La mayoría de los países latinoamericanos llevan impuesta la etiqueta de "subdesarrollados", atribuyendo sus problemas sociales, políticos y económicos a la ignorancia en el manejo de recursos en la gestión nacional. Sin embargo, esta visión oculta una realidad más profunda.
Históricamente, desde la conquista, territorios ricos y civilizaciones avanzadas fueron saqueados y sometidos por potencias extranjeras, inculcando la idea de inferioridad y dependencia. Esta mentalidad persiste, con países latinoamericanos sujetos a los intereses de potencias mundiales.
Latinoamérica es un territorio rico en recursos naturales, fuentes hídricas y minerales, lo que la convierte en un atractivo para las grandes potencias europeas y norteamericanas. Sin embargo, la región ha tenido la mala suerte de que sus dirigentes y administraciones no han sabido aprovechar estos recursos de manera efectiva para el beneficio local. En lugar de eso, han preferido vender sus riquezas al mejor postor. Para estos líderes, invertir en el desarrollo local es visto como un desperdicio de tiempo y dinero, lo que refleja la percepción de incapacidad para prosperar que muchos latinoamericanos tienen de sí mismos.
La idea de que los países latinoamericanos necesitan intervención extranjera para prosperar es un resultado de esta historia de explotación. Sin embargo, algunos países han tomado la iniciativa de salir adelante, capacitar y generar progreso. Esta lucha ha costado sangre, sudor y lágrimas de muchas personas que desean romper el ciclo de sometimiento impuesto.
Es necesario transformar el pensamiento generalizado que ha sido implantado históricamente. Debemos reconocer que todas las personas somos iguales, con potencial para excelencia, independientemente de nuestro lugar de nacimiento. Cada uno tiene un talento o habilidad necesaria para el cambio y progreso de la sociedad.
La colaboración entre sociedad y estado puede generar cambios, aprovechando recursos sin intermediarios internacionales. Es hora de romper con las "cadenas del subdesarrollo" y reclamar nuestro potencial, habilidades y recursos para construir un futuro próspero y autónomo.
La etiqueta de "subdesarrollados" es una realidad oculta que debe ser desmantelada. Es hora de reconocer nuestro valor y potencial, y trabajar juntos para construir un futuro mejor.