Dicen que durante meses discutieron por la propuesta de RCN. James cruzaba una mala racha con Rafa Benítez y era suplente. Una lesión con su selección lo marginó dos meses. Estaba deprimido. Daniela también. El acoso de la prensa madrilista era incesante. Cada tanto decían que habían visto a James en discotecas, bien acompañado. Nunca mostraron una sola prueba. Las habladurías se extendieron como un incendio. Daniela estaba cansada de la vida en Madrid. Al principio, cuando su esposo firmó con el equipo merengue en el verano del 2014, las revistas de chismes se burlaron de ella. Le decían que era fea. Que la hermosa Daniela era fea. Estaba cansada de España y por eso aceptó gustosa la propuesta del canal RCN. Debía bailar en la televisión para ayudar a niños pobres. Era divertido y una buena causa. James se reventó por dentro. Quería que lo acompañara. Quien sabe que resentimiento empezó a minar el amor de Daniela pero no lo escuchó. Durante seis meses estuvo en Colombia, feliz de participar en el reality. Volvió a sentirse amada. Su relación, en cambio ya estaba rota.
Cuando regresó a España, tres meses después, James era otro