Una lámpara que imitaba la imagen del Topo Gigio —aquel legendario ratón que incursionó en la pantalla chica por allá por los años setenta— de no más de 25 centímetros de altura, ubicada en su mesa de noche y por cuyas orejas se desparramaban dos haces de luz que apenas iluminaban el cuarto, le sirvió de testigo a Salomé Slebi para advertirme lo que se nos venía encima y que en principio era apenas un rumor callejero que poco a poco tomaba fuerza, y era que hacía pocos días habían visto a los “muchachos” deambular por las cercanías del pueblo.
Eran los primeros días del mes de mayo, caracterizado por unas turbulencias climáticas que muchas veces puso en riesgo el incipiente y remendado techo de láminas de zinc que cubrían su casa ubicada en el sector de la Victoria.
Aquella mujer parecía tener contactos con el más allá y el más acá puesto que no faltaba amanecer sin que me contara los hechos ocurridos durante aquellas horas muertas de la noche, las que comprobaba con el correr de las horas y ella apenas dejaba ver una sonrisa marrullera cuando se las refería.
Por esa razón quise que me diera mayores datos sobre la posibilidad de una toma guerrillera, pero cuando estábamos en esas nos sorprendió el tableteo de una metralla que venía desde la orilla del río: era el miércoles 18 de mayo de 1983 cuando más de un centenar de guerrilleros del IV frente de las Farc incursionaron con su accionar violento en la cabecera de El Bagre y con ello pusieron la primera piedra en la construcción de un estigma que nos persiguió por más de 20 años a quienes tuvimos la suerte de nacer allí.
Primero tomaron como rehenes al alcalde Eduardo Bonilla Mosquera y al cura párroco de la iglesia Nuestra Señora del Carmen, quienes fueron sorprendidos en pleno sueño y sacados de inmediato de sus respectivas viviendas cuando los relojes marcaban las 2 menos 20 minutos de la madrugada, mientras que otro grupo de alzados en armas se hacía cargo del botín de la Caja Agraria, uno de los blancos apetecidos de siempre, de donde se lograron birlar una suma de dinero que nunca pudo ser cuantificada.
Los testigos de aquella toma dirían muchas horas después que las armas usadas para el brutal asalto pasaban por modernas ametralladoras, bazukas y lanzagranadas, armas que a duras penas habíamos visto sin muchos detalles en las películas de guerra que proyectaban en el popular Club Amistad, o Machete, bajo los ojos complacientes del viejo Machado ¡alma bendita! quien era el cancerbero a quien muchos lograban engañar con las cajitas de chiclets Adams que se hacían pasar como boletas oficiales de a tres pesos cada una, apenas apagaban las luces del gran salón.
A eso de las siete de la mañana, y casi seis horas después de los enfrentamientos, corrió la voz de que se acercaban refuerzos policiales y del ejército provenientes de municipios y pueblos vecinos, porque era la época en donde las tomas a pueblos alejados de las grandes ciudades ocupaban las primeras páginas de los diarios, y más tarde se logró establecer que buena parte de aquella facción guerrillera hizo parte de la escuadra móvil que asaltó, el domingo 24 de abril, con los mismos métodos violentos, al entonces corregimiento de Vegachí, todo ello como una ofensiva para conmemorar los primeros 19 años de haber hecho su aparición como grupo armado, tras haberse constituido como tal el miércoles 27 de mayo de 1964.
El saldo total que dejó aquella cruenta toma y que, sin duda, marcó un antes y un después en la historia reciente de El Bagre, fue de tres policías y dos civiles muertos y cuatro guerrilleros dados de baja, que era como se reseñaban en los boletines oficiales del ejército.
Allí también alzó vuelo propio la leyenda de la bella guerrillera que hacía las veces de enfermera y tantas otras fábulas y cuentos que lograron colarse por cuenta propia en el imaginario colectivo cuando en esos tiempos las Farc todavía eran vistas con los cristales de la ingenuidad, resultado de los triunfos de la revolución cubana y su Cuartel Moncada, que vieron entrar triunfante a La Habana a los barbudos de Fidel Castro Ruz el jueves primero de enero de 1959.
Habrá que decir que en aquellos tiempos para saber a ciencia cierta cuántos guerrilleros asolaban a diestra y siniestra los pueblos sin Dios ni Ley, era menester sintonizar la Radio Cadena Nacional, RCN, para escuchar la voz ronca de su director cuando le soltaba la pregunta al ciudadano anónimo: “¿Usted me puede decir, por favor, cuántos guerrilleros atacaron al pueblo anoche?” Y el conturbado hombrecillo, al otro lado del aparato, apenas atinaba a decir: “Don Juan, yo no los alcancé a ver a todos, pero por la balacera y los estragos que causaron, creo que fueron más de cien.” Y así aparecían los grandes titulares de los periódicos: “Una columna de más de cien guerrilleros atacaron la población”, como ocurrió en aquel amanecer del 18 de mayo de 1983.
Otros hechos que nos marcaron:
Gustavo Alberto Vallejo Agudelo, concejal de la UP, Myriam Luz Ruiz Mendoza y otro ciudadano de apellido Piñeros, murieron asesinados por el ejército el miércoles 1 de abril de 1987, cuando se movilizaban en un vehículo por la trocha que de El Bagre conduce al corregimiento de Puerto López.
El martes 12 de julio de 1988, cerca de 250 guerrilleros de las Farc y el Eln atacan un puesto militar en el corregimiento de Puerto López, a 25 kilómetros de la cabecera con un saldo de 15 soldados muertos y por lo menos 20 guerrilleros dados de baja.- Eran 3 suboficiales y 26 soldados los que defendían el puesto.
Tras haber soportado un secuestro perpetrado por guerrilleros del frente “José Antonio Galán” del Eln, el viernes 14 de octubre de 1994 fue dejado en libertad el alcalde Jairo Enrique Arango Zuleta, secuestrado el 3 de septiembre.
En la madrugada del domingo 5 de Septiembre del 2010, 5 soldados resultaron muertos mientras que 17 salieron heridos en un ataque con explosivos atribuido al ELN cuando pretendían tomarse el corregimiento de Puerto López.
Hoy las Farc se han despedido de su andar violento y comienzan a transitar por las arenas movedizas de la política, un mundo extraño en donde un sector de colombianos que le temían cuando usaban uniformes y armas de largo alcance, ahora dicen tenerles más miedo vestidos de civil, ¿quién los entiende?