A veces se argumenta a favor del voto obligatorio, sin profundizar en razones. Por lo cual me permito contra argumentar algunas opiniones que se han ventilado públicamente para respaldar de nuevo la propuesta:
- No hay ninguna prueba para aseverar que el “voto obligatorio es una idea acertada para Colombia, como lo fue para 15 países latinoamericanos que ya la tienen” (César Rodriguez G.). ¿De dónde se deduce tal afirmación, si la democracia liberal en América Latina está tan enferma como en Colombia? Sólo tenemos elecciones clientelizadas y partidos políticos rapaces del erario. Razón le ha cabido a Maupassant, cuando advirtió que una inmensa mayoría de mediocres e idiotas no podrían elegir gobiernos inteligentes.
- El que se considera como resultado plausible: aumentar la participación electoral, y en consecuencia dar legitimidad, no cambia un ápice los vicios electorales. Por el contrario, una mayor participación electoral, fortifica el clientelismo, y no se traduce en “aumentar la voz de los menos poderosos”. Se ha demostrado que en Colombia los elegidos representan a alguien, pero en todo caso no a los menos poderosos. Es decir el abstencionismo tiene también raíces racionales de rechazo al sistema político.
- Mucha gente, aquí y en la Cochichina, toleran actitudes antidemocrpaticas, si encuentran discursos que los motiven por ofrecer ventajas como solucionar necesidades insatisfechas, o porque, también es común, se ofrezca un discurso sobre la seguridad.
- De todas maneras, el voto obligatorio efectivamente coarta la libertad. Y si esta restricción no produce beneficios sociales, como creo que ocurriría en Colombia, no veo la razón poderosa para imponerlo. Además, ¿sería el congreso corrupto que tenemos el encargado de aprobarlo?