para vincular a los actores que cumplen los procesos de docencia, investigación y extensión a la toma de decisiones. Capaz de garantizar el desarrollo de la democracia participativa, por lo cual se sugiere que el rector posea grandes competencias sobre el trabajo en equipo. Es decir, un facilitador de procesos de construcción de mayor institucionalidad, sin personalismos.
2. Conocer los linderos de la Autonomía Universitaria Responsable, caracterizada por las posibilidades de producir, utilizar y socializar conocimientos sin interferencias, diseñando sus propias reglas y formas de gobierno, pasando por la construcción de sistemas de contrapeso debidamente regulados y reconocidos, que discutan y evalúen el desempeño de la gestión en el marco de la ley.
3. Propender por la legitimidad democrática, entendida por las ofertas programáticas que proponga a la comunidad universitaria y de su capacidad para llevarlas a cabo, con reconocimientos de los sectores mayoritarios por su gestión, el ascendiente entre los actores, para recepcionar sus iniciativas y traducirlas en acciones de gobierno.
4. Una Gobernabilidad programática y competencias políticas, derivada de la capacidad para construir consensos con todos los actores de la vida universitaria, fundados y constituidos sobre los fines misionales de la institución. Al tiempo que tenga la capacidad de interactuar con otras instituciones del ramo y agencias del Estado.
5. Una Visión para construir escenarios futuros, desde el marco del análisis prospectivo, para proyectar el desarrollo del alma Mater, nutriéndola desde la condición de planificador, de su equipo y de los actores involucrados, hasta hallar la ruta para cumplir los desafíos que se inscriban en el Plan de Desarrollo y hacer realidad la cultura y los procesos de acreditación.
6. Un gestor de políticas que incentive la investigación como valor supremo de una universidad contemporánea e internacional, que cree las condiciones de acceso para el desarrollo de nuevos proyectos e investigadores; que estimule la condición investigadora del docente, y que garantice el crecimiento del joven investigador y la inclusión de los investigadores experimentados.
7. Poseer Competencias administrativas y financieras probadas, para sortear con éxito situaciones complejas. Añadiéndole a su capacidad gerencial, la puesta en escena de un plan financiero que trae la consecución de nuevas fuentes de recursos, ejecutar costo-efectivamente los que están disponibles y poner al servicio de los fines cautelares, estos procesos de apoyo.
8. Reunir Condiciones de un Liderazgo humanista para el desarrollo de nuevos liderazgos que consoliden las tareas medulares de la Universidad en el campo de la docencia, de los estudiantes y la extensión, incentivando la innovación, la creación y el emprendimiento, reconociendo e incentivando a las personas por sus méritos, así como ejecutar políticas inclusivas que mejoren el bienestar de los actores universitarios.
9. Un gerente orientado hacia los proyectos con un saber hacer público, cuyas ejecutorias y las de su equipo impacten la productividad universitaria positivamente a partir del uso óptimo del talento humano disponible, que eleve su formación, que recaude y socialice las mejores prácticas acumuladas existente, siguiendo también a las instituciones del ramo que lo hacen mejor y eche mano de las tecnologías de vanguardia.
10. Finalmente, se necesita un Rector, que conozca sin despreciar los valores idiosincrático de la UA. Un rector que acierte conduciendo a la Universidad a la inserción en el tratamiento de problemas de impacto para el desarrollo regional, con la ventana abierta de la internacionalización. Un ejecutivo con la ascendencia y credibilidad para interactuar con el sector productivo y gubernamental en sus distintos niveles.