Razones de una conversión hacia el Pacto Histórico

Razones de una conversión hacia el Pacto Histórico

Se necesita un revulsivo urgente para defender los acuerdos de paz, exigir reestructuración de Policía y Ejército, devolver la credibilidad a la Justicia...

Por: Juan mario sánchez cuervo
noviembre 16, 2021
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Razones de una conversión hacia el Pacto Histórico
Foto: Pixabay

Es la primera vez que asumo el compromiso de defender un proyecto político. Lo hago después de analizar con cabeza fría todas las opciones. Siempre me he considerado un hombre de posturas moderadas y defensor a ultranza de los acuerdos de paz y de la reconciliación en mi país.

Un hecho puntual lamentable con políticos que se autodefinen como moderados, marcó el punto de quiebre para asumir la presente postura. Las palabras “moderado” y “centro” son usadas como viles comodines para perpetuar al uribismo en nuestro flagelado país. Guardaré silencio sobre la situación que me hizo despertar a tiempo.

Solo si algunos de esos personajes confrontan mi decisión expondré con pelos y señales cosas graves que no quiero ventilar. La idea es unir y no dividir más. Crear puentes y no propiciar abismos. Dejo claro, eso sí, que un señor innombrable tiene un plan A, un plan B y hasta un C para seguir mandando en Colombia interpósita persona.

Acepto que en el pasado asumí una postura ambivalente respecto al líder de la Colombia Humana desde columnas de opinión: en unas lo defendí y en otras le hice críticas y hasta lo confronté. Es libertad de expresión y punto.

Pero Colombia necesita un revulsivo urgente. Por ejemplo, defender los acuerdos de paz, exigir la desinstitucionalización del paramilitarismo, la reestructuración de la Policía Nacional y del Ejército, la abolición del Esmad, el ataque frontal al narcotráfico, devolverle la credibilidad a las instituciones particularmente a la Justicia, y un extenso etcétera.

Creo que la mayoría de los sueños del pueblo colombiano solo son factibles en un gobierno del Pacto Histórico, con Gustavo Petro como cabeza más representiva.

Como están las cosas, Petro —que no es perfecto y tiene también sus falencias como todo ser humano— es a mi modo de ver la mejor opción. Él es un catalizador de la infinita frustración del pueblo colombiano. Es una gran esperanza para Colombia después de 200 años de violencia interna, de injusticia inmensa, de desigualdad infinita, y de genocidio sin nombre.

Desde lo más profundo de mi corazón hago votos para que ningún candidato de ningún partido político sufra violencia. Para que no haya un escenario de violencia generalizada en la campaña que se aproxima. Porque si algún candidato, especialmente Petro, sufriera algún atentado, Colombia se hunde en un pozo del que difícilmente saldría.

En Colombia hay suficientes fuerzas siniestras y personajes siniestros como para boicotear el anhelo de la mayoría de los colombianos que es el cambio, el progresismo. A veces hasta pienso que hay intereses oscuros para que las elecciones no se lleven a cabo o para que sean totalmente atípicas.

Ojalá Gustavo Petro hiciera su campaña con todas las medidas extremas de seguridad, y si es del caso a la distancia. Es lamentable que uno tenga que decir esto, pero Colombia a nadie le garantiza el derecho a la vida, excepto a los que destruyen la vida y los sueños de los humildes y sencillos.

Por último, me concedo el beneficio de la duda sobre la transparencia y legitimidad de las próximas elecciones presidenciales. Urge que estamentos internacionales vigilen y monitoreen el sistema electoral y todo su aparato. Colombia está inmersa en una dictadura perversa y genocida disfrazada de democracia.

Los fraudes han sido parte intrínseca de esa falsa democracia colombiana. Nunca ha habido una verdadera democracia en Colombia. Nunca. En 2022 tenemos una oportunidad inmejorable, quizás la última oportunidad. Por último, exijamos respeto a la vida de Gustavo Petro y de sus seguidores. Petro representa a todo un pueblo que sueña.

Él es la metáfora de ese pueblo, y si lo agreden, tocan la entraña del pueblo. Lo que deseo es paz y reconciliación para mi patria. Si alguna vez puedo hacer algo en ese sentido cuenten conmigo.

Posdata: para lo que se viene, en lo próximo las nuevas marchas de protesta, en el mediano plazo por las presidenciales mi solidaridad y apoyo moral.

Las marchas pacíficas son un derecho del pueblo colombiano, máxime cuando el actual gobierno sigue incumpliendo sus promesas, continúa atacando los acuerdos de paz, sigue con sus políticas antipopulares y fascistas propias de una dictadura. La presidencia de Duque quedará en los anales de nuestra historia como unos de los pasajes más siniestros, infames y ridículos.

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