En la primera parte enumeré cinco argumentos, acá van seis más.
6. Porque el gobierno utiliza a los niños como comodín para un fin meramente político, escudándose en que les va a “proteger sus derechos”, a sabiendas de que la cadena perpetua no funciona ni sirve para nada distinto que satisfacer el hambre de venganza y odio que nos sobrevienen al enterarnos de un crimen de esos. Si tanto le importan los niños al gobierno, prohíban el fracking, que les va a joder para siempre el agua, la selvas y los ríos a las generaciones venideras de millones de niños colombianos, especialmente a los más pobres, que utilizan el agua de los pozos subterráneos, agua que les va a quedar envenenada para siempre con el frackeo.
¿En serio les interesan tanto los niños al gobierno, que ya se le han muerto más de 4.500 pequeños wayúu de hambre y sed en La Guajira?, ¿acaso no se continúan devorando los corruptos la plata de los contratos multimillonarios de alimentación escolar con la misma velocidad con la que se siguen cayendo las iniciativas legislativas anticorrupción (esta semana acaban de tumbar un nuevo proyecto anticorrupción, por si no lo sabían)? En fin.., la hipocresía.
7. Porque esta iniciativa, que fracasará toditas las veces que tenga que hacerlo en el Congreso o que será tumbada tajantemente en la Corte Constitucional, obedece a un afán populista del gobierno (amigos, este es un asunto más político que jurídico, entendámoslo de una vez), que quiere hacernos creer que porque un buen número de ciudadanos la apoya, ese mismo gobierno tan cuestionado y hasta ilegítimo tiene la aprobación del pueblo: falso. No seamos tan pendejos. No nos dejemos engatusar con una causa que parece justísima, pero que es impracticable en nuestra Constitución, que busca sumar adeptos a un partido de gobierno desboronado por su corrupción y ridiculizado por la torpeza del presidente y las relaciones non sanctas de su cúpula y que finalmente lo que pretende es garantizar la impunidad de sus mandos criminales.
¿Que por qué digo esto? Porque para que sea constitucional la cadena perpetua, y ahora la novísima dizque “imprescriptibilidad” de los delitos a que aplicaría, deberán reformar no uno sino tres artículos de la Constitución... y por ahí nos pueden meter la reforma de dos o tres articulitos más, entre ellos, claro, el de la reelección presidencial. A los que piensan que este argumento es una mamertada, les recuerdo que hace unos meses la presidencia, por intermedio de la Cancillería, presentó ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos una consulta que busca determinar “si la reelección presidencial indefinida constituye un derecho humano protegido en América Latina o si viola la Convención Interamericana de DDHH y la Carta Democrática de Lima”. Es decir, le preguntan asolapadamente a la CIDH si ya saben quien tiene “el derecho humano de hacerse reelegir indefinidamente”, así la Constitución lo prohíba y él presuntamente esté relacionado con delitos de lesa humanidad. Qué asco.
8. Porque soy abogado penalista y considero que un penalista de raza jamás de los jamases, ni en esta ni en la otra vida, apoyará una cadena perpetua, porque nosotros, amigos y colegas, conocemos bien el sistema desde adentro... y sabemos que no solo falla a veces, sino con frecuencia y de manera estrepitosa (de estos fallos es que viven tan regiamente mis colegas administrativistas).
9. Porque dios libre al país de una cadena perpetua, teniendo, como lo tenemos, un fiscal esperancita que, incompetente pero además con descaro y sin vergüenza, le sigue haciendo mandados al partido de gobierno e inventándose mañosos exabruptos jurídicos (bien peligrosa nos resultó la esperancita); que sigue hostigando judicialmente a la oposición, pero a la vez cuidando que no avancen las investigaciones en contra del gobierno y que mucho menos que lleguen a buen término las 286 indagaciones en contra del infraser que insiste en seguir manejando, como a una de sus fincas, el país, el país que en su gran mayoría ya no lo quiere más, ni lo perdonará jamás.
10. Porque tan meramente política, maquiavélica y proterva es esta iniciativa (que se viste de santa, pero que es inviable frente a nuestra sí Sagrada Constitución) que si llega a ser aprobada por la plenaria del Congreso y luego tumbada por la Corte Constitucional (como deberá suceder), el gobierno y su cúpula a la sombra utilizarán el hecho para tildar de frente, y hasta soterrada y bodegueramente, de pedófilos a los magistrados de todas las cortes (las mismas cortes que los investigan)... en un intento por deslegitimar las condenas que ya se le vienen encima al innombrable cáncer que hizo metástasis desde hace tres décadas en todos los estamentos de la nación.
11. Porque lo único que va a mostrar la estadística, digamos cinco años después de que entrara en vigencia la cadena perpetua, es que no solo no disminuyeron las violaciones de niños, sino que además aumentaron los homicidios de niños presuntamente violados y que de manera exponencial creció la desaparición forzada y sistemática de sus cadáveres... pues el simple violador, como se entiende desde la ciencia criminológica (y como ya fue entendido por algunos de los congresistas que se oponen a la pena perpetua), al saberse expuesto a una condena de este tipo, se verá obligado a no dejar víctima-testigo ni “cuerpo del delito” que lo incrimine. Así que terminaremos no solo con más niños violados, sino además asesinados y desparecidos de la faz de la tierra.
Triste y cruel, pero cierto. Me niego jurídica y moralmente a apoyar un proyecto que terminará de desgraciar a nuestros niños, que les cuelga de manera automática la lápida al cuello y que hará que mueran más sin que su familia pueda darles ni sepultura porque sus cadáveres jamás aparecerán.
Gran pena moral sentiremos por las almas de los niños que terminarán penando si el proyecto de cadena perpetua se aprueba en Colombia.
