Nacido el 26 de enero de 1903, de padre librero y madre profesora, Jorge Eliécer Gaitán Ayala se tituló como abogado de la Universidad Nacional de Colombia con la monografía “Las ideas socialistas en Colombia”, y posteriormente como doctor, con honores, en Roma. Fue profesor universitario y rector de la Universidad Libre. Desde muy joven se vinculó a la lucha política, siendo representante a la Cámara y senador de la República, alcalde de Bogotá, ministro de educación y de trabajo, y candidato presidencial. En estas líneas, sin embargo, nos interesa destacar la preocupación de Gaitán por el campesinado.
Durante quince días, en septiembre de 1929, Gaitán denunció y protagonizó el debate en el Congreso por la Masacre de las Bananeras, señalando responsabilidades por las arbitrariedades de la United Fruit Company en contubernio con los militares, y solicitando indemnizaciones para las víctimas. En 1930 Gaitán se incorpora en la comisión para redactar el proyecto de ley de reforma agraria, pero los dirigentes del Partido Liberal prefirieron los intereses de los terratenientes usurpadores de los baldíos colonizados por los campesinos.
La actitud de la casta liberal provocó el retiro de Gaitán Ayala de ese partido. Sus palabras fueron contundentes:
Mientras no existan leyes que eliminen la explotación latifundista y procuren la repartición de la tierra y permitan que cada hombre bajo el sol tenga un pedazo de ella; mientras no nos rebelemos audazmente contra el sistema individualista, que se basa en la explotación de los más por los menos, para reemplazarlo por la norma socialista que busca la equidad y garantiza que uno goce de aquello que es producto de su trabajo, todas las medidas que se adopten solo tendrán ventajas para los especuladores, para los más hábiles y menos laboriosos; sólo traerán miseria y pobreza, hambre y dolor para la gran mayoría de nuestro pueblo.
En 1933, Gaitán ingresa a la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR), fundada en defensa de la lucha por la tierra emprendida por colonos del Sumapaz y extendida a la base social del campesinado, particularmente de Cundinamarca, Tolima, Caldas y Valle. A esta fuerza política llegaría el reconocido líder agrario Juan de la Cruz Varela. En este mismo año el líder del pueblo presentó ante el Congreso un proyecto de ley en favor de los campesinos y en contra del latifundio, sustentado en que “la tierra es para quien la trabaja”, que no tuvo mayorías que lo aprobaran. En febrero de 1934 fueron precisamente los latifundistas, quienes estaban organizados en “guardias departamentales”, los que reprimieron y disolvieron a bala una manifestación de campesinos presidida por Gaitán en Fusagasugá, dejando un saldo de varios campesinos asesinados.
Gaitán propugnó, entre otras causas, por la limitación de la propiedad sobre la tierra, por la implantación del seguro social obligatorio para campesinos; por campañas de sanidad y de educación en todas las poblaciones y veredas del país, por el crédito agrario, por el establecimiento de normas encaminadas a la seguridad rural sin abusos contra los campesinos, por la tecnificación de las labores del campo, porque el servicio militar no se sustentara solamente en los campesinos y obreros.
A pesar de hacer visible la situación del campesinado (el 68% de las casas campesinas tenían piso de tierra, el 92% de las viviendas no disponían de agua, el 97% no tenía baño y el 95% carecían de energía eléctrica), su voz no tuvo eco en el Congreso en la lucha por una reforma agraria para fortalecer la economía campesina. Así describía el líder la realidad de los labriegos:
La ignorancia en que se les tiene, los hace inconscientes de sus derechos. Hombres que desde las 4 de la mañana hasta las 6 de la tarde luchan en las más duras faenas. ¿Su alimento? El más miserable que pueda concebirse. Los cinco centavos, cuando más hasta treinta que se les paga, no les alcanza para comer. Las enfermedades los minan sin la menor ayuda científica. La dispersión en que se encuentran no les permite asociarse para su defensa. Sus mujeres son obligadas a iguales trabajos. Sus hijos son esclavos a quienes también les toca trabajar, a pesar de su edad débil y su constitución naturalmente enfermiza. Nadie, sin embargo, se acuerda de los labriegos, porque tanto se les oprime y en tal miseria se les mantiene, que ni siquiera son capaces de reclamar ni de comprender que hay derecho para ese reclamo.
Con la muerte de Gaitán se encendió el conflicto social y armado, Pedro Antonio Marín, 14 primos suyos y otros labriegos reputados como liberales, se fueron para el monte en el Quindío; Guadalupe Salcedo Unda y otro grupo de llaneros también se armaron… Las reivindicaciones de los campesinos siguen vivas.