Pasó la “aprobatón” y por ninguna parte aparecieron los proyectos de “mitigación del riesgo, jarillones carreteables y recuperación económica para los inundados” prometidos en plena inundación en el municipio de El Banco por los gobernadores de Cesár, Atlántico, Bolívar y Magdalena, cuando lanzaron su “grito de rebeldía” ante el gobierno nacional. Bajo ese lema y “cansados de vivir situaciones de emergencia para evitar la severidad del invierno del segundo semestre y que nuestra región (o sea nosotros en la Depresión Momposina) no viva las inundaciones que estamos viviendo”, los gobernadores prometieron reunirse primero en Santa Marta y 15 días después en Cartagena. Todos aplaudimos y hasta allí lo cumplieron al pie de la letra.
Pero solo hasta allí, porque lo que terminaron aprobando en Cartagena fue de todo, menos los proyectos para nuestra región que habían anunciado. A menos que una pista de patinaje, un centro cultural o unos “acueductos comprometidos desde el 2011” en el Magdalena, sean la nueva manera de prevenir inundaciones, es obvio que nuestra Depresión Momposina volvió a quedar por fuera como la guayabera. Como siempre. Parece que usaron nuestra emergencia para destrabar los proyectos de otros municipios.
Ya hasta aquí nos había ido mal con la injusta repartición del Sistema General de Regalías Departamental por parte de la gobernación del Magdalena que, incluso, incrementará la pobreza relativa de nuestros municipios.
Injusta porque la tostada no se ha untado de manera proporcional para las 5 subregiones. Van doce proyectos por valor de $386 mil millones de los cuales, un solo proyecto, la vía de La Prosperidad, absorbió el 53% de los recursos con lo que la subregión Del Río completó el 66% de los recursos, la subregión norte el 16% y seis de los treinta municipios se quedaron con el 71% de la bolsa. Y aunque se suponía que el SGR Departamental iba a ser para los municipios “más pobres”, Santa Marta se quedó con el 2.5% de los recursos por valor de $9.545 millones en proyectos directos, casi el triple de lo que recibió un municipio realmente pobre como Chibolo. El Banco, por su parte, no recibió en 6 años ningún proyecto del SGR de infraestructura o impacto significativo y ya es un hecho que en esta no incluyeron el proyecto de la Universidad para el sur.
Y se incrementará nuestra pobreza relativa porque, contrario al Magdalena, los demás departamentos si han invertido en obras de impacto por la geografía de varios municipios, especialmente en obras de infraestructura. Mientras el Cesar invirtió ciencia y tecnología en un proyecto práctico de mejoramiento bovino, el Magdalena se gastó $17 mil millones en un estudio para “caracterizar” las ciénagas, un gasto de discutible beneficio práctico a los males que de verdad aquejan a los cuerpos de agua de nuestros municipios. También es discutible la destinación de un recurso no corriente, como es el SGR, a un gasto corriente como es la alimentación escolar, algo expresamente prohibido por el régimen presupuestal del SGR. Irónicamente, este gasto corriente fue el único que se repartió de manera equitativa.
Se mantiene la discriminación histórica del Magdalena hacia los municipios más alejados, especialmente los del sur. “Es que abajo se le unta menos porque es la parte por donde se agarra la tostada”, dirán esta vez.