Cada crisis climática ocasiona abundancia de retórica ambiental y sobre acciones y decisiones sobre acciones y soluciones. En la práctica, no ocurre nada especial y menos específico.
Desde la Cumbre de Rio, han transcurrido más de 30 años, y los fenómenos climáticos, cada vez, son más críticos y de mayor alcance.
En Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC), en la cumbre de 2018 (Polonia), se ocupó de la meta máxima y punto de inflexión de crecimiento (1.5 C°) de la temperatura, respecto a la media preindustrial (15 C°).
1.5 C° sigue siendo considerada meta extrema para poder conjurar el riesgo de una catástrofe ambiental a final de siglo.
En el COP21 consideraron que el crecimiento no debía superar los 2 C°. Además, predijeron que bajo esa condición, diversas regiones de la tierra se tornarán inaptas para la sostenibilidad de la vida.
Registros de los de últimos 30 años, indican que la temperatura media global ha aumentado 0.8 C°.
Son resultados, conclusiones y advertencias que deben preocupar a todo ciudadano, pero en particular a quienes disponen de poder de decisión y acción.
Cualquier ciudadano en el planeta puede verificar efectos concretos del aumento de la temperatura media terrestre. Calores sofocantes durante mayores periodos del día y del año, reducción de fuentes superficiales de agua y manantiales, derretimiento de glaciares, efectos sobre producción agraria, desorden climático, etc.
Hay certidumbre concluyente sobre generadores de gases de efecto invernadero, especialmente CO2 y metano, provenientes del consumo de sustancias fósiles, específicamente, carbón, petróleo y gas. Se calcula que aportan el 98.9% de CO2, del total de gases que producen efecto invernadero.
El consumo de petróleo en el planeta, en 2024, super los ´100 millones de barriles/día y de esa cantidad, el 80% se destina a producción de combustibles para motores. Esa demanda, es hasta hoy, permanentemente creciente, debido al sostenido crecimiento de la oferta y demanda de equipos consumidores de carburantes fósiles, que supera los 50 millones de barriles por día.
Son hechos que debe motivar y decidir la sustitución de fuentes de energía motris.
En la producción de energía eléctrica, el consumo de carbón continúa intensivo. Ante la amenaza cierta del crecimiento del calentamiento global y sus consecuencias, la comunidad mundial y en particular los gobiernos, instituciones, empresarios y sociedad de todo el planeta, deben asumir responsabilidades y tomar decisiones al respecto.
A corto plazo deben fijar términos concretos para la prohibición, el uso del carbón, en la generación de energía eléctrica en todo el planeta.
La sustitución de esa fuente puede hacerse con generación eléctrica fotovoltaica, eólica o hidráulica, de acuerdo con las condiciones y disponibilidades de las naciones y regiones.
Está demostrado universalmente que la generación de energía eléctrica mediante utilización de energía solar es ya significativamente menos costosa que las de otras fuentes.
Respecto a sustitución de fuentes de energía, la República Popular China, lidera la sustitución de carburantes de origen fósil, por otras fuentes. Shenzhen, ciudad china de 12.500.000 habitantes, provee el transporte público con 16.500 buses, 100% eléctricos y más, del 40% de vehículos pequeños, particulares y públicos operan con energía eléctrica a base de baterías.
Todos los gobiernos mediante políticas de estado y empresarios del sector automotriz y del transporte deben fijar y cumplir metas para sustituir el uso y producción de vehículos de combustión interna, por vehículos impulsados por energía eléctrica, de cero emisiones de CO2.
A manera de ejemplo, registros recientes indican que un articulado tradicional de TM (Bogotá), consume en promedio 1400 galones de ACPM por mes y produce 11.25 toneladas equivalentes de CO2, en el mismo período.
El uso de gas como carburante, solo reduce el 50% de generación de CO2, respecto al uso de diésel.
La sustitución por el sistema Euro 5 o 6 no corresponde a los objetivos que se deben y pueden lograr con el uso de energías limpias.
Son cifras para analizar y decidir, respecto al consumo de carburante motor, global, regional y local y en Bogotá.
Basta determinar un razonable costo y cronograma de ingreso de los nuevos equipos, que haga posible la reposición del 100%, con garantía de cero emisiones de CO2.
Decisiones de los últimos años, del Concejo Distrita, sobre reposición de equipos para transporte público, son positivas, pero deben concretar fechas, límite para reposición de todo tipo de transporte público distrital.
El gobierno nacional y el congreso deben intervenir inmediatamente y reglamentar la reposición del equipo automotor de carga, por equipos cero emisiones de CO2, a partir de máximo 2026, en todo el país.
Adicionalmente, está probado que la vegetación en su proceso de fotosíntesis capta y transforma CO2.
En consecuencia, todos los gobiernos, nacionales del planeta, regionales, y locales de Colombia, empresarios y ciudadanos del mundo en general, deben comprometerse a reforestar y proteger la vegetación existente y a restituir los millones de hectáreas perdidas por deforestación.
La próxima semana, parece que la ONU, se ocupará de esa temática. La comunidad mundial, debería poder esperar, que esa cumbre de la ONU, tomaran decisiones concretas, sobre cambio climático y sobre el cumplimiento de cada nación.
Si toda la comunidad global y sus representantes en el poder se concientizan y se apersonan de la amenaza climática, es posible responder positivamente a los presagios catastróficos y consecuencias del inocultable calentamiento global.