Corría el año 66 y entre el rumor de carambolas, cosido a la luz enrarecida de rancios amaneceres teñidos de tangos y boleros, se colaba en cantinas, billares y tienditas una canción triste que se regó como pólvora en la Colombia nostálgica. Loca ansiedad la que siente mi alma al recordar, reza el estribillo que aún nos conmueve, quizá porqué el cantante tras esa historia tuvo un final melancólico y trágico hasta lo indecible. Su nombre de pila bautismal Gerardo Tamayo, su marca artística Raúl López.
En la amplia discografía de Edmundo Arias, el músico tulueño, forjador de grandes figuras del canto, el nombre de Raúl López tuvo un registro fugaz a cuenta del infortunio que se interpuso en su carrera como un intérprete que empezaba a conquistar el gusto de los amantes del bolero en el primer lustro de la década del 60.
Raúl López, cuyo nombre de pila era Gerardo Tamayo, oriundo del municipio de La Unión - departamento del Valle -, hizo parte de la pléyade de vocalistas que buscaban un lugar en los grupos y orquestas que se presentaban en Medellín ciudad donde se concentraba la actividad musical. La presencia de la creciente industria discográfica y el surgimiento de importantes clubes sociales propiciaban un entorno atractivo para los jóvenes intérpretes y sus anhelos de llegar a las grandes ligas. Como lo recrea el investigador Alberto Burgos Herrera en su libro Antioquia bailaba así, en la “capital de la montaña” estaban el club El Rodeo, club Unión, club Campestre y club de los Ferrocarriles que tenían sus propias orquestas de planta entre las que se destacaban Los Hermanos Martelo, El Combo de Lido, Lucho Bermúdez , Ricaurte y Emundo Árias entre otras luminarias que se paseaban por los salones sociales de la progresista ciudad.
Junto a esta dinámica de los bailes en engalanados salones, se daba la posibilidad de llegar a la grabación y Edmundo Arias era solicitado por su capacidad como arreglista que daba brillo a todo lo que tocaba, razón por la que cantantes como Rómulo Caicedo, Noel Petro, Tito Cortez y el propio Raúl López lo buscaban en sus nacientes carreras, para que fuera su padrino, profesor y mentor.
No obstante el vocalista de La Unión iba perfilándose en el ambiente musical a instancias de su dedicación y talento, se comentaba que, en especial cuando cantaba boleros, se escuchaba muy parecido a Daniel Santos y Charles Figueroa, según refiere el coleccionista Elkin Giraldo. Al respecto, el investigador César Pagano comenta en su monografía El bolero-viejo amor (pág- 42): “El más escamoteado de todos fue Daniel Santos, porque tres veces se negaron a sí mismos, Raúl López, Tito Cortés y Tony del Mar. Lamentable que artistas con facultades artísticas, estuvieran cada vez más lejos de sí mismos y más cercanos a repetir sus modelos”.
A pesar de esta complejidad, López se fue abriendo camino en medio de comentarios malintencionados. Con el paso de presentaciones fue en procura de encontrar su voz propia, un reto que aceptó a pesar de tener una tesitura era muy similar a la de Charles Figueroa, circunstancia verificable al escuchar interpretaciones de estos grandes talentos musicales.
Un primer aviso de la capacidad y versatilidad del cantante unionense, se dio con el lanzamiento de uno de los temas que marcaría el sonido del gran Edmundo Árias cuando le confiere a López la responsabilidad de llevar la voz en el tema Juanita bonita, número que se convertiría en un blasón de la música bailable colombiana desde su impresión en disco de surcos por Codiscos para 1956. Según comenta Elkin Giraldo, quien atesora buena parte de la historia musical colombiana en cien mil acetatos, y conocedor del boom bailable del denominado sonido de Medellín, esa primera oportunidad fue bien aprovechada por Raúl López.
Junto con el éxito de Juanita bonita definitivamente lo catapultó, lo hizo visible en el ambiente musical bailable, López empieza a hacerse a un nombre como bolerista, al punto que se vincula a la agrupación de Ricaurte Árias, primo de Edmundo, y con quien posiciona un tema que se convertiría en el más representativo para el vocalista. Se trata de Loca ansiedad canción que prácticamente se volvió un himno tras la trágica muerte de su intérprete.
El accidente que privó a Raúl de un mayor reconocimiento y alcanzar así un nombre allende las frontera patrias , sobrevino la jornada dominical del 5 de julio de 1966. Las notas de baranda del diario El Colombiano de aquella época registraron el episodio que sorprendió a los miles de seguidores que empezaban a fascinarse con el estilo del artista residenciado en Medellín. Élkin Giraldo, mientras busca el vinilo de Raúl López y el conjunto de Ricaurte Arias grabado para el sello Metrópoli–serie Fabuloso, recuerda el episodio como si no hubieran transcurrido 54 años. “Un conductor de un bus de la empresa Robledo lo aplastó un domingo por allá por Carabobo”. El escueto relato de lo ocurrido de esa luctuosa jornada, da cuenta de un destino trágico para el cantante que se asomaba a la consolidación como una figura del bolero a nivel internacional.
Fuentes consultadas.
Revista- Radio Nacional. – Bogotá mayo junio de 1989. Monografía El bolero- viejo amor. César Pagano.
Antioquia bailaba así - Editorial Lealón- Alberto Burgos Herrera (2001).
