Los afanes de la economía
El gobierno nacional ha anunciado la reapertura escalonada de algunos sectores económicos. Después de dos meses de intentos de contención de la pandemia, a través de medidas desarticuladas, quiere contrarrestar sus efectos devastadores en los indicadores sociales y económicos.
Las protestas han proliferado y las respuestas han sido tardías e insuficientes, además que no han escapado de las prácticas corruptas.
Abrir la economía es el nuevo y desafiante mantra, pues cerrarla fue una fórmula rápida y efectiva.
Tal como lo están ensayando otros gobiernos, con desiguales resultados en el control de la crisis sanitaria, el gobierno colombiano se ha empeñado, bajo la inocultable presión de los gremios empresariales, a “reabrir” las paralizadas empresas y establecimientos.
El argumento principal es evitar una mayor destrucción del empleo y la dramática caída de los ingresos de los hogares colombianos, además del rebrote de la pobreza, que se ha evidenciado con la imposibilidad de salir a trabajar y tener garantizado un consumo mínimo vital.
El flujo de caja se está agotando y los empresarios tienen sus cuentas en rojo.
Dónde y cómo abrir la economía
El anuncio presidencial de reapertura, desde el 27 de abril, no ha sido recibido con igual entusiasmo entre los mandatarios territoriales. El episodio del rifirrafe del presidente y la alcaldesa de Bogotá es muy ilustrativo del conflicto entre el centralismo y la autonomía territorial.
Los criterios que se han mencionado, para sustentar la escogencia de los sectores, denominados “estratégicos”, tales como riesgo de contagio, protocolos de bioseguridad y transporte seguro, no han convencido a trabajadores, empleados y analistas económicos. La selección de las actividades económicas es muy arbitraria. Se invocan argumentos como el aporte al PIB, la generación de empleo y los encadenamientos productivos.
En la economía colombiana las ramas que en 2019 hicieron una mayor contribución al PIB nacional y a la ocupación total fueron la administración pública, salud y educación (14, 9 y 11,3 por ciento, respectivamente), seguidas por Industrias manufactureras, que absorbieron el 11,8 y 11,2 por ciento de la producción y del empleo.
Los dos sectores junto con el comercio mayorista y minorista, representan el 35 por ciento del PIB total y el 42 por ciento del empleo, equivalente a 9,3 millones de personas.
El contraste es el sector agropecuario que, no obstante copar el 15,7 por ciento del empleo solo genera el 6,2 por ciento de la economía agregada.
En la orilla opuesta están la minería, generación y distribución de energía, actividades muy intensivas en capital. En línea con la agricultura, se encuentran ramas económicas intensivas en mano de obra, como transporte, hoteles y restaurantes y uno de los santuarios de la difusa “economía naranja”, como son las golpeadas actividades artísticas.
A pesar de su prematuro marchitamiento, el sector industrial sigue siendo el eje de los eslabonamientos intersectoriales, a través de los 2,5 millones de trabajadores y empleados, operando en algunas actividades en la que la producción interna aún es predominante.
Es el caso de alimentos, bebida, tabaco, textiles, confecciones, productos de madera, papel y cartón, derivados del petróleo y sustancias químicas, metalmecánica y fabricación de aparatos y equipos eléctricos, con diverso grado de valor agregado nacional, y las cuales fueron incluidas en la lista de elegidas para la reapertura.
De las 22 divisiones industriales 13 quedaron por fuera, entre ellas artes gráficas, caucho y plástico, cemento y ladrillo, automotriz, metalurgia y fabricación de electrodomésticos, muchas de ellas con un elevado componente importado, y cuyo peso en la producción y el empleo bordea el 40 por ciento.
En el caso de la construcción, cuyo modesto peso es un poco más del 6 por ciento, hay que diferenciar la dinámica de la edificación de apartamentos, casas, bodegas, etcétera y obras civiles de infraestructura vial a cielo abierto, hoy paralizadas, con una relativa capacidad de jalonamiento en la contratación de mano de obra no calificada.
