A comienzos del pasado mes de abril, Colombia fue testiga de un rifirrafe mediático entre el senador vallecaucano Alexander López y la directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Cristina Plazas Michelsen, y en la mitad de la discusión, los derechos de miles de niños y de madres comunitarias representadas en una de las tantas organizaciones de base que día a día velan en este país por el bienestar y los derechos de los infantes.
La Fundación Paz y Bien en el Distrito de Aguablanca y oriente de Cali, con casi treinta años de trabajo comunitario, dirigida por la Hermana Alba Stella Barreto Caro, terminó en el ojo del huracán por hacer valer los derechos de 230 niños y los de un grupo de mujeres consagradas a servir a la primera infancia, quienes por una arbitrariedad en su momento habían quedado cesantes.
Alegato va y acusación viene, “la directora Plazas tiene que formalizar a las madres comunitarias, ella está prevaricando, debe responder por los continuos escándalos que se vienen dando por la alimentación que entrega el ICBF, ella debe responder por los derechos de los niños”, afirmaba el parlamentario López. A lo que Cristina Plazas replicaba airadamente, “…No hay ninguna posibilidad de que usted me presione por favorecer a contratistas, lucho por restablecer derechos, no por cuadrar negocios”, "…No me voy a dejar presionar por intereses políticos, a mí me nombró el presidente de la República para defender los derechos de los niños y eso es lo que estoy haciendo”.
Con estas afirmaciones la doctora Plazas, quien terminó citada a debate de control político por la Plenaria del Senado, hacía referencia a una presunta presión por parte del senador López para que se contratara a la Fundación Paz y Bien, ONG de base asentada en el Barrio Marroquín II del Distrito de Aguablanca en Cali, como operador de un Centro de Desarrollo Infantil del ICBF.
La Fundación Paz y Bien con la Hermana Albastella a la cabeza
y un grupo de valientes mujeres de base,
son pioneras en Colombia en justicia restaurativa
Lo que la directora de Bienestar Familiar afirmó en su momento en Bluradio, y que otros medios de comunicación locales y nacionales replicaron, es algo muy delicado. De manera ligera e irresponsable puso en tela de juicio, dejando un manto de duda sobre el buen nombre de esta fundación, reconocida, respetada y premiada nacional e internacionalmente por su trabajo con comunidades vulnerables y empobrecidas. La Fundación Paz y Bien con la Hermana Albastella a la cabeza y un grupo de valientes mujeres de base, son pioneras en Colombia en justicia restaurativa aliadas con la Pontificia Universidad Javeriana de Cali.
La justicia restaurativa la aplican de manera transversal en el Programa Casas de Restauración Juvenil Francisco Esperanza. Con quince años de experiencia, y un número cercano a los dos mil egresados, salvan vidas, le arrebatan los jóvenes a las bandas delincuenciales y al crimen organizado, les restituyen sus derechos y los encaminan de nuevo en su proyecto de vida.
Paz y Bien es un semillero de procesos sociales comunitarios, epicentro de pasantías de universidades locales, nacionales e internacionales, donde el centro de su modelo es la mujer empobrecida y sus familias, enfocadas a la restitución de derechos de la población víctima desplazada, en su gran mayoría negros del Pacífico colombiano. Es de las pocas organizaciones que sin contar con recursos propios se las ingenian para acoger a un nutrido grupo de 250 a 300 adultos mayores desplazados del Pacífico colombiano que semanalmente se reúnen en “Los jueves de Paz”, para estudiar la Constitución Política de Colombia, la ley 1448, llamada Ley de Víctimas y para formarse en pedagogía para la paz, en temas de economía social y solidaria entre muchos otros.
Ya quisiera el gobierno nacional y su directora de Bienestar Familiar tener y operar un modelo de intervención social tan bien estructurado y exitoso como el de Paz y Bien. La población víctima, múltiples organizaciones públicas y privadas, caleñas y caleños, andan muy molestos con lo expresado públicamente por la doctora Plazas Michelsen. Los escenarios de poder y los medios de comunicación no pueden ser usados para mancillar el buen nombre de las organizaciones y personas que por humildes y sencillas que sean, merecen todo el respeto. Estas ONG terminan asumiendo el papel del Estado en esos lugares olvidados de Colombia, donde por negligencia o por desconocimiento este no opera.
Doctora Cristina Plazas, en nombre de las niñas y niños de Colombia, de las madres comunitarias, de los jóvenes y adolescentes, de las madres cabeza de familia, de los adultos mayores y de toda la población víctima de Cali y del Valle del Cauca pedimos respetuosa pero enfáticamente que rectifique sus palabras, que públicamente por Bluradio y por otros medios nacionales, rectifique y enmiende su error sobre los señalamientos tendenciosos que hizo contra la Fundación Paz y Bien.
“La monjita” como usted la llama, con su obra de casi 30 años es uno de nuestros modelos y ejemplos en el Valle del Cauca a seguir hacia la construcción de la paz duradera, de la reconciliación y el perdón que tanto necesitamos los colombianos. ¡Rectificar es de mujeres sabias y valientes!
@Miguel_Mondrag