En su columna Discursos que matan María Jimena Duzán nos advierte sobre una aberrante forma de adoctrinamiento que puede llegar incluso a justificar la muerte. Hay suficientes ejemplos de su uso en tiempos recientes.
Entre estos tenemos el calificativo de vándalos a los heridos y muertos durante las manifestaciones por el caso Javier Ordoñez. Al respecto, Yohir Akerman, en su columna del 20 de septiembre titulada Dios y Patria, escribía:
Este informe (de la Secretaría Distrital de Salud) y los múltiples videos... demuestran que los agentes salieron a disparar a quemarropa, en donde hirieron y mataron a personas que ni si quiera se estaban manifestando. Simplemente pasaban por ahí, y la mayoría recibió disparos en el pecho o la cabeza. Estos fueron los más letales.
Todos los muertos importan. Y unas simples disculpas no son suficientes para honrarlos.
Es claro que estas personas no estaban recogiendo café. Se dirigían a trabajar, a comprar alimentos, a casa después de estudiar. Se protegían de las manifestaciones.
Ojalá continúen las investigaciones. Ojalá que se haga justicia. Además, así podremos saber si es cierto ese discurso que muchos utilizan como justificación: que se trataba de vándalos. O si se confirma que fueron asesinatos de personas inocentes, como imagino que tú, que estás leyendo esto, lo eres.
Pareciera innecesario, pero hacerlo ayudará a superar esa manera de pensar que valida los comportamientos que todos hemos visto, y que consiste en construir una narrativa de indeseables y de merecimiento alrededor de quienes sufren las consecuencias de la violencia. Tal vez así comprendas que haces algo al respecto o tarde que temprano tendrás tu parte en este ciclo de nunca acabar.
Y no, no se trata de una amenaza. Es la realidad. El día que a ti te etiqueten de pillo o salvaje, sin que haya pruebas de que así es, cualquier abuso sufrido por parte de las autoridades será aplaudido y te convertirás en víctima de esos discursos que matan. ¿Realmente quieres esperar a que también te suceda?