Otros sectores, junto a la producción de alimentos, no apagaron sus motores, tales como transporte, logística, telecomunicaciones, servicios públicos y salud.
Comportamiento económico y del empleo en Colombia (%)
Rama económica | PIB | Empleo |
Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca | 6,2 | 15,7 |
Explotación de minas y canteras | 4,9 | 0,9 |
Industrias manufactureras | 11,8 | 11,2 |
Suministro y distribución de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado | 3,0 | 0,9 |
Construcción | 6,6 | 6,8 |
Comercio al por mayor y al por menor; reparación de vehículos automotores y motocicletas | 8,4, | 19,1 |
Transporte y almacenamiento | 5,0 | 6,9 |
Alojamiento y servicios de comida | 3,9 | 7,4 |
Información y comunicaciones | 2,8 | 1,4 |
Actividades financieras y de seguros | 4,7 | 1,4 |
Actividades inmobiliarias | 8,9 | 1,3 |
Actividades profesionales, científicas y técnicas | 6,9 | 6,2 |
Administración pública y defensa, educación, salud humana y de servicios sociales | 14,9 | 11,3 |
Actividades artísticas, de entretenimiento y recreación y otras actividades de servicios | 2,4 | 9,2 |
Subtotal Valor Agregado | 90,7 | N/A |
Impuestos menos subvenciones sobre los productos
|
9,3 | N/A |
PRODUCTO INTERNO BRUTO | 100,0 | 22.287 |
Fuente: DANE/Banco de la República.
Bogotá, experimento piloto
Ahora bien, como la implantación de la reapertura, tendrá como prueba piloto a Bogotá, la ciudad capital de donde se origina el 25 por ciento del PIB y el 19 por ciento del empleo total, se reproduce lo observado a escala nacional: la industria manufacturera, es una de las actividades más importantes (8,5 por ciento del PIB y 13,4 por ciento del empleo), y la construcción se asemeja mucho a la ponderación nacional (7 por ciento de la ocupación local).
Mayor peso exhiben el comercio y la administración pública, sectores que están a media marcha.
Comportamiento económico y del empleo en Bogotá
Rama económica | Bogotá D.C. | Tunja | |
PIB | Empleo | Empleo | |
Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca | 0 | 0,4 | 1,2 |
Explotación de minas y canteras | 0,1 | 0,3 | - |
Industrias manufactureras | 8,5 | 13,4 | 5,8 |
Suministro y distribución de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado | 1,9 | 0,7 | 1,2 |
Construcción | 4,6 | 7,0 | 8,1 |
Comercio al por mayor y al por menor; reparación de vehículos automotores y motocicletas | 12,4 | 20,0 | 22,1 |
Transporte y almacenamiento | 4,4 | 7,4 | 7,0 |
Alojamiento y servicios de comida | 2,9 | 7,2 | 7,0 |
Información y comunicaciones | 4,4 | 2,6 | 1,2 |
Actividades financieras y de seguros | 9,0 | 3,1 | 2,3 |
Actividades inmobiliarias | 13,4 | 2,6 | 1,2 |
Actividades profesionales, científicas y técnicas | 8,9 | 11,1 | 8,1 |
Administración pública y defensa, educación, salud humana y de servicios sociales | 15,1 | 14,5 | 26,7 |
Actividades artísticas, de entretenimiento y recreación y otras actividades de servicios | 4,1 | 9,6 | 8,1 |
Subtotal valor agregado | 89,7 | - | N/A |
Impuestos menos subvenciones sobre los productos
|
10,3 | 100,0 | N/A |
Producto Interno Bruto | 100,0 | 4.186 | 86 |
Fuente: DANE/Banco de la República.
El anuncio de Duque, cuestionado por la alcaldesa Claudia López, supone, en un caso hipotético, que saldrían a trabajar los 293.000 “rusos” de la construcción y los 561.000 obreros industriales. Es decir, más de 850.000 personas, que “reventarían” el transporte público urbano masivo, y aumentaría el riesgo de contagio, que se acentuaría con el no acatamiento de adecuados y responsables estándares de bioseguridad en obras físicas y fábricas.