Reactivación de la economía, la falacia del ministro Carrasquilla

Reactivación de la economía, la falacia del ministro Carrasquilla

"Hoy el llamado es a estudiar profundamente las falacias hedonistas que estos miserables enemigos de las clases populares pretenden naturalizar"

Por: Ángela Patricia González de la Ossa
septiembre 13, 2018
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Reactivación de la economía, la falacia del ministro Carrasquilla
Foto: Twitter @IvanDuque

Alguna vez plasmó Platón en un pasaje de La república que un Estado surge a partir de las necesidades de la sociedad.

Pues bien, el Estado colombiano hoy vive una coyuntura socioeconómica a expensas de Alberto Carrasquilla (nuestro paupérrimo ministro de Hacienda) y un gobierno liderado por la bancada del Centro Democrático, que no han procesado el trasfondo filosófico que hubiese querido transmitir Platón a través de sus líneas cuando se refirió a la organización de la sociedad en búsqueda de su lógica humana: la satisfacción de las necesidades y el anhelado bienestar social.

A primera vista parece que la doctrina de estos pseudolíderes muestra un gran parecido con la antigua filosofía griega del hedonismo o con el principio de utilidad de Adam Smith, que descansan en la creencia de que los egoísmos individuales de la naturaleza humana se armonizan espontáneamente en una economía libre.

Hoy en el Congreso se estudia un proyecto de ley que amenaza con gravar los ingresos por concepto de trabajo a la población económicamente más vulnerable y que mantiene el aparato productivo de la nación en funcionamiento. De manera instrumentalizada el actual ministro de Hacienda alega que es necesaria una reforma tributaria, pues Colombia a diferencia de muchos países europeos, por ejemplo, recauda sus tributos en un 85 por ciento de las empresas y solo un 15 por ciento en las personas naturales.

Sin embargo, lo que carrasquilla no menciona es que Colombia es una de las naciones con los salarios más bajos, que es un país donde la inversión en milicia dobla la social, donde los grandes capitales e industrias (como las de las zonas francas) gozan de grandes exenciones tributarias, donde los recaudos financieros no se ven reflejados en inversión social de calidad como sucede en Europa. Una comparación completamente banal.

El miserable ministro, basado en una teoría neoclásica económica, usa la estrategia barata de vender el supuesto de que una economía se reactiva y suscita la entrada masiva de capitales extranjeros bajando impuestos a las grandes firmas, pero maltratando a la clase trabajadora.

Cualquiera que tenga por lo menos cuatro semestres en estudios de políticas económicas sabrá que bajar impuestos a las grandes empresas no garantiza como se quiere hacer creer que las tasas de empleo aumentarán.

Podemos basarnos en la teoría de los rendimientos marginales decrecientes para entenderlo. Esta explica que en un proceso productivo de bienes y servicios al aumentar un factor no solo no aumenta la producción del bien o del servicio sino que puede llegar a provocar una disminución gradual de la cantidad producida. Para ser más claros, a medida que se aumenta la disposición de los factores de producción (capital y trabajo) sin aumentar la del otro, la productividad tenderá a decrecer, es decir la eficiencia para mantener actividad económica a largo plazo cesará. Por tanto a los agentes económicos encargados de la oferta de bienes y servicios reducir sus tributos les garantiza una cosa, el aumento de los beneficios de manera directa.

Así la lógica de estos agentes antes que cualquier cosa es reducir costos, y contratar factor humano acarrea los más importantes en un proceso productivo.

Además, el ministro tampoco dice que las empresas que están saturadas de tasas impositivas son aquellas que apenas están arrancando, no los grandes capitales improductivos y muchas multinacionales a las que con su falsa política quieren devolverles los favores de inversión que terminan eligiendo presidente en este país.

Hoy el llamado es a estudiar profundamente las falacias hedonistas que estos miserables enemigos de las clases populares pretenden naturalizar sin ningún estudio serio de las políticas económicas —que deberían impulsarse desde el gobierno colombiano— para reactivar la economía y disminuir una de las brechas de desigualdad social más grandes del mundo, la de Colombia.

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